Kenny Drew jr., la maldición del virtuoso
Fue un pianista excepcional, a caballo entre la música clásica y el jazz
De un tiempo a esta parte que el jazz está de luto. A las recientes muertes de Charlie Haden, Giorgio Gaslini e idris Muhammad, se suma ahora la de Kenny Drew jr., pianista de largo alcance, aunque no muy reconocido fuera de los límites de la profesión.
Drew ofreció su último concierto en el Estado de Florida, donde tenía fijada su residencia, el viernes 1 de agosto. El cuerpo sin vida del músico, cuyo estado de salud en los últimos tiempos era delicado y al parecer atravesaba dificultades económicas, fue encontrado a los pocos días en su domicilio. Su muerte se ha atribuido a “un cúmulo de enfermedades, incluyendo la diabetes”. Según el informe forense, Drew falleció en la mañana del 4 de agosto. Contaba 56 años.
“Sencillamente, era el mejor”. La nota de Random Act Records —sello que editó los últimos discos del pianista— en la que se da cuenta de su fallecimiento rubrica la opinión extendida entre muchos de los colegas de profesión de Drew: “Posiblemente era el pianista más completo del mundo”. Para una buena parte del mundo del jazz, sin embargo, Kenny Drew júnior era poco más que el hijo de Kenny Drew sénior, el pianista de John Coltrane en Blue train, acompañante habitual de Dexter Gordon, Sonny Rollins, Dizzy Gillespie… Sorprendentemente, el fallecido pianista no citaba a su ilustre progenitor entre sus influencias musicales; hasta es posible que ni siquiera se considerase un “verdadero” músico de jazz: “Soy un músico”, solía decir, "y, además, toco jazz”. Difícil de entender en quien se distinguió por su acendrado sentido del blues y un swing que muy pocos músicos de jazz han podido igualar.
Nacido un 14 de junio de 1958 en la ciudad de Nueva York, Kenny Drew jr. inició su periplo musical sin salir de casa. Sus primeras maestras fueron su propia madre, su abuela y su tía, Marjorie. De allí, pasó al Iona College en Nueva Rochelle. Y lo que siguió: su descubrimiento del jazz.
Drew —un pianista clásico que tocaba jazz— viajó rápidamente de Chopin a James Brown y a Bud Powell. En 1990 obtuvo el primer premio en el concurso Great American Jazz Piano celebrado en Jacksonville, Florida. La suerte estaba echada. Allá donde iba, el hijo del pianista intimida a sus colegas como solo un verdadero virtuoso es capaz de hacerlo: “Le bastaba con echar un vistazo a la pieza para memorizarla”, recuerda Colligan en su retrato póstumo del artista.
Ignorado por los media, idolatrado por sus iguales, Kenny Drew jr. iba a lo suyo. Las luces de neón no le atraían. Cuanto tenía que decir, lo decía a través de su página Web, en la que vertía sus opiniones sobre el negocio de la música, el mundo moderno y la política exterior de su país en relación a los países árabes: “¡Estoy dispuesto a renunciar a la nacionalidad americana y quemar mi pasaporte!”, llegó a escribir.
Una cosa es cierta: a Kenny Drew jr. nunca le faltó trabajo. Como prueba, su medio centenar de discos como líder y/o sideman y su abrumador currículo de colaboraciones junto a Stanley Jordan, Out of the Blue (OTB), Stanley Turrentine, The Mingus Big Band, Steve Grossman, Yoshiaki Masuo, Sadao Watanabe, Smokey Robinson, Frank Morgan, Daniel Schnyder, The Carnegie Hall Jazz Band, el sexteto de Slide Hampton (con John Faddis y Jimmy Heath), Steve Turre, Jack Walrath, David Sánchez, Jack Wilkins, Michael Mossman, Ronnie Cuber, Steve Slagle, Marlena Shaw… conocido por sus vigorosas interpretaciones de Mozart y Bach, Drew reivindicó la obra de los compositores clásicos afroamericanos en sus recitales clásicos y fue miembro del trío de cámara del flautista y compositor Daniel Schnyder.
Babelia
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