Geraldine McEwan, de lady Macbeth a miss Marple
Destacó en la Royal Shakespeare Company y en la televisión
La miss Marple de Agatha Christie, que interpretó entre 2004 y 2009 para la serie de televisión británica, es solo la punta del iceberg de la vastísima carrera de Geraldine McEwan. La actriz británica, fallecida el pasado 30 de enero a los 82 años, desplegó su versátil talento a lo largo de las seis décadas que duró una de esas carreras que solo la sólida tradición teatral británica produce, tan celebrada en comedias del West End como en las tragedias de Shakespeare.
Fue un texto de lady Macbeth que le entregó para que memorizara su profesor de oratoria en la escuela, el que le confirmó con tan solo 10 años la vocación a la que dedicaría el resto de su vida. “Fue como recibir un caldero de oro”, recordaría. “Lo comprendí todo instintivamente y pensé que era maravilloso”. Pero su pasión había sido ya despertada algunos años antes, cuando su madre la llevaba los lunes por la noche, en los años de la guerra, a ver funciones del teatro local.
Geraldine McEwan nació en 1932 en Old Windsor, al sureste de Inglaterra, en el seno de una familia de clase trabajadora y orígenes irlandeses. Su padre, operario de imprenta, llevaba la rama local del Partido Laborista en un feudo conservador. Geraldine creció como una niña tímida y retraída que pronto encontró su antídoto interpretando en público otros personajes. Su primer papel, a los 14 años, fue el de un hada-acomodadora en una representación de Sueño de una noche de verano de la compañía de teatro local, a la que se incorporaría tras dejar el colegio, dos años más tarde. Allí conoció a Hugh Cruttwell, futuro director de la Royal Academy of Dramatic Arts (RADA), con quien se casaría en 1953, y estuvo a su lado hasta que murió en 2002.
McEwan, autodidacta, debutó en el West End en 1951 y se unió a la Royal Shakespeare Company 10 años más tarde. Trabajó con gigantes de la escena como Laurence Olivier (La danza de la muerte de Strindberg, en el Old Vic) y debutó en Broadway en 1963 con La escuela de la murmuración, de Richard Brinsley Sheridan. En los años ochenta fue distinguida en dos ocasiones por los prestigiosos premios teatrales del Evening Standard.
Ni siquiera en la última etapa de su carrera McEwan esquivó los papeles arriesgados y comprometidos, acaso animada por su amigo Kenneth Branagh, que la conoció cuando estudiaba en la RADA y a quien dirigió en una versión del Como gustéis, de Shakespeare, en 1988. El actor, a cambio, la dirigió en dos de sus adaptaciones de Shakespeare al cine, un medio en el que McEwan no se prodigó en exceso, al margen de papeles en películas como Robin Hood, príncipe de los ladrones (Kevin Reynolds, 1991) o Las hermanas de la Magdalena (Peter Mullan, 2002).
Sí frecuentó más la televisión, donde cosechó éxitos en distintas producciones desde los años setenta hasta la década pasada, en la que interpretó a miss Marple —siguiendo los pasos de actrices como Margaret Rutherford, Angela Lansbury o Joan Hickson— en una controvertida adaptación de los misterios de Agatha Christie. Esta miss Marple era una mujer de mundo, de mentalidad abierta, que incluso escondía una romántica historia de amor con un hombre casado fallecido en la Primera Guerra Mundial. “Creo que Marple es una especie de realidad aumentada”, dijo con sutileza McEwan sobre su papel.
Se dice que McEwan rechazó —ella nunca lo confirmó públicamente — la Orden del Imperio Británico y otras aristocráticas distinciones. Su salud no acabó de remontar después de sufrir un derrame cerebral el pasado octubre. Deja dos hijos y siete nietos.
Babelia
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