“Mucho de lo que ocurre en México lo hemos permitido nosotros”
El músico Saúl Hernández estrena nuevo disco y prepara álbum con Caifanes, la mítica banda de rock mexicana
La vida reciente de Saúl Hernández (Ciudad de México, 50 años), uno de los músicos con más pedigrí del rock mexicano y, por ende, latinoamericano, se podría explicar a partir de Dorian Gray y Peter Pan. Líder de Caifanes, un grupo que simbolizó la escena de un país hasta su separación en 1995, encabezó también su relevo, Jaguares, con quienes grabó en 2008 su último disco. Fue entonces, enfilando el medio siglo de vida, cuando se detuvo. “En el espejo veía al compositor que trabajaba para dos grupos, al cantante, al guitarrista, al personaje que deambulaba y remaba por esos proyectos. Pero no lo reconocía, y eso me asustó”, cuenta por teléfono desde Playa del Carmen, donde vive junto a su familia y se oxigena entre conciertos.
Esa confrontación consigo mismo le llevó a iniciar un camino hacia su Nunca Jamás, “un peterpanazo, sí”, bromea cuando se le recuerda al personaje que no quería crecer. En su caso, el asunto era regresar: “Necesitaba volver a conectarme con el Saúl de los 13 ó 14 años, el de la preparatoria y la secundaria, el que no tenía más ilusión que la de construir. Pensé: ‘Vamos, desenrédate, libérate, confróntate, sal de tu cómodo lugar y aviéntate al vacío, a ver si tienes alas”.
Así nació, en 2011, Remando, su primer álbum en solitario, que tiene continuidad en su reciente Mortal, del que acaba de estrenar su nuevo single, Fuerte. “He recuperado muchas cosas. Me he dado cuenta de que me faltaba mucho por recorrer. No asumo esa categoría de músico exitoso, es decir, qué bueno que se ha dado así, pero sigo necesitando mi espacio, y el trabajo en solitario reforzó esa guarida. La conexión del Saúl de 50 años con el adolescente ha creado una dinámica de reencuentro interno muy interesante”, explica, no sin cierto temor: “Estoy tan feliz que me da miedo. No estoy acostumbrado a esta dinámica de bienestar, no en términos de pulcritud o confort. Me entra una sensación de miedo, de que alguien me explique qué está pasando”, bromea.
Su carrera en solitario vino acompañada de la vuelta a los escenarios de Caifanes, después de 16 años lejos de las tablas. Con los estandartes del rock mexicano de finales de los ochenta y principios de los noventa tiene previsto entrar en el estudio en breve. Es ahí donde, de nuevo, atisba una sensación de abismo: “Hay una curiosidad muy grande por parte de los cuatro de ver quiénes son estos caifanes que vuelven a grabar después de tantos años. Llevamos tres tocando juntos de nuevo, espero que haya servido de reconocimiento del territorio y sepamos digerirlo. Volvemos a tener necesidad de contarnos nuestras vidas, los discos se hacen cuando tienes algo que decir”.
Desenrédate, libérate, confróntate, sal de tu cómodo lugar y aviéntate al vacío, a ver si tienes alas"
Hernández tiene claro que son caminos complementarios: “El hilo conductor es el mismo, pero cuando compongo para Caifanes pienso en mis compañeros, me ubico en el camino que han creado con su sonido. Cuando estoy solo, no hay ninguna ubicación”.
El hilo conductor al que hace referencia el compositor son las letras, una forma lírica de componer con apenas diferencias entre Caifanes y Saúl Hernández a secas. Las preocupaciones, al fin y al cabo, son las mismas. Y entre ellas, claro está, el México actual, aterrado por la muerte de 43 estudiantes en Ayotzinapa, un asunto que no esquiva: “Lo vivo como todos los mexicanos, con una sensación de tristeza y una enorme decepción. Solo gente enferma puede desarrollar este tipo de desgracias. Es un atentado contra la humanidad, sobrepasó todo”, lamenta Hernández, con un tono de voz mucho más serio, para después profundizar: “Hay un cáncer muy poderoso que se está comiendo al sistema, que es la corrupción. El sistema político de México es un enfermo en estado terminal, no sé cuánto más va a durar esto. Ha quedado demostrado que entre el Estado y la sociedad mexicana hay un gran abismo. Mientras estén separados no vamos a avanzar mucho. La situación está muy delicada. La gente está triste y enojada. No solamente es lo de Ayotzinapa. Llevamos muchos años así, desgraciadamente la situación de los 43 estudiantes no es nada nuevo”, añade.
Pese a todo, no todo el mundo es consciente. Saúl Hernández recuerda la crónica del concierto de Caifanes en el Auditorio Nacional que publicó a principios de noviembre el diario La Jornada. En ella se contaba la historia de un chico que no estaba tan al tanto de la tragedia de Iguala. “Eso es igual de sorprendente”, admite el músico mexicano: “Nos damos cuenta de que hay que seguir levantando la voz. No tanto con un dedo, señalando, ni mentando la madre, sino para encauzar el camino con el que reconstruir nuestra conciencia. Mucho de lo que nos ha pasado en México lo hemos permitido nosotros como sociedad”.
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