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TAQUICARDIAS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

De famosos en islas y puñetazos

El culebrón de Ibiza nos hace ver que a veces nuestras superestrellas pueden ser tan cazurras como nuestros vecinos

María Porcel

Llegamos a agosto y a estas alturas más que serpientes, apenas colea alguna culebrilla. Los periodistas, tan relamidos, tienden (y tendemos) a llamar a las noticias y a las formas de tratarlas de algún modo. Y le dan (y damos) el nombre de serpientes de verano a esos temas que se repiten cada estío en este erial de noticias —o son desoladoras o apenas hay— que es el verano, en el que sólo tienen algo que contar las chicharras, y eso en los pueblos. Serpientes típicas, pues ya saben: que si graniza cuando debería hacer 40º a la sombra, que si operación Paso del Estrecho, que si se lía en el Peñón...

Este año no parece que zigzagueen demasiado esas serpientes, pero sí algún que otro culebrón. Está especialmente entretenido el de Ibiza (¿Pero esa isla no es muy chica? ¿Cómo cabe ahí tantísimo famoso? ¿Los ponen a dormir en literas?), que nos hace ver que a veces nuestras superestrellas de Oscars y Grammys pueden ser tan cazurras como nuestros vecinos del bajo A y el segundo C.

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Lo pueden leer en todas las webs cotillas del planeta: que resulta que Orlando Bloom (el elfo rubio de de El señor de los anillos) y Justin Bieber (20 añitos, por quien suspiran las chiquillas, y las no tanto, desde hace un par) coincidieron en el mismo restaurante en la isla y, básicamente, acabaron a leches. Se pelearon, dicen, por Miranda Kerr, modelaza australiana y ex de Bloom, que se lleva/llevaba muy bien con Bieber.

Todo es muy absurdo. Piénsenlo paso a paso. Que llegues a un sitio en el que no conoces a nadie y te líes a gritos y a palos. “Saluda a Miranda de mi parte”, se oyó decir a Bieber al saludar a Bloom. Ahí, buscando bronca.

Que los comensales se arranquen las servilletas del cuello, se pongan de pie y aplaudan locamente a Bloom cuando intentó pegar a Bieber en un fallido puñetazo. ¿Pensarían que eran extras asistiendo de tapadillo a un rodaje de un videoclip?

Que la modelo en cuestión envíe un comunicado explicando a quien pueda interesar que ella “no ha dormido” (ay, los eufemismos, tan ridículos) con Bieber. No hace falta. De verdad que no.

Que el cantante cuelgue en su Instagram (emociónate tú cuando consigas 25 likes: él tiene 18 millones de seguidores) una foto de Kerr en bikini y la quite a las dos horas. Eso es de miedicas, Justin. Que suba otra de Bloom ¡llorando! y la deje. Eso es de sobraos, Justin. La instapic lleva 700.000 me gusta y cerca de 180.000 comentarios. Aunque muchos de ellos son #TeamOrlando.

Que Leonardo DiCaprio, Lindsay Lohan, el rapero Diddy-antes-Puff-Daddy y hasta Paris Hilton estén en el mismo restaurante (¿ven como es pequeño aquello?) y, según testigos, algunos aplaudan y feliciten a Bloom. Eso sí que es #TeamOrlando.

¿No les resulta todo enormemente ridículo? Para que después digan que nosotros somos gritones, exhibicionistas y barulleros en los bares. Y nos quejábamos de los botellones+balconing de los jovenzuelos alemanes. Angelicos.

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Sobre la firma

María Porcel
Es corresponsal en Los Ángeles (California), donde vive en y escribe sobre Hollywood y sus rutilantes estrellas. En Madrid ha coordinado la sección de Gente y Estilo de Vida. Licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, lleva más de una década vinculada a Prisa, pasando por Cadena Ser, SModa y ElHuffPost.

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