El autor que trascendió al género
El ganador del Goncourt reivindica el género negro y ataca a los críticos “pequeñoburgueses” Pierre Lemaitre se muestra “preparado” ante el “inevitable fracaso” que sigue al éxito
Pierre Lemaitre viene de un gueto literario, lo sabe y lo exhibe orgulloso. El ganador del Premio Goncourt 2014 con la novela Nos vemos allá arriba (Salamandra) tuvo que apartarse de la literatura policial para ser reconocido y seguir imparable en su corta y peculiar carrera literaria. Lemaitre (París, 1951) no empezó a escribir hasta los 56 años y con 63 y un puñado de novelas negras a sus espaldas obtuvo el premio más prestigioso de las letras francesas, algo que le llevó a ser considerado como un traidor por los autores del género. “Te voy a contar una historia divertida” asegura con voz clara, suave, a modo de confidencia, “el día que me dieron el Goncourt le dije a un periodista como reivindicación: ‘Soy un autor de novela policial’. El mismo día. Y me dije: habrá compañeros que me dirán algo, que me escribirán un correo electrónico. Nada, de nada, de nada. Quince meses después, nada. Creo que puedo entenderlo. Es el efecto gueto: cuando formas parte de un género al que le dicen que no puede tener buenos escritores y uno de ellos se sale y es reconocido piensas que ha traicionado al grupo, que incluso ha utilizado a la familia para ganar galones y luego la ha abandonado porque cree que vale más que el resto".
En España, con uno de cada dos jóvenes menores de 25 años en paro se da una situación de violencia inaudita
Lemaitre ha llegado a Segovia para participar en el Hay Festival. Conversador divertido, de reflejos rápidos y respuestas extensas, de frases contundentes pero amables, el autor de Alex sólo se irrita, a su manera tranquila, cuando se le pregunta por la crítica que autores como John Banville han hecho del exceso de violencia explícita en la novela negra. “Creo que es una crítica de pequeños burgueses, sí, de pequeños burgueses.¿Qué es lo que pide un lector del género? Antes de nada, un buen crimen. Una buena muerte”, afirma frunciendo ligeramente el ceño, tocado por una crítica que se puede aplicar a sus thrillers. “Estamos en sociedades en las que la violencia física ha retrocedido pero tenemos una violencia mucho más abstracta. En España, por ejemplo, con uno de cada dos jóvenes menores de 25 años en paro se da una situación de violencia inaudita. No es física, pero ahí está y creo que nuestras sociedades tienen la necesidad de exorcizar esa violencia y en cierta manera el género policial ayuda”.
Antes de la gloria, el dinero y la buena vida, de cambiar la familia policial por el 5% de autores que “viven muy bien y son unos privilegiados, un exceso del mercado que debería ser corregido”, Lemaitre se hizo popular entre los aficionados del género gracias a la trilogía de Camille Verhoeven, un comandante de policía que no llega al metro y medio, todo cólera y sentimientos encontrados y un destino atroz. “A mi personaje me unen el dolor y una visión tremenda de la vida”, asegura con una pequeña sonrisa que contradice el sentido de lo que dice, que pasa a subrayar golpeando la pierna de su interlocutor, como si supiera lo que éste está pensando.
Amante y gran conocedor del género negro, Lemaitre se inició en la novela con Travail soigné, un homenaje a los autores contemporáneos que más admira, Brian Easton Ellis, James Ellroy, David Peace o William McIlvanney, escritores “magníficos, enormes”. Pero la literatura de género tiene un problema, Lemaitre lo sabe y en su espíritu cartesiano sale en busca de una explicación: “La estructura del policial tiene que ser compleja y eso hace que los escritores gasten una energía tremenda en que la historia encaje y no en los personajes. Se fijan más en lo que se dice que en cómo se dice. Sin personajes la historia no interesa. Es verdad que a veces sólo diversión y evasión y está bien. Puedes encontrar un placer enorme en leer a Agatha Christie y luego sobre el plano literario es otra cosa”, asegura este defensor de Raymond Chandler y George Simenon. “Hubo momentos en los años 40 en los que el mejor libro del año era una novela de Simenon, y nunca ha ganado el Goncourt”, afirma dando pie a una pregunta inevitable: ¿Puede ganarlo un autor con una novela del género?
Voy a seguir escribiendo historias sin que el género policial me constriña, dentro de distintos contextos, pero sin perder su carácter criminal”
“Sí”, responde con pausas, en la única sentencia algo titubeante de la entrevista. “Bueno, no puedo hablar por los que entregan el premio, pero subrayaré que sólo hay dos autores en más de 100 años que venimos del género negro: Jean Vuatrin, en los ochenta (1989), que lo ganó a costa de no hacer una novela policial, y yo”. Pocos autores defienden el género a capa y espada como Lemaitre, por la vía del reconocimiento de sus puntos débiles: “Miro a la producción de los últimos años y no veo novelas merecedoras del premio, las mías tampoco, así que seguro que el jurado del Goncourt tiene razón”, zanja.
Entonces, ¿qué es exactamente Nos vemos allá arriba? “No es un policial pero es novela negra”, matiza, siempre didáctico. ”Y lo es porque aporta una mirada crítica y ácida, sobre la sociedad y cierto pesimismo. No todo policial es novela negra. Agatha Christie escribe novelas policiacas que no son para nada novelas negras, a veces son incluso novelas humorísticas”, concluye remitiendo de nuevo a la diana preferida de diatribas.
¿Y ahora qué? “La presión es enorme, pero la certeza del fracaso me da tranquilidad. Estoy preparado. Ha ocurrido con todos los autores que han ganado el Goncourt. Su novela siguiente ha sido destrozada por la crítica y luego han ido remontando. Hay críticos que están esperando a cobrarse la cuenta de mi éxito y parte del público que quieren que escriba la segunda parte de Nos vemos allá arriba y no va a ser el caso”, cuenta. ¿Y la novela negra? “Creo que voy a retirar a Camille, ya ha sufrido bastante, le toca a otro”, asegura mientras posa, encantado, para una foto. “Eso sí, voy a seguir escribiendo historias sin que el género policial me constriña, dentro de distintos contextos, pero sin perder su carácter criminal”. Ya saben, el gueto, cuando se pisa y se vive, deja marca para siempre.
Babelia
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