Aplausos que no llenan neveras
La SGAE aumenta un 155% su presupuesto para ayudar a artistas arruinados tras exitosas carreras La entidad ha tenido que contratar un asistente social para atenderles
“La grandeza de su cante es incuestionable. Dicen que está influido por Camarón, pero a lo mejor descubrimos que fue Camarón quien bebió del Portugués”. Así describía el crítico de flamenco Ángel Álvarez Caballero a Ramón Suárez, Ramón el Portugués.Enrique Morente, fallecido en 2010, decía que los artistas que más le habían emocionado e influido eran Camarón y el Portugués. Pero Ramón el Portugués lleva unos años siendo solo Ramón. Un cáncer ha obligado a extirparle una cuerda vocal. Dejó de cantar. Hoy es uno de los 132 artistas a los que la Sociedad General de Autores (SGAE) presta una “ayuda de emergencia social” para que, entre otras cosas, pueda llenar la nevera.
La SGAE, institución sumida en una profunda crisis, investigada judicialmente desde 2010 y con tres presidentes en solo tres años, lleva prestando este tipo de ayudas “toda la vida”, explica Carmen Pacheco, directora del departamento de socios. Pero desde 2011 ha tenido que ampliar el presupuesto en un 155% (de 235.000 euros a 600.000 en 2014) para atender las necesidades más urgentes de artistas arruinados por la crisis —menos conciertos, menos producciones y menos contratos por menos dinero—, que apenas han cotizado y que en algunos casos han visto complicada su situación por una enfermedad. En los noventa, la SGAE, recuerda su vicepresidente, Fermín Cabal, pagaba a socios enfermos la medicación para el sida. Ahora, aclara Mariano Marín, del grupo de trabajo de ayuda social, “pagamos comida, evitamos desahucios...”.
“Llevo 54 años en la música. Me fue muy bien. Hacía giras con Morente, José Mercé... He viajado por todo el mundo. Mi primer viaje al extranjero fue a Japón, en 1967”, recuerda Ramón Suárez, a punto de cumplir 68 años. “Ganaba bastante dinero, unas 80.000 pesetas diarias, pero no lo invertí, lo gasté en mis seis hijos, en vivir... Luego empezó la crisis, que mató los conciertos y festivales, y me detectaron un cáncer de garganta. Me quedé sin ingresos y me vine abajo. Ver la nevera vacía, el fondo de la bolsa [de comida], cómo se va acabando... es duro... Muchos compañeros están igual. Del flamenco, del rock, y mucho más famosos que yo, aunque no puedo dar nombres”.
El área asistencial de la fundación SGAE destinó 509.762 euros para ayudar a 348 socios en 2013. La mayor partida (438.235 euros) fue para ayudas de emergencia social (132 beneficiados). El resto, para pagar gafas y audífonos (4.540 euros), ampliar el seguro sanitario (16.086) o programas de voluntariado (4.325).
La situación de algunos socios era tan preocupante que en noviembre de 2012 la SGAE contrató a un asistente social para atenderles. “Yo venía del Ayuntamiento de Getafe. He trabajado con Cruz Roja, Cáritas... Aquí esperaba encontrarme problemas mucho más leves, pero he visto situaciones de pobreza severa. Gente con enfermedades y problemas graves, que apenas ha cotizado y no tiene seguro social. Que no puede llenar la nevera, está al borde del desahucio, asfixiado a deudas”, explica Rubén Dávila, asistente social de la SGAE.
El perfil de los solicitantes de las ayudas es muy compacto: el 80% son músicos; el 90% tiene entre 50 y 80 años. “Les cuesta mucho pedir ayuda. Les da vergüenza”, explica Dávila. “El artista lo es de por vida. No quiere jubilarse y no quiere que se conozcan sus miserias, lo cual juega en su contra, porque cuando viene a pedir ayuda a veces ya es tarde y el cúmulo de problemas es tan grande que es difícil de resolver”.
“Cuesta pedir ayuda”, admite Santiago Garvi, uno de los beneficiados, guitarrista de rock. “Empecé a trabajar con 17 años. Voy a cumplir 51 y cuando me jubile mi dinero será lo que lleve ese día en el bolsillo”. En su mejor época, entre 2005 y 2008, llegó a cobrar 500 euros por concierto con su banda, De locos. “Después empezó la crisis y nos separamos. Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana...”.
Los problemas de Garvi fueron aumentando. “Me tocó la china y una operación sencilla de cataratas me provocó un glaucoma. En un ojo he perdido el 80% de visión. Mi mujer, contable, se quedó en paro y dejamos de pagar tres mensualidades de la hipoteca”. Para evitar el desahucio, la SGAE le dio 500 euros al mes durante medio año. “Hace tres años hablábamos de los pobres mileuristas. Ahora si eres mileurista, eres el rey”, dice Garvi, que sigue tocando, pero aprovecha cualquier oportunidad para tener ingresos: “He trabajado de albañil, de pintor, haciendo chapuzas, reparando amplificadores...”.
La SGAE cuenta, además, con un programa de colaboración con la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), el Secretariado Gitano y otras ONG para que artistas que necesiten asistencia económica puedan ayudar a otros sin abandonar su profesión.
David Rocha, actor y doblador, ha estado dando clases de dicción a un grupo de inmigrantes. “Para mí ha sido una experiencia muy gratificante, que me ha permitido tener unos ingresos y colaborar en una causa”, explica. Fue la voz de MacGyver y de Remington Steele. Trabajó con Ángela Molina, Carole Bouquet, Pilar Miró y muestra orgulloso una fotografía suya con Luis Buñuel dedicada por el cineasta. “En la época buena ganaba unas 500.000 pesetas al mes. Luego la cosa empezó a torcerse, cada vez había menos trabajos y peor pagados... Pedí la ayuda porque me operaron del corazón, vino un momento muy malo y me quedé sin ingresos”, explica Rocha, de 62 años.
La actriz Isabel Requena recibe una ayuda de 300 euros al mes de la SGAE por impartir un taller de teatro para CEAR. “Cuando eres actriz y llegas a una edad deja de haber papeles, y además ahora, con la crisis, no hay producciones de nada. De repente te ves con un subsidio de 446 euros que no te llega ni para el alquiler, aunque más difícil lo tienen mis alumnos, que son refugiados y han venido de Pakistán, Nigeria, Colombia. El teatro está siendo terapéutico para todos”.
Escritores sin ayudas
El Centro Español de Derechos Reprográficos (Cedro) también dispone de ayudas para asistir a escritores, periodistas y traductores sin ingresos que apenas han cotizado y a los que en muchos casos, la inestabilidad propia de la profesión (contratos por obra, cada vez más bajos) se les ha complicado con una enfermedad. Pero el presupuesto, que incluía seguros de vida, teleasistencia a mayores, ayuda urgente para comida y vivienda, prótesis o tratamientos sanitarios se ha reducido drásticamente en los últimos años: de 1,5 millones de euros en 2007 a 33.595,38 euros en 2013.
En 2007 Cedro asistió a 33 ancianos que viven solos; dio ayudas de urgente necesidad (manutención y casa) a 93 y otras 3.244 ayudas para tratamientos y material sociosanitario. Pero todo eso se redujo en 2013 a 31 ayudas de urgente necesidad.
La entidad se financia con el 20% de la recaudación del canon digital, pero con el cambio de legislación, “la recaudación por ese concepto ha desaparecido prácticamente”, aseguran.
Babelia
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