La velocidad de la comedia
Versión avícola de El equipo A o de los grupos de élite que se enfrentaban a una situación límite tras otra en la serie Misión: imposible, Los pingüinos de Madagascar protagonizan su primer largometraje casi diez años después de su aparición secundaria en Madagascar (2005). En todo este tiempo, los carismáticos personajes ya habían podido testar su condición de carne de spin-off, a través de su aparición autónoma en diversos cortometrajes y especiales de televisión y de la obtención de su propia serie televisiva regular –ya con tres temporadas en su haber- para Nickelodeon en 2009. Su éxito es buen testimonio del acierto en la caracterización de personajes de una animación Dreamworks que suele confiar más en la aceleración cómica que en el afinamiento del lenguaje animado: el rey Julien y su séquito también tienen suficiente poder de seducción como para volar solos.
LOS PINGÜINOS DE MADAGASCAR
Animación.
Género: comedia.
Estados Unidos, 2014.
Duración: 92 minutos.
Comedia de acción hiper-acelerada, Los pingüinos de Madagascar cree fanáticamente en la poética de la velocidad del cine de Tex Avery, pero no se preocupa tanto como él en medir la fracción de segundo necesaria para digerir –y entender- un gag. Hay muchas ideas afortunadas, un derroche de energía que incendia del primer al último plano y un contagioso espíritu lúdico, pero, también, un modelo de animación más espástico que orgánico que juega en contra de algunos hallazgos visuales, una clara desidia al trazar los personajes humanos y una cierta tendencia a repetir moldes: ¿por qué el villano octópodo parece una idea desechada de Monstruos contra alienígenas (2009) o Megamind (2010)? Porque Dreamworks se repite, pero sus imágenes corren tan a lo loco para que no nos demos cuenta.
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