El Museo Esteban Vicente se asoma de nuevo al borde del precipicio
Las diferencias por la gestión y los recortes hacen peligrar el futuro del centro
Cuando Esteban Vicente (Turégano, Segovia, 1903-Long Island, Nueva York, 2001), el único artista español perteneciente a la Escuela de Nueva York del expresionismo abstracto, puso el pie en su museo segoviano, dejó traslucir su emoción: “Este museo está por encima de lo que soy, con mis cuadros puestos de una forma extraordinaria”. A Vicente le zahería de forma especial que el Metropolitan neoyorquino guardase sus obras en los sótanos porque era menos popular que otros colegas de tendencia artística, como De Kooning, Rothko, Pollock o Kline.
Hoy, su impresión sería mucho menos feliz. El Museo de Arte Contemporáneo de Segovia, dedicado al pintor e inaugurado en 1998, vuelve a situarse al borde del precipicio, al igual que en 2012, cuando ya estuvo a punto de cerrar debido a sus problemas económicos. Hay algunas razones nuevas, como disparidad de criterios sobre la gestión del centro, aunque la económica también se halla muy presente.
De hecho, el problema ha surgido a raíz de la decisión de la fundación norteamericana que lleva los nombres de Vicente y de su esposa, Harriet, de congelar su participación económica, en torno a 330.000 euros al año, el 33% del presupuesto, y de exigir un cambio de gestión. Esa determinación coloca a la pinacoteca al borde del cierre si la fundación limita su aportación, según Francisco Vázquez, presidente de la Diputación de Segovia y del consorcio público del museo. Vázquez, del PP, atribuye el cambio de actitud de la fundación a la muerte de los antiguos patronos Robert Warshaw, abogado, albacea testamentario y amigo íntimo del pintor, y Michael Stein, que han sido sustituidos por nuevos miembros.
El bufete de la fundación, por su parte, argumenta que ya se han desembolsado más de cinco millones de euros en estos años, sin tener firmado ningún compromiso que le obligue, y que resulta preciso dar un giro radical al modelo de gestionar la instalación, que actualmente cuenta con un plan de exposiciones que considera un despilfarro, ya que no supera las 15.000 visitas al año.
Francisco Vázquez aboga por el consenso con la fundación antes que el litigio, aunque explica gráficamente que el problema “es que lo que interesa [a los patronos] son los cuadros, no la viabilidad del museo”. Solo los gastos de personal consumen la mitad del presupuesto, con una plantilla de 14 personas que llegaron a renunciar hace tres años a un 30% de su sueldo.
Si en sus buenos tiempos la pinacoteca sumaba unos ingresos superiores a los 1,6 millones de euros anuales, ahora no se alcanza ni la tercera parte. Para este ejercicio, la Diputación encabeza la lista de aportaciones, con 228.000 euros, mientras que la Junta de Castilla y León ha presupuestado otros 90.000; el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 70.000, y el Ayuntamiento de Segovia, 33.000. Estas cuatro Administraciones forman, junto a la citada fundación americana, el consorcio público que rige la pinacoteca, ya que han desaparecido todos los patrocinadores privados.
En 2014, la fundación solo desembolsó una cuarta parte de lo que venía abonando, lo que generó un déficit en las cuentas. Vázquez señala que un segundo ejercicio deficitario obligaría legalmente a disolver el consorcio, al tiempo que no oculta que algunos alcaldes de la provincia se le echan encima cuando conocen las cantidades que se destinan a la instalación cultural. Su construcción consumió la inversión de dos planes provinciales de obras y servicios, unos 300 millones de pesetas (1,8 millones de euros).
Entrada la crisis, la Junta de Castilla y León optó por paralizar la ampliación prevista, que suponía un gasto de seis millones de euros, tras expropiar otra parte del Palacio de Enrique IV, donde se ubica el museo, que alberga la colección de 153 obras donadas por el autor, algunas de las cuales se cotizan en torno a los 100.000 euros. Si la pinacoteca cierra, el legado se trasladaría al lugar que decida el patronato del consorcio, según acordó en junio pasado gracias al voto de las Administraciones, algo que lamentan los representantes de la fundación, que consideran que es esta entidad la depositaria del legado. El futuro de la colección puede ser, por tanto, uno de los elementos de litigio. Pero, al menos por el momento, ambas partes rechazan el conflicto.
El próximo patronato analizará una propuesta de la fundación, que según su representante, el abogado Fernando Marín, aspira a revalorizar la obra del artista para revertir los fondos obtenidos por la venta en el mercado de alguna de sus piezas en fines culturales, educacionales y de otro tipo que beneficien a la sociedad. La propuesta pasa por mantener parte de la producción del pintor en el museo en Segovia y continuar la labor educativa, poniendo en marcha otras iniciativas, sin descartar préstamos a otros museos como el Reina Sofía o el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (Musac).
La directora del museo segoviano, Ana Martínez de Aguilar, se limita a comentar que han sabido “sortear momentos difíciles” “Trabajaremos todos [los empleados del museo] como una piña para cumplir con los fines”, concluye.
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