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Laia Costa, un plano secuencia hacia la gloria

La intérprete española aspira hoy en la Berlinale al premio a mejor actriz por ‘Victoria’

GREGORIO BELINCHÓN (ENVIADO ESPECIAL)
La actriz española Laia Costa, en la presentación en Berlín de 'Victoria'.
La actriz española Laia Costa, en la presentación en Berlín de 'Victoria'. TOBIAS SCHWARZ (AFP)

Juliette Binoche, Charlotte Rampling y Laia Costa. No hay muchos más nombres en el listado de candidatas a mejor actriz de la Berlinale, cuyo palmarés se anunciará esta tarde. La barcelonesa, de 29 años, ha llegado hasta este listado gracias a una arriesgadísima apuesta artística, Victoria, el devenir de una chica española en una noche de baile y violencia en Berlín, una película rodada en un único plano secuencia de 140 minutos filmado del tirón, sin trucos ni montaje.

Costa entró en el proyecto cuando el director Sebastian Schipper apareció en Barcelona buscando a una actriz española con ganas de sumarse a la aventura. El resultado ha sido bien recibido en la Berlinale. “Nadie se lo esperaba. Es la primera vez para todos —director y productor— y estamos encantados”. Costa, conocida en España por sus trabajos televisivos en Bandolera, El tiempo entre costuras y Pulseras rojas, se confiesa feliz: “El proceso de por sí ya fue maravilloso. Tenía ganas de vivir en el extranjero. Estuve tres meses en Berlín: dos ensayando, y en el tercero rodamos en tres días distintos para tener tres tomas entre las que escoger. Un plano secuencia es muy vistoso, pero para lograr que funcione, antes hay que preparar minuciosamente el proceso. Schipper quería mucha improvisación, y para obtener esa libertad debíamos tener claro todo el equipo nuestro cometido”.

Victoria es una española que baila en un club berlinés. Se instala un par de meses en la ciudad, adonde ha llegado huyendo de su pasado de buena chica. A su salida conoce a cuatro chicos, y se caen bien. Sin embargo, la noche se complica: para zanjar una deuda, la banda comete un atraco y el juego deviene en peligro. Es decir, que en ese plano secuencia hay discotecas, carreras en coche, bromas, muerte… “Dentro de su complejidad, no sentimos ninguna presión. Yo sufría por el cámara. Imagínate que se cae por las escaleras o no entra en el coche a tiempo. En las tres veces llegamos hasta el final: la toma definitiva ha sido elegida por una cuestión de ritmo. El director hizo bien su trabajo, sin agobiarnos. Los ensayos ya fueron muy divertidos. Creé hasta 30 victorias y la que aparece resume todas ellas”. Costa cuenta que de vez en cuando oían la voz del director como un dios omnipresente. “En la película se ve cómo yo grito ‘I don’t wanna go!’ porque Schipper me soltó un ‘Go!’ y yo en ese momento no me quería mover. Cuestiones de ritmo”, y ríe. “Cuando acabó el rodaje no quería regresar a Barcelona, va a ser muy muy difícil que alguien vuelva a ofrecerme algo así”.

No es la primera decisión artística arriesgada de Costa. Cuando entró en Pulseras rojas, la serie fenómeno de masas sobre chavales enfermos de cáncer, le pidieron que se rapara la cabeza. “Dudé un mes, que me pasé vomitando y adelgazando. Me daba miedo el rapado y en cambio mi cuerpo me lo pedía”. En 2013 debutó en los escenarios con un texto en alemán —ella no lo habla— en la obra Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach. “Las mayores satisfacciones las he encontrado cuanto más difícil ha sido el reto. El resultado tras un gran esfuerzo es placentero”. Y el año pasado rodó, además de Victoria, la película rusa Fort Ross, con José Ángel Egido, cuyo rodaje durante casi 18 meses compaginó (con peluca) con Pulseras rojas. “Fue la primera vez que filmé en el extranjero, en Malta, Minsk y San Francisco, y con un equipo internacional. Te das cuenta de cómo la gente se une en pos de lo mismo. Así que cuando surgió Victoria, me lancé de cabeza”.

Tras la televisión — “me gusta mucho la pequeñita carrera que llevo”— donde también ha participado en Cuéntame un cuento, a Costa le llega un presente cinematográfico: está en Palmeras en la nieve, uno de los probables taquillazos de 2015 con Mario Casas y Fernando González Molina como director. Con la Berlinale y runrún de premio, ¿le han llegado ofertas? “No, qué va. Soy muy escéptica en las dos cosas: galardones y trabajo. Hay intérpretes con Goya y eso no implica contratos. Una cosa no lleva a la otra. Me centraré en la grabación de la serie Cites”, la versión catalana del éxito británico Dates. Y en un futuro, si llega otro reto, Costa se subirá a él: “No sé ni cómo Schipper juntó el dinero. Solo había presupuesto para las tres tomas, y si no hubieran funcionado, se hubiera montado convencionalmente. Si esto ocurre en Alemania, en España, por las circunstancias que conocemos, es aún más complicado. El producto diferente es considerado locura”.

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Sobre la firma

GREGORIO BELINCHÓN (ENVIADO ESPECIAL)
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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