Usted decide cuánto cuesta esta exposición
Muestras en las que el visitante fija el precio y citas sin coste con Duchamp en Nueva York
Para ver arte de manera gratuita en Nueva York solo parece haber tres opciones: tener los viernes por la tarde libres (momento en que la mayoría de los grandes museos suprimen el coste de la entrada), pasear por las innumerables galerías de Chelsea con un buen guía —de carne y hueso o en papel— o ser un niño. Eliminando esta última opción, asumiendo que el lector no puede volver a ser un preadolescente de menos de 12 años (disfrutan de entradas gratis en la mayoría de los espacios en los que sus padres deben pagar), el visitante deberá centrarse en las dos primeras posibilidades.
Antes de que las galerías cierren sus puertas por vacaciones (un buen número lo hace las dos últimas semanas de agosto), el viajero aún puede cazar los retratos de Jimmy DeSana en la galería Daniel Cooney (ampliada hasta el 8 de este mes). William Burroughs, Jack Smith o Andy Warhol observan desde fotos de fiestas o tomas improvisadas contra una pared, con una lámpara como único foco.
El espacio Paul Kasmin ha retrocedido aún más en el tiempo, hasta la exposición Bloodflames, que en 1947 arrolló la tradición expositiva con un espacio amplio y lleno de color diseñado por Frederick Kiesler donde se mostraban trabajos de David Hare, Arshile Gorky o Roberto Matta. Ahora, Phong Bui ha comisariado Bloodflames revisited, que pretende homenajear aquel estallido con piezas de Lynda Benglis, Bill Jensen, Not Vital o Tunga.
Muchos centros ofrecen el acceso libre los viernes por la tarde
La Gagosian es, sin embargo, la reina del verano. Esta galería no se toma vacaciones, y sus muestras sobre Marcel Duchamp en una de sus sedes de la Madison Avenue o el monstruo Split-Rocker de Jeff Koons que vigila el Rockefeller Center hasta el 12 de septiembre alivian el desierto de planes gratuitos en una ciudad donde el arte se paga caro.
No siempre: hay un momento de la semana especialmente venerado por los habituales de los museos y por los visitanes de bolsillos vacíos. La muestra Urbes mutantes: fotografía latinoamericana 1944-2013, en el Centro Internacional de Fotografía de Nueva York, analiza la evolución, a veces caótica y siempre urgente, de las ciudades de Argentina, Brasil, Chile, Cuba, Ecuador, México o Venezuela, y puede visitarse de manera gratuita los viernes entre las cinco y las ocho de la tarde (normalmente el ticket cuesta 10 euros). En el mismo horario puede accederse libremente al MoMa y observar las bailarinas del Moulin Rouge en los pósters de Toulouse Lautrec (unos 18 euros la entrada general), o al Museum of the Moving Image, con una muestra del animador Chuck Jones (casi 9 euros).
La Gagosian es la reina del verano con muestras sobre Duchamp o Koons
Un puñado de centros ofrece entrada gratuita, como el Museo de las Artes del Bronx, centrado en artistas afroamericanos y latinos. Otros tantos han establecido un sistema por el cual el visitante elige cuánto quiere pagar por la entrada, si bien el museo fija la cantidad de considera idónea. Entre ellos se encuentra el Queens Museum (tomado en verano por Warhol), el Brooklyn Museum (Ai Weiwei hasta el 10 de agosto, Judy Chicago hasta finales de septiembre), y, redoble de tambores, el Metropolitan. Allí se expone hasta el 21 de septiembre la primera retrospectiva dedicada en 25 años a Garry Winogrand, fotógrafo callejero (término que despreciaba) que revolucionó la creación urbana junto a Diane Arbus, Lee Friedlander o Tod Papageorge. El centro recomienda abonar los 18 euros que cuesta la entrada. Pero si el visitante elige pagar menos, está en su derecho.
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