El buen Álex
Angulo tenía talento para la interpretación, además de bonhomía y buen sentido del humor
Se ha editado recientemente un libro interesante, Nuestros galanes de cine, obra muy personal del historiador José Aguilar. Desfilan por sus páginas retratos o análisis de galanes antiguos y recientes, desde el histórico Rafael Rivelles al joven Mario Casas, pasando, entre otros varios, por Paco Rabal que preside la portada. Naturalmente entre sus paginas no figura Álex Angulo, actor que nunca fue galán. Era más bien feo, como él mismo se definía y como le dijeron en el primer casting al que se presentó, pero Álex Angulo tenía talento para la interpretación, que acompañaba con un buen sentido del humor y una bonhomía que acababa convirtiendo a sus personajes perversos en seres entrañables o únicos. Dice el diccionario que bonhomía es “afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento”, y eso era exactamente lo que él tenía. Por ejemplo, no fumaba en la vida real pero llevaba siempre consigo un encendedor por si alguien lo necesitaba, y en sus bolsillos también solía tener caramelos para, según decía, hacer feliz a la gente. Tenía, además, algo de ingenuo. Cuando en el festival de San Sebastián le dieron el premio Zinemira del cine vasco y se le aconsejó que levantara bien alto el trofeo porque eso le gusta mucho al público, se quedó sorprendido de que fuera así, con una candidez sorprendente en un actor con tantas tablas. Pero lo hizo y fue largamente ovacionado. Naturalmente no sólo por el gesto.
Los feos como él han sido habitualmente buenos actores desde sus comienzos. En cambio, muchos de los guapos sólo lo han acabado logrando curtiéndose en el oficio, como el inolvidable Rabal. O quizá es que a los guapos no se les reconoce su talento desde el principio, como le ha ocurrido a Mario Casas. Faltaría otro libro que completara el de José Aguilar sobre los grandes actores no agraciados físicamente, López Vázquez y tantos otros. En él, Álex Angulo tendría un protagonismo extraordinario. Llamó la atención desde sus primeras apariciones en la gran pantalla, especialmente como el hermano siamés “de nacimiento” de la enloquecida Acción mutante de Álex de la Iglesia, y cuando su pequeña figura se fue haciendo habitual en las películas siempre provocaba regocijo en los espectadores. Incluso como el pérfido cura satánico de El día de la bestia.
Esperemos poder verlo finalmente en la segunda temporada de la serie La República que, de momento, TVE retiene en sus archivos, aunque se rodara en 2011, sin que se conozcan seriamente los motivos. Pero aunque sea tarde todo llegará.
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