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El mundo imaginario de Julio Verne

EL PAÍS pone a la venta 40 entregas de sus obras maestras

Portada de 'Viaje al centro de la Tierra', de Julio Verne.
Portada de 'Viaje al centro de la Tierra', de Julio Verne.

Más o menos la misma sensación que a lo largo del pasado siglo XIX tuvo cualquier lector, experimentará usted cuando sostenga los volúmenes que a partir de mañana domingo se ponen a la venta, por 1,95 euros, junto a EL PAÍS con las obras de Julio Verne.

La volcánica penetración hasta el núcleo planetario que es el Viaje al centro de la Tierra inaugura una serie de 40 entregas con las obras maestras de este autor visionario, cuyas predicciones lanzadas a manera de ficción alucinógena han ido cumpliéndose a rajatabla como una guía de invenciones hoy incontestables en su serie Viajes extraordinarios.

De la exploración sobre la Luna al sumergimiento bajo las aguas a las órdenes del capitán Nemo. Del vuelo en globo a las incursiones en los polos, la imaginación de Verne, aparte de inaugurar el género de la ciencia ficción, ha servido de precursora guía para los científicos en una relación inversamente proporcional al dolor de cabeza que supuso para su familia y más concretamente para un padre que le obligó a estudiar Derecho en un intento fallido de arrancarle pájaros de la cabeza.

Nacido en la isla de Feydeau, junto a Nantes en 1828, tuvo que esperar 35 años a que su primera obra fuera publicada. Fue en 1863, cuando encontró un alma gemela, el editor Pierre Jules Hetzel, que se lanzó a dar a conocer su primera novela der aventuras: Cinco semanas en globo.

Lo hizo mediante unas cuidadas ediciones con reproducciones de lujo que constituyen también el atractivo de la nueva colección, fielmente apegada a la original. El mundo de Verne requería de un apoyo iconográfico que hiciera justicia a su desbocada inventiva. Que vivificara los monstruos de su delirio, que ampliara todas las fronteras geográficas en medio de un mundo aún cerrado y que desde el primer momento le bendijo a nivel masivo con un éxito inmediato.

No fue su triunfo una anécdota, sino que ha atravesado las décadas, en una fascinante conjunción con la ciencia y la vida común que le ha ido dando la razón después para casi todas sus propuestas, convirtiéndolo en uno de los cerebros proféticos más importantes de la humanidad. Hoy, Verne, es el autor más traducido del mundo, junto a Agatha Christie.

La edición de sus obras, siempre junto a Hetzel, representó uno de los hitos que han servido de ejemplo en la historia de las publicaciones. Un auténtico tándem es lo que formaban autor y editor. Comenzaron su andadura por entregas en la revista que el editor poseía, Magasin d'Education et de Récreation. Inmediatamente pasaron a libro con ilustraciones en las que reunieron a 16 artistas. Algunos bien reputados en la época, como Emile-Antoine Ballard o Jules-Descartes Ferat, cuyo trabajo en La isla misteriosa, está considerado una obra clásica. Edouard Riou, el más reconocido en su época, se encargó de Veinte mil leguas de viaje submarino, mientras que Alphonse de Neuville se adentró en De la Tierra a la Luna.

Son muestras de todo un compendio que no sólo inauguró uno de los géneros que harían furor en la literatura y el cine del siglo XX, sino que marcó huella en las vanguardias, sobre todo en el surrealismo. La frontera de Verne no se agota. El siglo XXI también es suyo.

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