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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

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De Amazon a Google pasando por Apple, sabíamos que utilizaban los países más propicios para surtir el negocio español y someterse a una fiscalidad más razonable

David Trueba
Jean-Claude Juncker
Jean-Claude Juncker

Entre los escándalos fiscales de los últimos tiempos, quizá el que menos indignación provoca es el de las grandes empresas tecnológicas que facturan fuera de nuestro país para evitar la fiscalidad nacional. Son marcas que nos resultan enormemente simpáticas, porque las tenemos asociadas al progreso, a la modernidad, a un nuevo modelo de negocio. De Amazon a Google pasando por Apple, sabíamos que utilizaban los países más propicios para surtir el negocio español y someterse a una fiscalidad más razonable. Las sospechas han ido en aumento hasta dar con una de las claves secretas. El gobierno de Luxemburgo les había ofrecido, junto a otras 300 multinacionales, pactos fiscales muy ventajosos en lo que se podría considerar una estrategia desleal para los países del entorno.

Igual que hace unos meses los tribunales europeos estimaron que unos estudios de cine en Alicante tenían que devolver los más de 250 millones de incentivos económicos que utilizaron para atraer rodajes, ya que perjudicaban a los estudios de otros países europeos con esa estrategia ilegal, ahora lo decente sería aplicar idéntico correctivo al Luxemburgo de Juncker & Cía., pero no siempre se miden con el mismo rasero los delitos similares. Es curioso que no sea del mismo calibre la indignación mediática, y por consiguiente la ciudadana, cuando afecta a empresas con muy buena imagen externa. Con los políticos es fácil, ya están desprestigiados de manera general en lo que es una peligrosa deriva.

Podríamos pensar que era algo español, un país donde la gente es capaz de descargarse ilegalmente videojuegos y música sin ninguna conciencia de delito, pero que sin embargo protege su línea de ADSL y jamás la comparte con el vecino de abajo. Suena a algo parecido a tolerar el robo según una rara selección por fotogenia. Pese a que sabemos desde hace tiempo de las tan antiguas trampas fiscales que estas multinacionales tan modernas están haciendo para sortear la Hacienda española, no existe la menor turbación de los consumidores, que siguen haciendo cola ante las novedades como si les fuera la vida en ello, en ese presumir de nueva tecnología y modernidad, como quien presumía de caballo. Más vale que la política continental sea capaz de afrontar este problema, porque dinamita las bases de la eurozona.

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