“¿No sabéis que las segundas partes siempre son malas?”
Los directores de la comedia 'Infiltrados en la universidad' se ríen de sí mismos y de las secuelas
Encendido. Apagado. Llama. No llama. Chris Miller se entretenía con su mechero y con el pelo de la novia de un colega universitario. Jugaba –claro está- con fuego. “Lo acerqué demasiado y se le incendió el pelo. En mi defensa diré que había bebido un poco”, recuerda Miller. Más allá de gritos y destrucción capilar, la broma tuvo otra consecuencia imprevista: la alianza inquebrantable entre el pirómano y el novio de la quemada. “Con Phil [Lord] ya nos conocíamos pero nos hicimos amigos de verdad después de eso”, añade Miller. Tan inseparables que cuando años después Disney quiso contratarle, exigió que Lord fuera incluido en el paquete. Así, tras los estudios acabaron compartiendo también el oficio: directores de cine. Y juntos han firmado cuatro películas. La última, Infiltrados en la universidad, se estrena hoy en España.
El filme es una secuela de Infiltrados en clase —ambas están inspiradas en la serie ochentera 21 jump street—, con el que ya sedujeron a la taquilla de EE UU hace dos años. De hecho, se repite la fórmula —dos policías, Channing Tatum y Jonah Hill, se esconden entre los estudiantes para descubrir actividades criminales— y hasta hay un prólogo que pone al día a quien se haya perdido la primera parte. Idéntico es también el género: la comedia. Aunque Infiltrados en la universidad se ríe sobre todo de sí misma, de las secuelas y sus defectos, como suelta uno de los personajes: “¿No sabéis que las segundas partes siempre son malas?”.
“Es difícil contar la historia del segundo día más interesante en la vida de alguien. Además, si consigues que la gente quiera una secuela es porqué, probablemente, ya hiciste las mejores elecciones en la primera parte y hay que buscar otras opciones”, relata Lord. Tanto que al principio no estaban muy convencidos del proyecto. Tras encadenar tres novedades y tres aprobados de taquilla y crítica (Lluvia de albóndigas, Infiltrados en clase y La Lego película), tenían miedo de que la gallina de los huevos de oro dejara de parir. “Pensamos que sería una idea terrible. Entonces empezamos a darle vueltas a esa idea terrible y concluimos que quizás podríamos hacer una película sobre lo complicado que es hacer una secuela en el cine y usarlo como metáfora también para la vida y las relaciones”, añade Lord.
“¡Es el mismo caso, haced lo mismo!”, les grita el jefe policial a los dos agentes en el filme. Y desde luego, parecido ha sido el éxito, al menos en EE UU, donde Infiltrados en la universidad ha sido el número 1 de entradas vendidas en el fin de semana de su estreno. Los críticos, de Variety al Hollywood Reporter, han vuelto a dar su visto bueno a los dos cineastas y a su capacidad de ridiculizarse. Esa que hace que el final del filme sea una infinita serie de tráilers de posibles secuelas: Infiltrados en la cocina, en una escuela de baile, entre los bomberos, en un videojuego, en un dibujo animado o en el espacio, la opción favorita de ambos directores.
A saber si algún día rodarán alguna. Lo cierto es que no cierran la puerta y que lo harían, una vez más, a cuatro manos. “Estamos de acuerdo en nueve de cada 10 asuntos. Pero la confrontación es algo que te mejora: tener a alguien con otro punto de vista e intentar aceptar sus ideas sobre una secuencia no es fácil pero es útil para saber relacionarse luego con los estudios, el equipo o los actores”, agrega Lord. De estos últimos y de la química entre Tatum e Hill, los dos cineastas se muestran encantados. Y eso que ambos intérpretes prácticamente se conocieron en la primera película. “Vimos cómo se hacían amigos. Finalmente, acabamos poniendo la cámara y diciéndoles que rehicieran algún gag que se les había ocurrido mientras esperaban”, asegura Miller.
Al fin y al cabo, la improvisación es una de las pasiones de los dos directores. Ya sea por sus comienzos en la animación –“todo es deliberado, te pasas cuatro años con un proyecto”- o porque les funciona, el caso es que muchos momentos de Infiltrados en la universidad surgieron sobre la marcha. “Guardamos lo espontaneo como un tesoro. Además si tienes a un prodigio de la improvisación como Jonah, sería un suicidio no aprovecharlo. Y a Channing ese estilo le quitó presión, hizo que pudiera decir lo primero que se le ocurría sin juzgarse a sí mismo”, defiende Lord.
Un sonido improviso interrumpe la charla. Es el ruido del coche en el que ambos están subidos. ¿Hacia dónde? Resulta que andan buscando localizaciones para The last man on Earth, la serie que empiezan a rodar este fin de semana. Se trata de una comedia que Fox lanzará en 2015 sobre un hombre que se ha literalmente quedado solo en el planeta. Los directores han bautizado a su nueva criatura con el nombre de uno y el apellido del otro: Phil Miller. Esa, señores, es amistad.
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