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TAQUICARDIAS
Columna
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De diademas y exportaciones

María Porcel

Las reinas ya no usan corona. Oh, drama del primer mundo. Muchos se indignaron cuando Letizia apareció en su propia coronación (sí, era la entronización de su marido, pero al fin y al cabo ella también iba a convertirse en reina, ¿no? Y la palabra coronación tiene mucho más postín, eso es así) con un relativamente simple vestido blanco con abriguillo. ¿Dónde estaban el armiño y los oros a lo Máxima de Holanda? ¿No habíamos quedado en que precisamente ese día sí que se podía poner corona?

No pasa nada. Ya habrá días, y noches, para sacar la Cartier, la flor de lis, la prusiana. La reciente reina está empezando a crear nuevas tendencias entre las cortes europeas. ¿Esmeraldas en vez de diamantes? ¿Coletas en vez de moños? No exactamente. Lo que Letizia está poniendo de moda son las diademas.

Sí, las diademas, esas cintitas de pelo tan monas que suelen llevar las niñas —Sofía y Leonor, entre ellas—, los deportistas (aunque esas son un poco distintas, sí) y algunas personas cursis entre las que confieso encontrarme. Diademitas monas.

Letizia princesa se puso una en diciembre y otra (¡encima distinta! ¡Cielos!) en mayo (antes de reinar, o de consortear) y los más puristas se llevaron las manos a la cabeza. Supongo que para comprobar si ellos también llevaban una puesta. Lo que algunos tomaron como algo puntual volvió a repetirse en Letizia ya reina a finales de julio. Y vuelta al drama. ¿Qué pensarían cuando la vieran con unas gafas de espejo naranja fosforito? ¿Que llegaba la hora de sacar la tricolor?

Señores, de verdad, solo es una diadema. Letizia puede ser muchas o pocas cosas, gustar más o menos (eso ya depende de las filias y las fobias de cada cual, algo tan español), pero austera en el vestir es. Ropas sencillas, baratas (Catalina de Cambridge se gasta más de 40.000 euros al año en ropajes, así que sí: son baratas) y que repite con constancia. Y porque se ponga una diademita dorada, complemento de lo más simple, no hay por qué asustarse. Fíjense si gusta la cosa que le copia hasta Charlene de Mónaco. En el pasado baile de la Cruz Roja monegasco llevó una casi escondida en su corto pelo. Eso sí, la broma llevaba un buen puñado de brillantes y era de una carísima joyería londinense.

¿Ven? Algo de estilo royal que exportar. ¿No ha puesto la Middleton de moda los tocados y eso que a pocas, muy pocas, les sientan bien? Es algo que hay que empezar a asumir. Los pamelones, las coronas gigantes de flores, los extraños aros-ovni que rodean la cabeza y tapan todo excepto su centro, los turbantes, las hojas doradas. No son fáciles de llevar, no quedan bien a todas. La monarquía británica en general y Kate en particular han hecho mucho daño ahí. ¡Si ahora los han prohibido hasta en Ascot! No te la juegues. Como explicaba recientemente una íntima, muy sabia: “Demasiadas cosas llenan ya tu cabeza, querida amiga, no necesitas añadir el peso de un tocado”.

Resulta que al final una simple diadema va a ser la mejor opción.

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Sobre la firma

María Porcel
Es corresponsal en Los Ángeles (California), donde vive en y escribe sobre Hollywood y sus rutilantes estrellas. En Madrid ha coordinado la sección de Gente y Estilo de Vida. Licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, lleva más de una década vinculada a Prisa, pasando por Cadena Ser, SModa y ElHuffPost.

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