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OBITUARIO

Harun Farocki, guerrillero del cine

El director alemán, uno de los mayores exponentes del cine de ensayo, fue también autor de una importante obra como artista plástico conceptual

Harun Farocki, director de cine y artista conceptual alemán, en 2013.
Harun Farocki, director de cine y artista conceptual alemán, en 2013.CARMEN JESPERSEN (AP)

El mundo del cine alemán está de duelo. Harun Farocki, cineasta inconformista, rebelde con causa e iconoclasta empedernido, falleció repentinamente el miércoles pasado en Berlín a los 70 años. La noticia de su muerte provocó el raro milagro de revivir en la memoria colectiva de los amantes del cine su extensa y polémica obra, que convirtió al cineasta en un profeta del séptimo arte, un cineasta que se atrevió a poner en duda el valor de la imagen que utiliza el cine convencional, para buscar un lenguaje diferente con el que intentó, no siempre con éxito, concientizar al espectador.

¿Quién no recuerda el comienzo de su famoso documental El fuego inextinguible, donde el cineasta, sentado a una mesa desnuda, mira a la cámara y comienza a leer el texto de denuncia escrito por un vietnamita que describe el terror del napalm y los crímenes cometidos por “el imperialismo americano” en su país?

Después de dar lectura al texto, Farocki vuelve a mirar a la cámara y se dirige al espectador anónimo, tal como lo habría hecho un presentador de noticias profesional. “¿Cómo podemos mostrarles el napalm en acción y cómo podemos mostrarles las heridas que produce?”, dice Farocki con voz grave y monótona. “Podemos ofrecerles una suave percepción de cómo funciona el Napalm. Un cigarrillo arde a 400 grados, el napalm a 3.000 grados”. Entonces la cámara muestra cómo Farocki coge un cigarrillo encendido y lo apaga en su antebrazo desnudo.

El documental de 25 minutos, que fue proyectado por primera vez en la televisión germana en julio de 1969, marcó el comienzo de una inédita carrera artística que convirtió al joven cineasta en un icono rebelde. Farocki acababa de finalizar sus estudios en la Academia de Cine y Televisión de Berlín, donde, junto al militante de la RAF Holger Meins y a Wolgang Petersen, se había rebelado contra los métodos de enseñanza.

El documental también marcó el comienzo de una carrera atípica, alejada por completo de los circuitos comerciales. Farocki eligió el difícil camino del cine de corte experimental y dejó a un lado las herramientas convencionales para buscar un lenguaje diferente con el cual poder cuestionar la influencia que ejercen los medios visuales en el pensamiento humano

Asi nació una especie de “guerrillero de la imagen”, un artista que en los años setenta ya era la voz más veraz del cine documental político en su país, un artista que se atrevía a indagar en todos los rincones de la sociedad, como lo hizo en su espectacular y entretenido documental Un día en la vida del consumidor, donde recreaba la vida de un consumidor común alemán, utilizando como base un montaje de 250 anuncios publicitarios.

La carrera artística de Farocki dio un giro radical en 1998 cuando comenzó a colaborar, primero como consejero artístico y más tarde como guionista, con el talentoso director Christian Petzold. En la cinta Die innere Sicherheit (La seguridad interior, 2001), un drama sobre la violenta existencia del grupo guerrillero Rote Armee Fraktion (RAF), Farocki y Petzold narran la vida de exterroristas, que deambulan como por el país. En Gespenster (Fantasmas, 2005) retrata a jóvenes que buscan su identidad observando las vitrinas del nuevo país en la berlinesa plaza de Postdam. Su cinta Barbara (2012) logró un premio en la Berlinale y fue un éxito comercial.

El último trabajo conjunto de Farocki y Petzold, Phoenik, se estrenará en septiembre en los cines alemanes y cuenta la historia de una joven judía que regresa de un campo de concentración al Berlin destruido en 1945, un melodrama sobre la ilusión de la hora cero y una simulación sobre el futuro democrático que le espera al nuevo país. La cinta será el legado de Harun Forecki, un artista genial que nació en 1944 en la ciudad checa de Nový Jicín (en ese año anexionada por la Alemania de Hitler) y que eligió a Berlin para poder realizar el sueño de su vida: convertirse en un guerrillero del cine documental.

 

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