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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¡Ay, qué risa, Isaki Lacuesta!

El intento de crítica a banqueros y políticos que subyace en 'Murieron por encima de sus posibilidades' se convierte en una película bochornosa

Carlos Boyero

No se le puede reprochar a Cédric Kahn, director de Vida salvaje, que haya contado mal su historia, que no haga creíbles a sus personajes, que el resultado no esté en armonía con sus anhelos. La narrativa es sólida, es una película que se ve sin fatiga, con cierto interés. Mi problema con ella es la repulsión que me inspira el personaje que la protagoniza y la complacencia que muestra hacia él su creador, aunque en la parte final intente mostrarse crítico con él, enseñar tibiamente su reverso, describir el desencuentro al que llega con sus hijos. Pero tengo claro a estas alturas de la existencia y de la cinefilia que no me compensa perder ni un segundo con personajes que no me gustan, cuya actitud en la vida me parece tan irresponsable como irritante.

 Este pavo se define como seminómada y marginal, se niega a integrarse en el sistema, desprecia a la gente integrada, vive en una caravana al lado de las autopistas, sobrevive sin hacer la mínima concesión a todo aquello que está en guerra con sus inflexibles principios, tiene muy claro que él representa a la pureza y la armonía con la naturaleza y que todo lo demás es sometimiento, alienación y corrupción. He conocido más de un farsante con hábitos jipiosos, pero me limito a pasar de ellos. Sin embargo, el de esta película basada en una historia real, le quita los hijos comunes a la mujer que ya se ha cansado de vivir on the road, de las continuas penurias materiales, del plasta de su marido. Esos críos son demasiados pequeños para tener poder de decisión. Pero el libertario papá les enseñará a sobrevivir en la intemperie, a que adopten las costumbres de las antiguas tribus indias en comunión con la naturaleza, a plantarles aritos y pendientes después de agujerear sus tiernas orejas, a que convivan fascinados con el hermano escorpión que se desliza por su mano, con la hermana víbora, con el hermano sol, con la hermana luna, con la hostia en verso. Ese espiritual ecologismo no impide que las criaturas también aprendan a desnucar conejos y desplumar gallinas mientras danzan alrededor del hermano fuego. Y a todo esto, la aburguesada madre hecha una pena durante los 10 años que transcurren hasta el soñado reencuentro y la poli en Babia siguiendo torpemente el rastro de los desaparecidos. Cómo entiendo los viejos instintos homicidas de Zappa y de Siniestro Total hacia determinados hijos de las flores. A Mathieu Kassowitz, director impresentable (ya sé que los modernos enloquecieron con la militancia destroyer de El odio) y actor muy dotado para todo lo sinuoso, no parece necesitar de demasiado esfuerzo interpretativo para dar verosimilitud a fulano tan desagradable. Está muy bien, muy natural.

He visto cosas (siento demasiado respeto hacia las películas como para utilizar su nombre en vano) en este festival tan pretenciosas y bobas que tenían capacidad para alterarme el sistema nervioso, como Casanova variations, La voz en off y Aire libre, pero con Murieron por encima de sus posibilidades, dirigida por Isaki Lacuesta, me asalta directamente el bochorno, esa sensación tan ingrata de la vergüenza ajena. No hay nada más patético que intentar hacer reír continuamente al receptor con un despliegue de presunto ingenio, de humor vitriólico, de sarcasmo trascendente y que en el rostro de este solo aparezca el pasmo, el hielo o la mueca. Y se supone que casi todos los espectadores estamos encabronados con los banqueros y con el siniestro estado de las cosas, con hambre de sátira, a falta de poder morder en la yugular a los que siempre salen ganando a costa de la desgracia ajena. La pandilla de loquitos con clave que ha imaginado Lacuesta lleva a cabo ese deseo colectivo, intentando convencernos de que lo que sale de su boca es hilarante y de que ante las situaciones que provocan vamos a partirnos de risa. Debían de confiar tanto los intérpretes (son de lujo) en la desbocada genialidad del guion que trabajaron generosamente en cooperativa para que proyecto tan audaz viera la luz. Benditos sean. Sospecho que el único ataque de risa en Murieron por encima de sus posibilidades va ser el de los banqueros, los políticos, las fuerzas del orden y los pilares del sistema al constatar que el enemigo es tan lerdo.

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