La tragedia griega une a tres grandes de la escena española
Andrés Lima, Alfredo Sanzol y Miguel del Arco lanzan en Madrid el Teatro de la Ciudad, un único espacio escénico de locura y sabiduría donde compartirán sus creaciones
En una apuesta decidida por la dramaturgia griega y sus tragedias ha nacido en Madrid el Teatro de la Ciudad, un proyecto ambicioso y novedoso en España en el que tres grandes de la escena —Alfredo Sanzol, Miguel del Arco y Andrés Lima— han dejado a un lado sus particulares y personales visiones para aunar esfuerzos, buscar y acometer juntos formas de trabajo colectivas, en el que cada uno de ellos y sus respectivos equipos aporten diferentes maneras de afrontar la creación. Será el Teatro de la Abadía, que dirige José Luis Gómez, la casa común de este proyecto, que surge con la voluntad de generar un espacio físico y humano que sirva de investigación, producción y exhibición de las obras que se vayan poniendo en marcha.
Lo que nació como un sueño de esos tres directores, que pusieron en marcha la primavera pasada talleres con actores y técnicos, se ha convertido ya en una realidad. El Teatro de la Ciudad, que ha sido presentado oficialmente en Madrid esta semana, se estrenará a lo grande con tres clásicos de la tragedia griega, Medea, Edipo Rey y Antígona, dirigidas por Lima, Sanzol y Del Arco, respectivamente.
En un mismo espacio escénico, los montajes se irán alternando a lo largo de los días (del 21 de abril al 21 de junio próximo), de tal modo que los espectadores podrán asistir en una misma semana a las tres representaciones.
Los espectadores se convertirán en cómplices de los espectáculos
Este proyecto, que José Luis Gómez califica como un paso histórico en España —“nunca ha habido nada parecido”—, contará con grandes nombres de la interpretación. La actriz Carmen Machi se meterá en la piel de un hombre, Creonte, el poderoso rey de Tebas que se enfrenta a su sobrina Antígona, papel que interpretará Manuela Paso, en la obra de Sófocles. Aitana Sánchez-Gijón sera Medea, esa mujer inteligente y bella desgarrada por el amor a un hombre, y Juan Antonio Lumbreras hará de Edipo Rey en la pieza dirigida por Sanzol.
Estas tragedias supondrán solo el aperitivo a lo que quieren convertir en la gran sorpresa de esta experiencia. Cada día, La Abadía se transformará en un punto de encuentro, un espacio imprevisible en el que los espectadores que lo deseen, tras asistir a los montajes, podrán acceder a coloquios, debates, música, piezas cortas o bailes.
Entusiasmo es el nombre que han elegido los tres directores para esta propuesta, que combinará la locura y la sabiduría, en la que el espectador no sabrá nunca cuándo o dónde se producirá el hecho teatral. “No será un cuarto espectáculo alargado. Será una velada en la que, con la complicidad del público, nos pondremos el entusiasmo por montera”, aseguran sus creadores. Y añaden: “Nuestra pretensión es generar la experiencia en el espectador de algo más que una mera función”.
Toman la palabra, se la quitan, añaden reflexiones, debaten... Así es en público y así ha sido también en privado esa corriente que ha ido impregnando a los tres dramaturgos, que les ha hecho cambiar de opinión y de perspectiva, equivocarse, probar y jugar en un ambiente de “mestizaje y fraternidad”. Sin someterse a condiciones estilísticas y llevando la libertad creativa hasta sus últimas consecuencias. “Te sientes más valiente a la hora de superar tus limitaciones en estos momentos de gran incertidumbre”, explica Sanzol.
¿Por qué la tragedia griega con la que está cayendo? “Nosotros luchamos por hacer un teatro con cierta profundidad. No queremos rehuir la mirada, sino meter el dedo en nuestras llagas y mirar de frente al dolor, compartiendo un hecho teatral y siguiendo la corriente que se ve en la gente de la calle que ha dejado de estar adormecida y está decidida a abrir los ojos”, señala Lima, para quien el teatro, como para sus dos colegas, “no solo tiene que buscar entretenimiento, sino sobre todo respuestas”.
El Teatro de la Ciudad nace con vocación de ser sostenible y abrir sus puertas a otros creadores contemporáneos y a los nuevos valores de la escena teatral y de que su ejemplo sirva de base para otros.
Los tiempos, opinan todos, no son los mejores, pero ellos no se arredran ante ello. Tiran para adelante por necesidad vital. No es un acto de resistencia, aseguran, frente al mapa cultural “triste y arrasado”, sino un acto de creatividad e intención. “Un acto de alerta”.
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