El claustro de nunca acabar
Los expertos que defienden la autenticidad del monumento de Palamós contradicen al dictamen oficial mientras la Generalitat decide no proteger la construcción
Confuso, torpe, inexacto, indocumentado, superficial, de atrevida ignorancia, con argumentario limitado, radicalmente falso y deplorable. Son algunos de los calificativos empleados por los máximos defensores del carácter románico del claustro de Mas del Vent de Palamós (Girona) frente al informe dado a conocer en noviembre por la Generalitat en el que se aseguraba que la construcción era una recreación del siglo XX, sin elementos románicos del siglo XII. Unas conclusiones que han llevado a que esta semana, el Gobierno catalán haya decidido no proteger ni catalogar este edificio sin duda polémico.
Parecía que con su silencio, Gerardo Boto, el profesor de Historia del Arte Medieval de la Universidad de Girona que dio a conocer la existencia del claustro, y Marius Vendrell, el geólogo de la Universidad de Barcelona, experto en el estudio de los materiales de construcción histórica, daban por buenos los resultados negativos del equipo coordinado por el catedrático Eduard Carbonell. Pero no.
Los dos investigadores se mantienen en sus trece sobre la autenticidad del claustro, tal y como intentan demostrar en un documento de 17 páginas publicado ayer en el blog masdelvent.blogspot.com.es/ en el que responden, uno por uno, a los 37 argumentos que, según la Generalitat, avalan la falsedad.
Gerardo Boto y Marius Vendrell replican con un texto de 17 páginas
Según el contrainforme, las técnicas y las herramientas empleadas en Palamós sí son las utilizadas para construir edificios románicos; las marcas dejadas en la piedra por las palancas para desmontarlo de su lugar original es imposible que sean las de extracción de la roca, tal y como defiende la Generalitat. Frente a la consideración de que su uniformidad es sinónimo de modernidad, enumeran una serie de claustros, como el de Poblet, Santes Creus, Vallbona de les Monges o Sant Domènec de Girona, que deberían ser considerados falsos también. Además, para ellos no hay duda de que un claustro románico no era un trabajo improvisado y sin diseño previo. “El referente del redactor de este punto no pasa de ser Los pilares de la Tierra”, mantienen.
En cuanto a la afirmación de que no se han encontrado morteros ni pátinas antiguos, aseguran que disponen de un informe, que Carbonell conoce y que se ha obviado, en el que se demuestra que existen restos de mortero diferente al empleado en Madrid y Palamós, así como de pátinas anteriores a las aplicadas en Girona, las únicas que reconoce la Generalitat. Además, aseguran que las marcas de cantero, que no localiza Carbonell por ningún lado, están presentes en los arcos, sobre todo en las juntas, pero nunca en la cara visible ni en los elementos escultóricos, por razones evidentes.
Para ellos, la afirmación de que los arcos de Mas del Vent son una réplica de San Juan de la Peña es “una visión superficial que sólo es factible desde un punto de partida prejuzgado”. Boto sigue manteniendo que la construcción se levantó usando pie capitolino, sinónimo de que es románico, y no en metros, como defiende el experto convocado por Carbonell.
En el documento, en el que reiteran que nunca han defendido que todo el conjunto sea románico, se llega a asegurar que los especialistas de la Generalitat “no han visto nunca una dovela medieval desmontada” y tampoco “conocen el comportamiento, usos y construcción de mortero de cal”, al negar que las incisiones de las dovelas de los arcos fueran para verter el mortero. Para los dos investigadores, en el extenso informe de más de 800 folios de Carbonell “no hay nada concluyente que hable de la contemporaneidad del claustro”.
Acusan a los expertos oficiales de no haber visto “una dovela medieval desmontada”
El documento plantea una serie de preguntas a las que, según sus firmantes, la Generalitat no responde en su propio informe. Entre ellas: por qué se escogió para crear un claustro en Madrid piedra de Salamanca, dos ciudades separadas por 214 kilómetros por carretera, cuando en la propia Ciudad Lineal madrileña, donde la obra se montó en 1931, existía una oficina donde se comercializaba piedra de Colmenar que llegaba a una estación de tren propia; por qué se ha encontrado una doble numeración, una de ellas con caligrafía del siglo XVIII, momento en que, defienden, se desmontó el claustro de la catedral vieja de Salamanca; o por qué existen en Palamós, si se creó en los años treinta, copias de capiteles románicos desconocidos hasta finales de los cuarenta.
El contrainforme de Boto y Vendrell fue enviado el pasado martes a los miembros del Consejo Asesor del Patrimonio Cultural (CAPC) para que lo tuvieran en cuenta a la hora de decidir si seguía adelante o se archivaba el expediente para proteger el claustro como Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN), similar al Bien de Interés Cultural (BIC) español, tal y como establece la ley de patrimonio catalán.
Fuentes cercanas a este organismo aseguran que, casi siempre, sin apenas debatir, se aprueban los informes que elaboran los propios técnicos de la Generalitat. En la reunión del martes fue el propio Carbonell el que defendió su trabajo. Y convenció, porque el CAPC aprobó, por “unanimidad absoluta”, según la Generalitat, archivar el expediente de protección del claustro y no catalogarlo como BCIN, dejando en manos del Ayuntamiento de Palamós la responsabilidad de su conservación.
Un edificio polémico
1931. El anticuario Ignacio Martínez Martínez adquiere el claustro. Comienza su montaje en un solar de Madrid. El dueño encarga al restaurador Julián Ortiz Fernández que cuide el conjunto.
1958. Hans Engelhorn, antepasado de Kurt, el actual dueño, adquiere el claustro.
Mayo de 2012. Durante unas jornadas en la Universidad de Barcelona, el profesor de la Universidad de Girona Gerardo Boto dicta una conferencia sobre el claustro y su estado.
5 de junio. EL PAÍS publica la noticia de la existencia del conjunto.
7 de junio. Los técnicos de la Generalitat inspeccionan por primera vez la construcción.
31 de julio. La Generalitat concluye que el conjunto es moderno, aunque cuenta con una serie de elementos originales del siglo XII y decide no protegerlo.
20 de junio de 2013. Boto asegura en un congreso en Lisboa que el claustro es románico del siglo XII y que formó parte de la catedral vieja de Salamanca.
Agosto 2013. La Generalitat rectifica, encarga un segundo informe sobre las arcadas y abre un expediente para protegerlas.
19 de noviembre de 2014. El segundo informe de la Generalitat concluye que el claustro es totalmente falso.
9 de diciembre. El dueño del claustro anuncia que lo abrirá al público y asegura que "no hay pruebas científicas definitivas sobre su falsedad. Puede haber otros estudios".
15 de enero de 2015. Los defensores de la autenticidad dan a conocer un contrainforme en el que mantienen sus tesis. La Generalitat ha decidido no protegerlo como Bien Cultural de Interés Nacional.
Babelia
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