“La sociedad avanza y es cada vez menos machista; la fotografía no”
Cristina García Rodero reflexiona sobre su vida, su obra y su visión ética de las cosas
Cristina García Rodero (Puertollano, Ciudad Real, 14 de octubre de 1949), es uno de los más grandes nombres en la historia de la fotografía española. Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera docente en 1974 dando clase de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid. En 1983 empezó a impartir clases de fotografía en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, actividad que realiza hasta 2007. Ha compatibilizado su tarea docente con la creación fotográfica y la colaboración en diversas publicaciones periódicas españolas y extranjeras. En 2009 se convirtió en la primera española en ingresar en la agencia fotoperiodística Magnum.
Pregunta. ¿Cómo empezó su devoción por el arte, por plasmar en fotografías su visión de la realidad?
Respuesta. Por el arte desde niña, pues dibujaba muy bien. Yo creo que según el desarrollo del cerebro o la familia que has tenido, desarrollas unas aptitudes u otras. Las matemáticas siempre se me dieron muy mal y, sin embargo, todo lo relacionado con la danza, con la pintura y el dibujo era algo que disfrutaba y se me daba bien. Desde pequeña quise estudiar Bellas Artes y en cuanto a la fotografía, empecé a interesarme por ella a los 11 años, pero para jugar. A los 16 era más que un juego, empezaba a ser una necesidad. A los 20, que es cuando entro por primera vez en un laboratorio, ya digo que soy fotógrafa.
P. ¿Qué significó para usted la beca fotográfica que le concedió la Fundación March en 1972?
R. Muchísimo. Al terminar la carrera, sabía que iba a tener que vivir de la enseñanza y yo lo que quería era vivir años de aventura, conocerme a mí misma y también a mi país. Y la beca fue la forma independiente de encontrar algo que me hacía ser aventurera y ser creadora, ponerme a prueba a mí misma, sobre todo me dio la oportunidad, los medios. Yo he sido siempre muy tímida y esta beca me dio la fuerza para, por ejemplo, meterme en todas las procesiones, que han sido siempre muy de hombres, o cosas que me dan miedo como son los toros.
P. ¿Aprendió todo lo que sabe de fotografía en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Madrid o sobre todo en sus viajes haciendo fotos?
A los 20 entré por primera vez a un laboratorio y ya dije soy fotógrafa
R. No, te voy a contar: yo tenía mucha necesidad de aprender, en España no había escuelas de fotografía, pero estaba Artes y Oficios y había una asignatura que era fotografía, entonces me matriculé. En esa época estaba haciendo la carrera de Bellas Artes, terminábamos muy tarde y tenía que ir hasta la calle de La palma y cuando llegaba estaban todas las ampliadoras ocupadas porque había muy pocas. Tenía que esperar a que llegara mi turno y cuando llegaba y estaba concentrada y feliz, venía el conserje tocando las palmas y diciendo: “Hemos terminado, hemos terminado, la hora, la hora”. Entonces lo que hice fue pedir a mis padres que por Reyes nos regalaran una ampliadora a mi hermana y a mí, pues la había contagiado con el virus de la fotografía. La montamos en la cocina, esperábamos a que todos terminaran de comer y se fueran para encerrarnos. Y allí nadie tocaba las palmas porque había que cerrar la escuela. Después se las llevaba al profesor de fotografía que creo que se llamaba Antonio, y él me las corregía. Él siempre fue muy positivo conmigo, siempre me animó mucho, y al final cuando él se jubiló me pusieron en su puesto. Mi profesor fue un ejemplo para mí de cómo hay que enseñar a los demás. Me enseñó a corregir pero constructivamente, animándome siempre. Yo nunca olvidaré a ese hombre porque era una persona maravillosa.
P. ¿Qué significó para usted ser la primera española en entrar en la Agencia Magnum?
R. No lo sé, a veces tocan estas cosas en la vida. Quizá porque he podido dedicarle mucho tiempo a mi trabajo, porque también la sociedad va avanzando y cada vez es menos machista, pero la fotografía no. La mujer va recobrando más el puesto que le corresponde, se va atreviendo con trabajos que durante siglos han pertenecido a los hombres... Pero en la fotografía han predominado los hombres sobre las mujeres. No sé por qué no hay más mujeres en Magnum. Tampoco sé por qué no hay más fotógrafos españoles en general. Quizá porque la fotografía es una profesión que te exige mucha dedicación, el estar cambiando de un país a otro, etcétera., y eso afecta enormemente a la vida privada. Muchos de los fotógrafos y reporteros están divorciados porque es muy difícil compaginar ambas vidas. Me ha encantado que me hayan aceptado, primero por ser mujer, segundo por la edad que tengo y tercero por entender mi fotografía, que es fotografía de lo cotidiano.
