Eva Perón arde sobre las tablas
Memoria, mitos e historia, ejes de la propuesta teatral argentina en la feria del libro
Cuando se enciende la luz –apenas un rayo cenital, que clava su figura al escenario– la mujer está sentada ante un escritorio del que se derrama una bandera argentina. Por 35 minutos su voz –enérgica, crispada– mandará en ese espacio y el teatro volverá a ser cuerpo encendido, para representar Eva Perón en la hoguera, unipersonal actuado y dirigido por Cristina Banegas.
La obra, recreación escénica de un poema del mismo nombre escrito en 1972 por Leónidas Lamborghini, fue una de las cuatro que integraron la propuesta teatral de la Argentina como país invitado de honor en la 28ª Feria del Libro de Guadalajara, el encuentro editorial más importante de Iberoamérica. Las tres restantes trabajaron también el eje memoria/identidad: Terrenal, una versión criolla del mito de Caín y Abel, escrita y dirigida por Mauricio Kartun, maestro de teatristas; cuatro monólogos del proyecto Teatro por la Identidad, que se vincula con la búsqueda de los 500 nietos de las Abuelas del Plaza de Mayo, que aún permanecen con sus identidades cambiadas como dolorosa esquirla de la dictadura militar (1976-1983) y un espectáculo teatral-audiovisual, pensado como homenaje al poeta Juan Gelman, fallecido en enero, a partir de poemas de su último libro Amaramara.
La puesta en escena de Banegas (Buenos Aires, 1948) es austera y el texto manda. “Hice por primera vez esta obra hace 25 años con una puesta muy exigente de Iris Scaccheri”, cuenta la actriz. “Hace dos años al cumplirse 60º aniversario de la muerte de Eva Perón volví a hacerla en la Biblioteca Nacional. En un descanso, mirando por una ventanita, me puse a pensar que en ese mismo lugar vivió, agonizó y murió Evita: allí estaba la residencia presidencial, que después fue demolida por la Revolución Libertadora para que no quedara santuario alguno. El último verso del poema de Lamborghini dice: ‘Mi palabra está’. ‘¿Sabés a qué hora terminaste? A las 20.25’, me dijo Horacio González, director de la biblioteca, cuando me saludó ese día. Esa es exactamente la hora a la que murió Eva”. Esa "sincronía", recuerda, la decidió a volver a representarla.
Para la actriz y directora, reencontrarse con el “texto extraordinario y sofisticado” de Lamborghini es muy gozoso. La puesta permite que ese texto sea protagonista y gane efecto dramático la intervención que hace el poeta de La razón de mi vida, un libro firmado por Eva que toma las ideas centrales de su discurso. Lamborghini trabaja la intermitencia y va creando un ritmo a partir de ese “discurso sesgado”, que delinea una Eva en llamas: "de un siglo. océano. un. la raza explotadora. contra. / allí mis obras: a mí me ha tocado. / a mí: destruir con mis obras. contra toda. mis obras nacen". México respondió. “Estaban como en misa, había un silencio impactante, había mucha escucha, muy buena calidad de atención”, cuenta Banegas, para quien cada representación depara una sorpresa: “Es una puesta en algún punto performática de mi parte porque el texto crece y me anima a hacer cosas. La primera vez que lo hicimos mis dos asistentes se 'whatsapeaban' entre sí: ‘se está subiendo al escritorio’ y ¡En efecto estaba haciéndolo!”.
Terrenal, de Kartun, fue el otro plato fuerte de la embajada teatral a Guadalajara. El autor de El niño argentino trabajó con parte de la Biblia, reinterpretándola en clave bonaerense. Tres actores, Claudio Da Passano, Claudio Martínez Bel y Claudio Rissi, recrean a Abel (devenido vendedor de lombrices como carnada viva para pescadores del Tigris), Caín (productor de morrones) y Tatita respectivamente (el "tata" es el padre en la cotidianidad del campo argentino y aquí alude a dios). El humor es central en el acercamiento de Kartun. “Creo que me metí con patas y todo sin saber muy bien qué cosas encontraría ahí en el mito de Caín y Abel. Además de los exégetas bíblicos El Libro tuvo siempre otros lectores bastante menos obedientes, los eiségetas, que insertan sus propias interpretaciones personales, que toman la Biblia más al I Ching, en su carácter de metáfora interminable. Yo le entré a la mitología hebrea por esa puerta eisegética y fui encontrando pistas para armar mi propia lectura, spinozista y ácrata de la leyenda”, cuenta.
El lenguaje también es clave en Terrenal y el texto de Kartun (San Martín, 1946), una delicia, que desafió al director a la hora de pensar la puesta: “Vagabundeamos durante meses por tres o cuatro hipótesis bastante distintas hasta que cierto impulso beckettiano nos llevó para el lado del dúo de variedades. Ahora que lo veo montado no puedo imaginarlo de otra manera, y son tan eficientes los tres actores en ese código, tan efectiva esa comicidad, que parecía cantado”.
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