Cambalache
Érase un hombre tan ocupado que jamás encontró el momento en 34 años para legalizar su oculta herencia en paraísos fiscales
Érase un hombre tan profundamente ocupado en un asunto tan trascendente como lograr la independencia de su país que jamás encontró el momento adecuado en 34 años para algo tan prescindible como legalizar una cuantiosa herencia que ocultaba en paraísos fiscales. El patriota, al que atribuyen cantidades ingentes de ese don imprescindible llamado seny y al que los politólogos siempre señalaron como modelo de las virtudes que caracterizan al gran estadista, parece ser que sufrió amnesia o negó con santa irritación que alguna vez hubiera delinquido escaqueándose de sus deberes con la hacienda pública, pero el amor filial y el sentido de protección hacia esos hijos en peligro de entrullamiento han conseguido que recobre milagrosamente en público la memoria de su expolio y haga acto de arrepentimiento.
Cualquier glorioso patriarca de la Cosa Nostra hubiera hecho lo mismo para dejar a salvo las sórdidas movidas de sus cachorros cuando el naufragio amenaza con arrasar un reino que imaginaron perpetuo, en el que todo estaba atado y bien atado. Bueno, tampoco pasa nada, aparte del oprobio público al tener que reconocer tu estafa. Se pacta un arreglillo con los acreedores, se paga una multa y a otra cosa, mariposa. La racionalidad y la compasión que acreditan al sistema penal protegen a los ancianitos de algo tan denigrante y cruel como que tengan que pisar la cárcel por sus delitos de juventud, o de madurez, o de vejez, antiguos o actuales. Y en cualquier caso, como ha afirmado Artur Mas, su sucesor en la sagrada tarea patriótica, la permanente afición de su líder moral a los paraísos fiscales, no afecta para nada al funcionamiento de su partido sino que es un tema estrictamente personal. Ni a Groucho Marx se le hubiera ocurrido un explicación tan graciosa y transgresora. ¿A qué se referiría el sinuoso y delirante Pascual Maragall con aquel problema tan misterioso y grave que aquejaba a CIU identificado en el 3%? Seguro que también era un tema estrictamente personal.
Un político comenta desolado ante la cámara que lo de Pujol era lo último que faltaba para acrecentar la desafección de la gente hacia los políticos. Deduces que antes creían en su honradez, que la corrupción no es la norma de ayer, hoy y mañana, que la canción Cambalache exageraba.
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