Lassalle ve la vida cultural “atrapada en el modelo de la Transición”
El secretario de Estado de Cultura critica la escasa colaboración entre las instituciones
La cultura puede transformar una vida o una ciudad y ser un negocio. Del papel que tiene en el desarrollo económico —en España supone el 2,7% del PIB— y de las dificultades para arribar a buen puerto se habló ayer en Madrid en el coloquio La cultura como motor de desarrollo, organizado por la Fundación Botín y EL PAÍS y abierto a las preguntas del público.
El secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, puso el picante al alabar el modelo estadounidense, con protagonismo del mecenazgo, que contrapuso al español, “en el que hay tres instituciones: los Ayuntamientos, las autonomías y el Estado, que compiten y no cooperan, lo que lleva a que cada uno quiera salvaguardar su relato cultural”. Según Lassalle, esta situación ha llevado a que “estemos atrapados en el modelo cultural de la Transición”.
Julián Rodríguez, director literario de la editorial Periférica y director artístico de la galería Casa sin fin, subrayó los que llamó "nuevos proyectos culturales de guerrilla”, que proceden “de la comunidad, porque la idea del artista que trabaja en solitario ya no es efectiva”. Rodríguez explicó cómo empezaron hace cuatro años en su galería a trabajar con creadores que no generaban dinero en el mercado, como Daniel García Andújar, que ahora expone en el Reina Sofía. En el debate, moderado por el director editorial de PRISA, Javier Moreno, la directora de Matadero Madrid, Carlota Álvarez, definió su centro, dependiente del Ayuntamiento, como "una comunidad de vecinos en la que hay cuatro instituciones públicas y seis privadas". “Estamos urgidos a trabajar con asociaciones y empresas. La clave de nuestro éxito es ser permeables", añadió Álvarez, quien se mostró de acuerdo con Rodríguez: "El trabajar aislados es algo pasado".
Copias nefastas
Juan Ignacio Vidarte, director general del Guggenheim de Bilbao, un hito transformador de la ciudad vasca, subrayó otros casos en España que "de manera nefasta" han intentado imitar el modelo bilbaíno: "Se han hecho proyectos sin sentido. Se ha creído que un problema de una ciudad se podría resolver con un edificio que hiciera un gran arquitecto y no ha sido así".
Por último, Cristina Iglesias, premio Nacional de Artes Plásticas en 1999, habló de su proceso de creación, en el que se ve obligada a pensar también en la relación que va a tener con las instituciones y con el museo que va a albergar su obra: “Los ciudadanos pueden ver ese museo o ese espacio en la ciudad como un refugio donde evadirse del mundo cotidiano”, explicó la escultora.
Babelia
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