P. ¿A usted la llamaron para entrar en la Agencia Magnum?
Quiero que mi obra viva cuando yo ya no esté y en Magnum la conservarán
R. Un fotógrafo que pasó a mis clases y vio mi trabajo me dijo que creía que sería bueno que yo entrara en Magnum. Lo que me decidió finalmente a entrar en Magnum fue el estar con sabios de la fotografía, poder hablar con ellos de fotografía. Qué va a pasar con mis archivos cuando yo muera, yo quiero que vivan aunque yo ya no esté, y ellos lo saben conservar muy bien, al igual que el valorar mi trabajo y que no abusen de mí. Es una agencia que te respeta. Mucha gente no entiende que el arte haya que pagarlo, creen que los autores tienen que vivir del aire y que no cuesta nada hacer una obra por lo que da lo mismo hacer copias de ella. Ellos reconocieron mis derechos de autor para evitar que se reprodujeran obras mías.
P. ¿Qué siente al saber que de alguna forma la comparan con fotógrafos de la talla de Cartier- Bresson y Robert Capa al exponer sus fotografías junto a las de ellos en algunos libros?
R. Yo creo que cada cual tiene su propia personalidad. A mí las comparaciones nunca me han gustado, el que ambos queramos hacer un trabajo serio con dedicación, es lo que nos define. Capa se jugó la vida y la dio. Cartier-Bresson es el referente del fotorreportaje. Generaron pautas. Capa, las de cómo hay que fotografiar en la guerra, que nos han servido a los demás para entender cómo trabajar.
P. ¿Cómo consigue estar tan cerca de sus objetivos, nunca le dicen nada por acercarse tanto?
R. Pues es lo que se genera en cada momento, a veces puedes hablar y otras no, a veces te ríes con ellos, otras tú te apartas y ellos se acercan, pero generalmente no hay palabras. Lo que hay son diálogos con los ojos, sabes cuándo hay una simpatía, a lo mejor tu simpatía ellos la captan aunque sean personas muy humildes, y hay un diálogo de cariño en unos segundos. En ocasiones te tienes que ir porque terminan hartos de ti o se asustan (se ríe).
P. ¿No se incomodan?
'Entre el cielo y la tierra’ es un trabajo que llevo haciendo desde hace 20 años
R. Cuando se incomodan pues no hago la foto, si percibo que hay agresividad o que salen huyendo les digo que no se vayan, que ya me voy yo. A veces, es necesario preguntar. Cuando hago una foto siempre busco una historia con muchas historias. Pero en fotografía hay que saber esperar, la foto viene sola, es un error ir con la foto en la cabeza porque al mezclarte con todo aquello es cuando surge lo brillante.
P. Hábleme de su trabajo de Entre el cielo y la tierra.
R. Es el trabajo que llevo haciendo desde hace veinte años y que todavía no ha salido a la luz. Como siempre, mi interés está en el ser humano, en lo que lo compone, su espiritualidad, su cuerpo y su carnalidad; hablar de las dos vertientes, cómo algunos deciden ir hacia la divinidad y la espiritualidad y, otros, hacia el cuerpo, hacia lo terrenal. Para realizarlo he partido de esas dos bases, con manifestaciones religiosas o manifestaciones del cuerpo como son el carnaval o los concursos de belleza. La dualidad, las contradicciones, lo religioso, lo pagano, la natural, lo sobrenatural, la vida, la muerte, el placer, el dolor, lo viejo, lo nuevo… Dualidades.
P. La mayor parte de su obra es en blanco y negro, ¿podría decirme por qué? ¿Se siente más cómoda que con el color?
Mi tema es la vida, pero la espiritualidad juega un papel importante en la gente
R. Sí, me siento más cómoda porque te da más libertad técnica. Los fotógrafos, antiguamente, podíamos revelar y llevar el positivo a donde queríamos, con el color no era así, no todos sabíamos revelar en color. Ahora con lo digital puedes hacerlo tan tuyo como con el blanco y negro. Pero lo bueno que tiene este color bidimensional es que te separa tanto de la realidad que te lleva a otra dimensión, crea un misterio. El color ya tiene una importancia en la fotografía, a veces una foto la puede salvar el color, el blanco y negro, sin embargo, no tiene nada a lo que poderse agarrar, o es buena la foto o no lo es.
P. ¿Es la espiritualidad el telón de fondo de sus fotos?
R. No. Es la vida, es la vida… y la vida está compuesta por un montón de cosas al mismo tiempo. Pero la espiritualidad juega un papel muy importante, la gente necesita creer, necesita tener a alguien superior que les proteja, que marque la justicia, un camino. La Historia es la historia del ser humano y la religiosidad está patente desde que el hombre se puso de pie.
P. ¿Qué opina de la actual situación de los fotógrafos que gracias a la tecnología tienen cada vez más fácil hacer fotos pero a la vez más difícil darse a conocer o dedicarse profesionalmente a la fotografía?
R. Si hay algo que ha devaluado a la fotografía es que parte de un medio técnico y eso ha hecho que la gente piense que es muy fácil hacer una fotografía. Eso me parece de una cortedad mental muy grande. El hecho de que cualquiera con una cámara o un móvil pueda hacer una foto también va muy en contra de la fotografía. Ahora los fotógrafos tienen que luchar más para que sus fotos sean valoradas por todo lo que está pasando con la prensa, que el mercado se está abaratando.
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