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Brotes de colores en el cementerio de hormigón

El colectivo artístico Boamistura regenera edificios deteriorados en México con pintura

Juan Diego Quesada
Un elote luce en una fachada de la Unidad Habitacional de Cuemanco. / RODOLFO VALTIERRA
Un elote luce en una fachada de la Unidad Habitacional de Cuemanco. / RODOLFO VALTIERRA

Las unidades habitacionales se construyeron, en parte, para alojar la masiva migración de campesinos a la Ciudad de México. Aterrizaron en la capital agricultores en alpargatas con miedo a cruzar la calle por si los atropellaba un señorito al volante de un Volkswagen Safari. En estas gigantescas urbanizaciones a las que llegaron a vivir también militares y funcionarios afloraron aparcamientos, jardines y áreas comunes. Arquitectos como Mario Pani no solo estaban creando el concepto de lo multifamiliar, si no que allanaban el terreno en el que iba a desenvolverse el Hombre Urbano.

Con el paso del tiempo, algunos de estos edificios emblemáticos, en los que vive uno de cada dos defeños, se deterioraron, los vecinos pusieron rejas en la puerta y dejaron de darse los buenos días. Así ocurrió en la Unidad Habitacional de Cuemanco, aunque a este un conjunto de edificios tristones en el sur del DF algunas hojas verdes le han salido al comienzo de 2015. El colectivo artístico español Boamistura -buena mezcla en portugués- ha pintado de colores 12 fachadas que, desde las alturas, dibujan un panorama optimista en lo que antes era lo más parecido a un cementerio de hormigón.

Los chicos del estudio Boamistura, jóvenes que se conocieron pintando grafitis en los andenes del metro a las afueras de Madrid, intervienen en espacios públicos con la intención de convertirlos en un mejor lugar donde vivir. En 2012 colearon las calles de una favela de la periferia de Sao Paulo con lemas como ‘Beleza’ y ‘Orgulho’, y apenas el año pasado, pintaron la colonia Las Américas de Querétaro, esa ciudad mexicana en la que Emilio Butragueño hizo cuatro goles en el Mundial del 86.

Intentan crear un lugar mejor para vivir. Cuemanco, una colmena de 680 apartamentos, es su proyecto piloto

La rehabilitación de Cuemanco, una colmena de 680 apartamentos, forma parte de un proyecto gubernamental, Mejorando la Unidad, del instituto de la vivienda mexicano. Si tiene éxito este proyecto piloto en el que participan arquitectos como Tatiana Bilbao la mejora se extenderá a otras unidades habitacionales necesitadas de una mano de pintura urgente. “Rehabilitaciones de este tipo mejoran la cohesión social de los vecinos. Se va a arreglar también el parque, la acerca, la entrada a los edificios. Queremos volver a llenar de vida el lugar”, dice Carlos Zedillo, director de Sustentabilidad del Infonavit.

Los vecinos pudieron dar su opinión antes de que los de Boamistura se subieran a la grúa y comenzaran a dar brochazos. En una primera reunión, los españoles presentaron un boceto en la que frases de poetas mexicanos como Jaime Sabines cruzaban varios edificios. Desde cierta distancia podía apreciarse el verso completo. Después de ver cómo habían llenado de vida y color otros barrios, a los habitantes de Cuemanco, que viven junto a un lago, les pareció poca cosa tener escrito en su fachada una letra gigante. El resultado final, sin duda, es mucho más placentero para la vista: un elote resplandeciente, las manchas en azul de un jaguar, las hojas de un maguey en distintos tonos de verde. “Una maravilla”, zanja una octogenaria, plantada frente a uno de los murales, todavía con las bolsas de la compra en la mano.

A cada lugar al que llega, Boamistura selecciona a un puñado de jóvenes del barrio para que echen una mano y de paso aprendan el oficio. Osvaldo Bárcenas camina por el aparcamiento con el aire distraído de un adolescente pero cuando alarga su largo brazo para saludar deja ver unas canas que nacen en las patillas y se extienden por una poblada cabeza. Osvaldo padece insomnio desde hace cinco años. Se unió al proyecto porque le dijeron que el trabajo pesado se hacía por la noche y le pareció una buena idea consumir la madrugada con un rodillo en la mano. Resulta que el grueso del esfuerzo se realiza durante el día y aquí está, a la una y media de la tarde, con los párpados pesados, a punto de cerrarlos como una persiana. “Me gusta, me gusta lo que hacemos”, dice somnoliento, “está padre cambiarle la cara al barrio. ¿Qué voy a hacer ahora? ahorita voy a casa. Comeré y dormiré otra hora. Me ducho y me duermo otra hora”.

Es casi de noche en la cabeza de Osvaldo, pero en esta mañana de finales de diciembre el cielo está abierto y el sol pega sin la menor compasión. “México puede ser uno de los mejores países del mundo si hace las cosas bien y eso pasa por vivir en entornos agradables y creativos”, señala Rubén Martín, uno de los componentes de Boamistura. A Martín le bastó con darse una vuelta por el museo de Antropología y conocer a unos cuantos tatuadores influyentes para darse cuenta de que la historia mexicana estaba ligada íntimamente al color. Esta gama despreocupada y alegre a la vista parece haber brotado del suelo en este rincón de la ciudad y trepado como una enredadera por unos edificios hasta ahora olvidados.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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