Todo vale para lograr que los espectadores vuelvan a las salas

Sonido, color, tecnicolor, Vistarama, 2K, THX, 3D, Imax... La última tendencia cinematográfica se resume con una palabra: inmersión. Hacer sentir al espectador que está dentro de la película, ya sea mediante el ingenio o la tecnología. Los pases que se organizarán en Madrid y Barcelona durante dos semanas desde el 29 de agosto para En el ojo de la tormenta son la suma de ambos. La película, centrada en los devastadores efectos de una tormenta perfecta, hará sentir al público literalmente en el ojo del vendaval. Para ello las imágenes estarán sincronizadas con un sistema de “ventilación y nebulizador” que aumenta el impacto del contundente sonido Dolby Atmos.

La última Comic Con (la convención internacional más relevante del cómic) fue en San Diego campo de prueba para buscarle una utilidad cinematográfica al Oculus Rift, el nuevo juguete del mundo de los videojuegos. Con este sistema de realidad virtual, el cine deja de ser un espectáculo plano y colectivo para verse en 360 grados de forma individual.

Hasta ahora, otros han optado por formas de inmersión más ingeniosas ya disponibles. La empresa estadounidense BBQ Films ha devuelto el espíritu de fiesta a los cines con sus elaboradas sesiones, un cóctel de rave, proyección y happening. ¿O de qué otra forma describir la proyección de El quinto elemento en un yate de 650 personas transformado en algo parecido a la nave espacial Fhloston Paradise? ¿O la experiencia proporcionada a los 350 congregados en el gimnasio de un instituto convertido por una noche en el de Regreso al futuro?

Desde que BBQ Films comenzó su programación en 2007 el número de pases ha ido al alza. A un precio de 27 euros por entrada (las consumiciones no incluidas), el 15% de sus espectadores repiten. Otro rival, Alamo Drafthouse, lleva programando espectáculos interactivos similares desde 1997 en Austin (Texas). El último fue la proyección de Rompenieves con viaje en tren y la presencia de su director, Bong Joon-ho. Y en Londres están los 360 screenings con recreaciones de El club de la lucha, 28 días después y hasta ritos religiosos simulados para El exorcista.

La cadena AMC estadounidense está combatiendo las pérdidas sufridas este año debido al bajón en sus salas Imax con su última innovación: cine y cena. El espectador elige por adelantado en un menú donde cada plato ronda los 12 euros y es servido durante la proyección. La sala cuenta con butacas reclinables y un aforo más limitado, disponible para eventos personales que combinen con la película. Las entradas pueden llegar a los 20 euros, pero parte del dinero puede usarse en la comida, que se paga aparte. AMC ha anunciado que piensa invertir 450 millones de euros en la reforma de 1.800 de sus 5.000 salas para que incluyan butacas reclinables y comida recién cocinada.