Egipto reconoce la chapuza de Tutankamón
El ministro de Antigüedades dice que la máscara del faraón “está segura” y que se quitará el pegamento de la barba
Las autoridades egipcias no han podido ocultar durante más tiempo los problemas que a Tutankamón le ha ocasionado su fastuosa ornamentación. Tres días después de que el escándalo por una reparación chapucera diera la vuelta al mundo, el Gobierno del país árabe reconoció ayer que en agosto del año pasado la barba postiza se desprendió del busto del faraón y que se vieron obligados a repararla con un producto poco apropiado para un personaje de su talla.
Decenas de cámaras y periodistas pugnaban ayer por la tarde por hacerse con un sitio en la sala del Museo Egipcio que el ministro de Antigüedades, Manduh al Damati, había escogido para celebrar una rueda de prensa internacional. Allí mantuvo que “no hay peligro”, que "la máscara está segura” y que la única dificultad es eliminar los restos del adhesivo utilizado para sustituirlos por un material más adecuado.
El arqueólogo alemán de la Universidad de Mainz, Christian Eckmann, quien lleva años trabajando junto a las autoridades egipcias, explicó que acometer “una nueva reparación es irreversible”. “En agosto del año pasado, la barba se cayó”, confesó el experto. “Si miras la máscara, es obvio que no se hizo de la mejor de las maneras, porque aún se pueden apreciar restos de pegamento”, añadió después a los periodistas.
La joya del tesoro
Son proverbiales las palabras que pronunció un obstinado Howard Carter cuando su mecenas Lord Carnavon le apremiaba a expresar lo que veía al abrir por primera vez la tumba de Tutankamón. "Cosas maravillosas", acertó a decir el arqueólogo británico, al dar con la morada intacta del faraón que había estado buscando durante años.
Era noviembre de 1922 y Carter ya había excedido todo ultimátum, llegando incluso a prometer pagar la excavación de su bolsillo, cuando se encontró con los más de 5.000 objetos que componían el tesoro de Tutankamón (1332 - 1323 a. C.). La máscara de 11 kilos de peso y 54 centímetros de alto yacía sobre la propia momia, que a su vez se encontraba dentro de un precioso juego de sarcófagos tallados en oro.
El inventario se demoró durante diez años, aunque la máscara ya fue trasladada al Museo Egipcio de El Cairo en 1924. Desde entonces solo ha salido de este refugio para una gira internacional en los años setenta cuando visitó el Louvre y el British Museum. A finales de este 2015 podría ser trasladada al nuevo Gran Museo Egipcio, que se abrirá en esas fechas a los pies de las Pirámides de Giza.
Para entonces las autoridades ya habían permitido la entrada a la solemne sala del museo en la que se exhibe la famosa figura, que sigue presidiendo los tesoros del joven faraón. A ojos del visitante más descuidado, las huellas de la atropellada reparación no son tan evidentes como parecían en las primeras fotografías que habían comenzado a circular. Pero fijando la atención, los residuos amarillentos se pueden apreciar entre la barba y el mentón.
Al parecer, se trata de un problema de peso. “Durante su historia, la barba se ha caído varias veces”, aclaró el arqueólogo alemán. “En 1941 se reparó por primera vez y se mostró así en el museo. Hace unos meses durante unos trabajos para cambiar la iluminación, tocaron la barba y se cayó, porque el aditivo anterior no pudo resistir después de 70 años”, agregó.
El material utilizado en esta ocasión fue una resina epoxi, un producto de secado rápido que se emplea con metales, piedras o plásticos, generalmente en la construcción. Según el ministro de Antigüedades, “el debate se centra en saber si es práctico o no”, aunque los expertos parecen tenerlo claro.
El director del Museo Egipcio ya había asegurado que durante los tres meses que él lleva en el cargo no se había producido ningún incidente. Y el propio ministro reconoció que se enteró del problema “hace dos días”. Tan sólo los trabajadores del laboratorio de restauración estaban al tanto de lo ocurrido.
Ahora las autoridades se disponen a formar un comité de expertos integrado por arqueólogos y científicos que debería acometer una nueva reparación de la barba. “Será un trabajo extremadamente delicado”, confiesa el experto alemán. “No hay más arañazos, no hay más peligro”, se encargaba de recalcar en varias ocasiones el titular de Antigüedades.
Las autoridades acusan a la prensa de exagerar los daños y se lamentan por la mala imagen creada tras la repercusión que ha tenido en medios de todo el mundo y en las redes sociales. Durante las últimas 72 horas los responsables del patrimonio egipcio han insistido en que la máscara se encuentra en un buen estado de conservación, pero no reconocieron el desaguisado hasta que la controversia les había desbordado por completo.
Hasta nueva orden la máscara del joven faraón seguirá ocupando su lugar de privilegio en el Museo Egipcio, un edificio ubicado en el centro de El Cairo en el que se hacinan más de 100.000 piezas y cuyos almacenes guardan muchas más piezas de las que se exhiben. A finales de este año está previsto que se inaugure un nuevo recinto, cerca de las Pirámides, donde se trasladará gran parte de las colecciones. Está previsto que los tesoros de Tutankamon sea una de ellas y que su máscara pueda seguir luciendo sin temor a tener que ruborizarse debido a su cuidado facial.
Babelia
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