Fallece Herbert Lottman, gran cronista de la Francia del siglo XX
El historiador estadounidense afincado en París escribió biografías de Camus, Pétain y Modigliani
Este mes de agosto Francia conmemoró el 70 aniversario de la Liberación de París. En medio de las celebraciones populares e institucionales, del recuerdo del papel de La Nueve de los republicanos españoles que entró la primera en la capital francesa, también surgía una y otra vez el incómodo tema de la depuración, las represalias que, a partir de 1945, se tomaron contra aquellos que habían colaborado con el ocupante. Las imágenes de mujeres rapadas y apaleadas en la calle mostraban que la represión fue feroz. Uno de los grandes libros sobre ese triste momento, La depuración, lo escribió un historiador estadounidense afincado en Francia desde 1956, Herbert Lottman, que falleció el 27 de agosto en París a los 87 años, según informó Publishers Weekly.
La depuración es una obra escrita a contracorriente, fruto de una profunda investigación, en la que Lottman mantiene que las venganzas fueron menos generalizadas de lo que se tiende a pensar y que el control judicial fue bastante estrecho. Ese el tono de todo su trabajo: siempre permitía que la verdad se impusiese, nunca se dejaba llevar por los prejuicios o las ideas preconcebidas.
Lottman, cuya obra en España está ampliamente publicada por la editorial Tusquets, ha sido a lo largo de medio siglo uno de los grandes cronistas del siglo XX francés. Obras como La rive gauche. La élite intelectual y política en Francia entre 1935 y 1950; la citada La depuración; La caída de París, un detallado relato de cómo los nazis tomaron la capital francesa en 1940; o El París de Man Ray, sobre el estallido cultural y vital de los años veinte en Montparnasse, representan un fresco inigualable de uno de los momentos más interesantes de la historia europea. Es también autor de biografías de Albert Camus, el mariscal Pétain, Colette, Gustave Flaubert, Amadeo Modigliani o los Rothschild.
La combinación que surge de la mezcla de sus profundos conocimientos de la literatura francesa, pero también de la política y de la historia, así como su oficio de narrador curtido en el buen periodismo, es lo que da a la obra de Lottman una enorme profundidad. No podía ser de otra forma para narrar la era del intelectual comprometido, para hablar de los cafés de Saint-Germain-des-Prés pero también de la profunda fractura que la Segunda Guerra Mundial representó para los escritores franceses, ya que hubo autores de primera fila en los dos bandos.
“Yo no entendía como no existía una buena biografía de Camus, pero pronto averigüé que la familia no quería que se hiciera”, explicó en una visita Barcelona en 2003, durante la que se le rindió un homenaje. “No acepté vetos y pude entrevistarme con muchos amigos de Camus que se reunieron conmigo sin decírselo a la familia. Cuando se publicó las reacciones fueron muy duras: que era demasiado largo, que por qué tenía que contar lo que desayunaba Camus, incluso se dijo que yo prefería los hechos, lo que en realidad es un honor. Puedo decir que inicié una nueva tradición en Francia”. Le Monde aseguraba en su obituario de Lottman que se trata de una obra fundamental (y monumental: tiene 700 páginas publicadas en España por Taurus) e ilustraba la minuciosidad del historiador con una frase de la crítica que publicó cuando fue editada: “No parece la obra de una historiador, sino del FBI”.
Lottman, que nació en Nueva York en 1927, viajó a París por primera vez en 1949 con una beca Fullbright y se instaló definitivamente en 1956. Primero trabajó como periodista para Publisher Weeklyy como editor para Farrar Straus & Giroux antes de dedicarse por completo a la escritura. Nunca quiso esquivar los temas espinosos, más bien todo lo contrario, ni tampoco se dejó llevar por el glamour de los tiempos en que París era una fiesta.
Como en todas las buenas biografías, muchas veces los personajes secundarios son tan importantes como los principales. El París de Man Ray, por ejemplo, es un libro sobre el artista pero también sobre todo el mundo que le rodeó, sobre Picasso, Brancusi, Lee Miller, Kiki de Montparnasse o Gertrude Stein. Lo mismo puede decirse de La rive gauche un libro sobre los intelectuales más influyentes del siglo, como Sartre o Camus, pero también sobre los peligros del compromiso y la ceguera intelectual que a veces puede desatar.
“El defecto de los historiadores es que cada vez les gusta más opinar y menos hurgar en los archivos”, dijo en 1998 en otra entrevista con este diario. Se trata de una lección que es más válida que nunca y en la que siempre se fundaron los cimientos de su obra.
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