Alvin Langdon Coburn, un visionario de la fotografía
La Fundación Mapfre exhibe una retrospectiva de 180 de sus obras
El día de su octavo cumpleaños, Alvin Langdon Coburn (Boston, 1882-Gales, 1966) recibió como regalo una cámara fotográfica, una Kodak, y ya no hubo mejor entretenimiento para él. Hijo de una familia acomodada, al cumplir los 15 tenía en su casa todo lo necesario para revelar y experimentar con las fotografías. Un primo suyo, Fred Holland Day, reconocido artista y fotógrafo, impulsó la temprana vocación de Coburn, animándole a viajar a Londres, el centro de la creación artística en esos años. Desde entonces, la carrera de Coburn se disparó hasta convertirse en una de las figuras más importantes del pictorialismo de finales del XIX y de la vanguardia de principios del siglo XX. La Fundación Mapfre exhibe hasta el 8 de febrero una retrospectiva de 180 obras en las que se abordan todos los grandes temas que realizó, hasta su abandono de la fotografía y búsqueda de paz espiritual en un convento de Rhos-on-Sea, en Gales; circunstancia que ha hecho que sea menos conocido que otros compañeros como Steichen, Stieglitz y Strand.
Pamela Glasson Roberts, comisaria de la exposición, ha querido destacar la modernidad de Coburn sin olvidar sus deslumbrantes trabajos pictoricistas. La primera gran serie está dedicada a sus magistrales retratos. Por encargo de la revista Metropolitan Magazine fotografió a artistas tan conocidos como Auguste Rodin o Henri Matisse, el fotógrafo Alfred Stieglitz o los escritores Mark Twain, Henri James, Ezra Pound, Gertrude Stein y George Bernard Shaw, a quien hizo el famoso retrato a la manera de El pensador de Rodin.
La segunda serie está dedicada a Londres y a sus edificios más famosos, aunque siempre retratados desde perspectivas insólitas. Era capaz de pasar días buscando la belleza en entornos improbables hasta encontrar la conjugación perfecta de luz, expresión y tono, en palabras de la comisaría. El puente de Londres, Trafalgar Square o la catedral de Saint Paul son algunos de los paisajes urbanos más bellos elegidos por Coburn.
Los retratos tomados sobre madera o vidrio le situaron a la cabeza de la vanguardia fotográfica
La ciudad de Nueva York y su espectacular crecimiento entre 1903 y 1912 ocupa otro de los apartados más importantes del recorrido. Los puentes en construcción y un skyline en imparable crecimiento, junto a la maquinaria industrial y escenas portuarias son escenarios perfectos para realizar imágenes de atmósfera futurista. En esta serie se encuentra su fotografía más famosa, El pulpo (1909), una imagen casi abstracta tomada desde la cima del Metropolitan Tower que representa los senderos despejados de nieve del Madison Square Park.
Gran parte de la exposición está dedicada al paisaje europeo con lugares siempre reconocibles, aunque de apariencia diferente. En su recorrido europeo se incluyen unas bellísimas imágenes de Cádiz realizadas en el puerto y en la plaza de toros.
De su periodo más vanguardista se muestra su participación en el movimiento vorticista británico, liderado por el artista Wyndham Lewis y el escritor Ezra Pound entre 1914 y 1915. Este movimiento artístico estaba caracterizado por el arte geométrico y semiabstracto, basado en formas procedentes de las máquinas y la arquitectura, que le conferían muchas similitudes con el cubismo, el futurismo y el expresionismo. Junto a Pound diseñó un artilugio al que llamaron vostoscopio y con el que podían tomar imágenes fragmentadas gracias a la colocación de los espejos. Los retratos tomados sobre madera o vidrio le situaron a la cabeza de la vanguardia fotográfica. Pero él, desconcertado por el estallido de la Gran Guerra, prefirió abandonar las experimentaciones mundanas y retirarse a un convento.
Babelia
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