Unos bandidos descubren un templo de Tutmosis III
Un soplo a las autoridades evitó un nuevo saqueo del vasto patrimonio del Antiguo Egipto
Los siete cazatesoros que cavaron más nueve metros en el subsuelo de una vivienda en las afueras de El Cairo no fueron capaces de hacerse con el preciado botín que ansiaban: los tesoros arqueológicos de un templo construido por Tutmosis III hace unos 3.400 años que ellos mismos por casualidad descubrieron. Esta vez, un soplo a las autoridades evitó un nuevo saqueo del fantástico patrimonio del Antiguo Egipto, más expuesto a la codicia de los bandidos tras la revolución que derrocó al dictador Hosni Mubarak.
El templo, que data del Imperio Nuevo (1.500 a 1.100 a.C. aproximadamente) se encuentra a unos 40 kilómetros al sur de El Cairo, en la localidad de Badrashín. El ministerio de Antigüedades ya ha recuperado todas las piezas sustraídas por los saqueadores, y sus expertos las están estudiando con detenimiento. Los arqueólogos creen que los jeroglíficos inscritos en las paredes del templo pueden aportar nuevos conocimientos sobre el reinado de Tutmosis III, uno de los más poderosos faraones del Antiguo Egipto.
Entre las piezas halladas en el sito arqueológico figuran varios fragmentos de columnas, estelas murales y una estatua de una persona de unos 2,5 metros de altura tallada en granito rosa. Esta última obra deberá ser convenientemente restaurada pues sufrió un marcado deterioro al encontrarse sumergida en aguas subterráneas. El ministerio de Antigüedades ha asignado al gigante público de la construcción en Egipto, la compañía Arab Contractors, la tarea de proseguir la excavación con la finalidad de preservar el templo.
Entre las piezas halladas figura una estatua de granito rosa de 2,5 metros de altura
El hecho de que el subsuelo de la vivienda estuviera anegado por aguas subterráneas no amedrentó a los avezados cazatesoros, que se dotaron de escafrandras y botellas de oxígeno para llevar a cabo su empresa. Según informaron las autoridades, los siete saqueadores fueron liberados la semana pasada, poco después de ser arrestados. Tras ser delatados, el destino les deparaba una grata e inesperada sorpresa: al no estar catalogado el templo como sito histórico, la fiscalía no tenía base legal para su persecución.
Según el egiptólogo Mohamed Badrán, el hecho de que el patrimonio del Antiguo Egipto sea tan vasto y que buena parte aún esté por descubrir es el mayor desafío al que se enfrentan las autoridades en sus esfuerzos por recuperar los tesoros robados: “Cuando alguien roba una pieza catalogada, de un museo, es relativamente probable recuperarla. En cambio, mucho más difícil es rastrear aquellos restos que descubren los propios saqueadores”. Las redes de contrabando de antigüedades cuentan con una engrasada maquinaria que es capaz de sacar del país con celeridad el material sustraído.
A falta de suficientes recursos humanos para enfrentarse al ejército de cazatesoros presente en el país árabe, los arqueólogos y las autoridades egipcias cuentan con un aliado en las nuevas tecnologías. A través de Google Earth se puede rastrear las actividades de los ladrones del patrimonio artístico. De hecho, se han cuantificado en cerca de 10.000 los hoyos que se atribuyen a excavaciones ilegales en busca de piezas arqueológicas, a menudo realizadas incluso con excavadoras.
Babelia
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