Alegrías y penas del pequeño librero
La celebración del Día de las Librerías no oculta los problemas del sector
La celebración ayer de la cuarta edición del Día de las Librerías no pudo ocultar una realidad insistente: el preocupante presente y futuro del pequeño librero. Por cuarto año, e impulsados por la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), los pequeños y medianos comerciantes montaron en sus locales fiestas, lecturas y actos culturales, y permanecieron abiertos hasta las diez de la noche. Pero mientras tenía lugar esta celebración se reactualizaba, por boca de la propia CEGAL, el dato fatídico: un 21% de las librerías cerraron sus puertas en España en los últimos cinco años.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en España había el año pasado 5.556 librerías, sin contar grandes cadenas ni centros comerciales. Según el barómetro de Ventas de CEGAL de los dos últimos años, el sector mantuvo una facturación anual en España de unos 700 millones de euros, y un volumen de ventas de cerca de 45 millones de libros al año. Los últimos datos del barómetro, correspondientes al segundo cuatrimestre de 2014, arrojan un descenso del 7,4% en la venta de libros. Es un descenso menor que el registrado entre los mismos períodos de 2013 y 2012 (un 9,4%). Pero otro dato descorazonador subsiste: entre 2007 y 2014, la facturación anual de venta de libros en España ha pasado de 3.123 millones a 2.181.
En este contexto, las voces expertas vaticinan que las pequeñas librerías que no acometan el necesario proceso de modernización o que diversifiquen su negocio (venta de objetos ajenos al libro, implantación de nuevos modelos de cafés-librería...) morirán de muerte lenta. No falta cierta lógica fatalista en todo esto, para un país cuyos índices de lectura quedan lejos de los de la media europea, y donde las campañas institucionales de fomento de la lectura se han revelado hace tiempo ineficaces.
Babelia
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