Caperucita social
Una historia de adulterio que se va de las manos, como casi siempre en el que hay una parte dominadora
Detrás de los relatos de sucesos protagonizados por gente más o menos anónima, convertidos en mediáticos por la fuerza, no ya del crimen en sí, sino de sus componentes emocionales, lo que está es la vida. Así de simple, así de complejo. La fuerza del sentimiento, el orgullo, la pasión, la maldad, el descontrol del alma, o como se llame; ese que saca a pasear el diablo que quizá todos llevemos dentro, y que la notable película brasileña El lobo detrás de la puerta,con Caperucita dentro, exprime con sabiduría social y buen lenguaje narrativo.
Una historia de adulterio que se va de las manos, como casi siempre en el que hay una parte dominadora, y que, huyendo del prototipo del thriller (el de Atracción fatal), se hunde en una suerte de drama con fuertes componentes sociales y humanos: la soledad, el machismo y, siempre, la fuerza del sexo. Su estructura, a base de flashbacks introducidos por las declaraciones en comisaría, es perfecta para el interés del espectador desde el primer minuto: primero, porque nada es lo que parece, y segundo, porque el escrupuloso mantenimiento del punto de vista policial es muy atractivo, hasta el punto de que la platea debe tragarse incluso un flashback mentiroso.
EL LOBO DETRÁS DE LA PUERTA
Dirección: Fernando Coimbra.
Intérpretes: Milhem Cortaz, Leandra Leal, Fabiula Nascimento, Tamara Taxman.
Género: drama. Brasil, 2013.
Duración: 102 minutos.
Fernando Coimbra —¡debutante!— mantiene el ojo de la cámara en el lugar más adecuado, en la mirada de los personajes, aislándose bien de lo superfluo hasta que este se convierte en importante, caso del personaje del policía, fuera de campo en los primeros minutos, cuando lo esencial son las reacciones de sus interlocutores. Premio Horizontes Latinos en el Festival de San Sebastián, y con dos actrices magníficas, El lobo detrás de la puerta se configura así como otra de las pequeñas grandes apuestas del verano. Todos somos corderos, hasta que se demuestra lo contrario, y la simbología en forma de rejas y cadenas alrededor de una de las mujeres responde a una visión muy crítica con el hombre.
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