Dos miradas a ETA desde el cómic
El terrorismo vasco, esquivado como argumento en la novela gráfica, protagoniza los nuevos álbumes de Cava y Seguí y Javier de Isusi
En 2012, durante una cena, Diego de Isusi le contó una historia a su hermano Javier. Rara, inverosímil, esperanzadora. En una cárcel francesa habían coincidido un preso de ETA y un preso de los GAL. No se hicieron amigos pero renunciaron a seguir comportándose como enemigos. A Javier de Isusi (Bilbao, 1972) le removió las costuras. Dos años después la historia es la médula de He visto ballenas, un cómic que ha publicado Astiberri en euskera y en español (que también se editará en Francia) y que se aparta de las creaciones seguidas hasta ahora por Isusi, autor de una exitosa saga de aventureros (Los viajes de Juan Sin Tierra) que se ha traducido incluso al finés.
La de Isusi es una historia sobre la humanización del enemigo. La que firman Bartolomé Seguí y Felipe Cava en Las oscuras manos del olvido, publicada inicialmente en francés por Dargaud y en español por Norma, arranca de la reivindicación de los perdedores. “Las víctimas siempre acaban sobrando”, sentencia Seguí (Palma de Mallorca, 1962).
Hace años que Cava (Madrid, 1953), autor de un guion protagonizado por un mercenario con sueños y algún escrúpulo, milita en la defensa de los sufridores del terrorismo (escribió el guion de Corazones de hielo, el documental de la Fundación de Víctimas del Terrorismo, y también colaboró en la película Madrid, 11 de Marzo). Resultaba casi irremediable que su sensibilización desembocase en algún momento en un proyecto para el medio que frecuenta desde hace décadas. “Siempre que la organización terrorista tenga un mínimo apoyo social, el poder político se ve abocado a tomar decisiones en las que las víctimas pierden. El poder, sea del signo que sea, tiene que llegar a acuerdos y en ellos se sacrifica siempre a las víctimas, y se sacrifica algo tan clave como es la necesidad de justicia de las víctimas”, sostiene Cava.
No sé si hace 10 años me habría metido en esta historia”,
dice Isusi
De repente el llamado tema vasco, ahora que ha dado un paréntesis sin sobresaltos sangrientos, se sube a escenarios, asalta pantallas e inspira novelas gráficas. “No sé si hace diez años habría tenido las ganas de meterme en esta historia. En los ochenta la situación era tan pesada que igual a los creadores les apetecía abordar otra cosa. Con Vaya Semanita se abrió la puerta a reírse de nuestra sociedad y de nosotros mismos después de tanta seriedad”, plantea Javier de Isusi. “Nuestra obra no responde a un criterio oportunista. Que haya tregua me parece muy positivo, pero no ha sido la tregua lo que me ha decidido a escribir esto”, defiende Felipe Cava.
Perdido entre anhelos y recuerdos después de pasar una larga temporada en la cárcel por el delito de otro, Toinou, un mafioso marsellés, decide cumplir con la voluntad de un empresario vasco, asesinado con una bomba lapa por no acceder a la extorsión de ETA. A cambio de 400.000 euros, deberá descubrir y matar al terrorista que ordenó el crimen.
En 72 páginas de trazo detallista y colores sobrios, capaces de transmitir la atmósfera asfixiante del clásico cine negro, el viaje exterior de Toinou hacia la violencia coincide con otra fuga interior para alejarse de ella. Amores rotos, deudas de sangre, idealismos fanáticos y literatura. “Quise que La peste de Camus nos confiriera el grado de universalización. Aunque muchos digan que su obra está desfasada, a mí me sirvió para hablar de cómo el terrorismo actúa como una peste y puede invadir una sociedad y enfermarla”, explica el guionista. Es el cuarto trabajo que firman conjuntamente Seguí y Cava que, en 2009, recibieron el Premio Nacional de Cómic por Las serpientes ciegas.
He visto ballenas no es un álbum sobre terrorismo, aunque sus protagonistas lo hayan alimentado. Su autor tampoco considera que sea una obra sobre el perdón y la culpa. “Aparecen pero no hay debate sobre ellos, lo hay más sobre la capacidad de encontrarse con el otro, sobre el proceso de deconstrucción del enemigo para darle la carga humana”.
En estas arenas movedizas tampoco es baladí dar con un acabado acorde, una gama contenida que realce sin perturbar. Javier de Isusi probó con el blanco y negro y fracasó. Quizás porque no es un cómic de blancos y negros. Tampoco ensanchar la paleta sin ton ni son: no se prestaba a los ambientes herméticos que predominan en la obra ni a los dilemas de conciencia. Finalmente recuperó la acuarela y la dualidad cromática de su cómic anterior, Ometepé. Las páginas de He visto ballenas alternan grises y amarillos de neón logrados con acuarelas.
Llevar al cómic una herida abierta como el terrorismo no es fácil. Javier de Isusi contrastó su trabajo con implicados reales. “No era mi intención hacer la Obra sobre ETA y los GAL, pero necesitaba documentarme porque es un mundo que no conozco, he estado en contacto con víctimas y terroristas. Necesitaba que me dieran el visto bueno, sobre todo las víctimas —el cómic no te ofende— y también que la gente que ha estado en ETA se reconociese. Probablemente habría abandonado el trabajo o habría seguido un camino diferente si no lo hubiesen hecho”.
Babelia
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