Serrat y nuestras dos lenguas propias
El cantautor demostró desde el principio que podía ser un gran poeta en dos lenguas
Aquellos recitales de Joan Manuel Serrat en Madrid (entonces no se llamaban conciertos) servían para que miles de espectadores escucharan por vez primera el catalán, una lengua que no podían encontrarse entonces ni en la televisión ni en la radio, casi se podría decir que por ningún lado, ni siquiera con subtítulos.
Con Serrat y con Raimon o con Lluís Llach, sin embargo, el público coreaba Paraules d’amor, Al vent, L’estaca…, y se aprendía las letras o, cuando menos, los estribillos. Los espectadores de Madrid cantaban así en catalán y tomaban ese idioma como una lengua propia capaz de expresar lo que sentían, mucho mejor incluso que en castellano.
Serrat demostró desde sus primeros años que podía ser un gran poeta en dos lenguas, y muchos madrileños consiguieron sin demasiado esfuerzo entenderle en ambas; poniendo el corazón donde no les alcanzaba el léxico.
¿Qué nos ha pasado desde entonces?
En 1996, Ana Belén y Joan Manuel (en la gira junto a Víctor Manuel y Miguel Ríos que se llamó El gusto es nuestro), cantaron juntos por toda España precisamente Paraulas d’amor, una de las más hermosas canciones de toda la historia de nuestra música. Primero aparecía sobre el escenario Serrat, que comenzaba la letra en castellano. Y después se sumaba la madrileña de la calle del Oso, que añadía su voz al estribillo traducido pero de inmediato se arrancaba con la segunda estrofa en catalán, idioma en el que ya continuaría la canción hasta un final maravilloso repleto de aplausos.
Esa escena (que he visto y escuchado tantas veces) siempre me puso calor en la garganta y humedad en los ojos, aun repetida y repetida; porque a su indudable valor artístico se le sumaba una metáfora de lo que algún día fuimos.
Una madrileña en catalán, un catalán en castellano. Y por todas partes aplaudían.
¿Qué nos ha pasado desde entonces?
Nos ha pasado que los argumentarios sordos han sustituido a las voces cálidas, y los desafines de los de arriba han desplazado a las armonías de los de abajo.
Mucha gente de buena fe, de acá y de allá, quisiera encontrar ahora un camino para reducir las distancias que tanto agrandan (y falsean) los discursos inflamados.
Quizás las frases ofensivas, las actitudes soberbias y tantos desplantes sólo se puedan tapar ya con las letras de aquellas canciones que viajaban continuamente por el puente aéreo.
¿Cómo arreglar todo esto?
Preguntemos a Serrat. Todos sus versos, toda su discografía en la voz de los grandes poetas de sus dos propias lenguas sabrá respondernos.
Babelia
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