El Teatro Real sonríe gracias a Mozart y la subida de los abonados
‘Le nozze di Figaro’ abre una temporada 2014/2015 llena de cambios El programa arranca con críticas por las modificaciones
El poder no ama las críticas. De hecho, hace siglos ni las concebía. Y sin embargo Beaumarchais se atrevió a atacar el Antiguo Régimen con una obra, La folle journée, ou le mariage de Figaro, que acabó prohibida en gran parte de Europa. Así, cuando Mozart quiso convertirla en una ópera, el libretista Lorenzo Da Ponte tuvo que pulirla de los ataques más escabrosos. El resultado fue Le nozze di Figaro, aplaudida desde hace más de 200 años, y escogida ahora por el Teatro Real para arrancar su temporada 2014/2015.
La obra, con la dirección de escena de Emilio Sagi y la musical del titular del coliseo madrileño, Ivor Bolton, se representará entre el 15 y el 27 de septiembre. La rueda de prensa para presentar esta y las nuevas propuestas del Real fue la ocasión también para que el teatro presumiera del aumento de abonados -15.100, un 13% más respecto al año anterior- , una “excelente noticia”, según el presidente del patronato del Real, Gregorio Marañón.
Sin embargo, tal vez esos abonados no consideren tan excelsas las otras noticias que se detallaron. Resulta que la temporada llega con “modificaciones en algunas de las producciones”, por citar el comunicado del coliseo. En concreto, como desglosó la pregunta de uno de los periodistas presentes: la producción propia que el Real iba a ofrecer para Hänsel und Gretel, de Humperdinck, pasa a ser otra, alquilada; Fidelio, de Beethoven, ya no contará con la presencia de la Fura dels Baus; Goyescas, de Enrique Granados, se propondrá en versión de concierto, y por tanto sin representación escénica ni dirección de José Luis Gómez; finalmente, uno de los dos estrenos mundiales de la temporada, La ciudad de las mentiras, de Elena Mendoza, se aplaza hasta 2016 –sí se mantiene el otro debut internacional, El público-.
Joan Matabosch, director artístico del Real, quiso distinguir entre los cambios para Hänsel und Gretel y Fidelio, decisiones del teatro a su modo de ver no tan trascendentes, y los casos de Goyescas y La ciudad de las mentiras, donde las modificaciones se deben a razones de ajustes: “No estoy entusiasmado, pero es un tema económico y así están las cosas”. Matabosch prometió también más novedades para las próximas temporadas –“una de las funciones de un teatro es traer lo desconocido, convertir nuevas piezas en repertorio”- y dijo que el coliseo estaría “encantado” de que Woody Allen, director de escena del Gianni Schicchi de Puccini, que se mostrará en julio, acudiera a Madrid a presentar el estreno. De momento, no hay acuerdos , pero sí esperanzas. Aunque, como señaló el director artístico, cuesta organizar una cita entre el mundo de la ópera, que se mueve a cuatro años vista, y el del cine, cuyos compromisos tienen más que ver con el día a día.
Sea como fuere, Marañón recordó las dificultades de una temporada que fue programada en pocos meses, entre el anuncio en agosto de 2013 del cáncer que finalmente acabó con la vida del antiguo director artístico, Gerard Mortier, y la incorporación de su sucesor, Matabosch. El presidente defendió en cualquier caso que los contactos que han mantenido con los abonados para avisarles de las novedades no se han encontrado con especial oposición: “Estoy en condición de decir que no va a ser un problema para ellos”.
Los posesores de abono sí verán, pronto, Le nozze di Figaro. La primera colaboración entre Mozart y Da Ponte –que producirían después Cosí fan tutte y Don Giovanni- regresa a la misma ciudad y los personajes de El barbero de Sevilla, así como a una trama de amoríos, traiciones y trampas, donde las mujeres y los servidores se demuestran más listos que los señores. “La mayoría de las veces en la ópera se encuentra uno con temas horribles, historias incomprensibles y lagunas sin sentido. Aquí en cambio todo es perfecto: no hemos cortado ningún recitativo, ninguna frase. Quería una representación hiperrealista”, defendió Emilio Sagi, quien también dirigió El barbero de Sevilla con el que el Real inauguró la temporada pasada.
El otro plato fuerte es El Requiem de Mozart que el Coro y la Orquesta del Real llevarán el 20 de septiembre a la catedral de Toledo, en el marco de las celebraciones por el año de El Greco. La obra es conocida, entre otras cosas, por quedar incompleta, por el fallecimiento de Mozart en 1791. Fue terminada por sus discípulos, lo que dio pie a un debate de siglos sobre dónde concluía la aportación del maestro y cuál era la versión más parecida a lo que Mozart quiso. “Hemos escogido la de Franz Xaver Süssmayr [quizás el colaborador más estrecho del músico], porque es la más pura, la más cercana al original”, contó Ivor Bolton, que dirigirá el concierto. Se trata del tercer Requiem que llega a la ciudad, tras el de Verdi –que los músicos del Real interpretaron en abril, con la dirección de Ricardo Muti- y el de Cristóbal de Morales. El concierto contará con una maxipantalla instalada en la ciudad. No será igual que vivirlo dentro de la catedral, pero es lo que hay: las entradas ya están agotadas.
Babelia
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