“No hago películas para los festivales”
El cineasta argentino Lisandro Alonso recibe en Cannes el premio Fipresci en Una cierta mirada por ‘Jauja’
Lisandro Alonso (Buenos Aires, 1975) se para. “Espere un momento”. El cineasta argentino acaba de recibir el premio Fipresci, que concede la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica en cada categoría del Festival de Cannes: él ha ganado en Una cierta mirada, con Jauja. De ella, y de él mismo, se supone que debería hablar en la entrevista a continuación. Pero antes tiene otra prioridad: “Quiero aplaudir a Sissako”. Porque el cineasta mauritano también recogió un galardón, en su caso el llamado premio ecuménico del jurado, por Timbuktu.
Una vez ofrecido el tributo a Sissako, y tras varios parones de gente que acude a abrazarle, es el momento de hablar de Jauja. “Hace tres o cuatro años me hice amigo del poeta Fabián Casas. Pensamos en una historia en la que Viggo [Mortensen, que el director conoció en 2006 en Toronto] podría ser un personaje. Finalmente se implicó y acabó siendo también el productor”, relata Alonso. La otra chispa que dio vida a Jauja fue un correo que el director recibió, contándole que una amiga suya había sido asesinada lejos de su tierra. De este suceso y aquel trío creativo surgió una historia que aparentemente se centra en un puñado de soldados perdidos en una guerra en Patagonia pero que en realidad, como suele ocurrir en los filmes de Alonso, cuenta con más niveles.
Porque también es el relato de la búsqueda del capitán Gunnar Dinesen (Mortensen) de su hija, que un día se fuga del frente junto con uno de los soldados. Y, como cuenta el folleto de prensa del filme, “una misión solitaria que lleva a un lugar más allá del tiempo, donde el pasado se desvanece y el futuro no tiene sentido”. Una descripción tan críptica como el cine de autor de Alonso: “No creo que le exija más al espectador, se puede levantar e irse. Pero es cierto que la película para ser apreciada necesita que no se mire con los ojos de alguien que no participa sino que habría que disfrutar de su placer estético”.
Con sus anteriores obras, La libertad, Los muertos, Fantasma y Liverpool, el argentino se ha ganado un grupo de fieles incondicionados y etiquetas como “extraterrestre”. “No me gustan las categorías. Ni tampoco creo que haga películas para festivales. Yo quiero que las vea el mayor número de gente posible. Pero igual no tengo la cantidad de dinero que tienen otros para promocionarlas”, defiende el director. Jauja, por ejemplo, costó unos 400.000 euros y Mortensen, según cuenta Alonso, no cobró nada.
El filme, en cambio, recibió el consenso unánime del jurado del Fipresci así como muchos aplausos en las salas del festival. “Trato de hacer películas que me llamen la atención, porque me imagino que así es más probable que ocurra lo mismo con los otros”, relata Alonso. Para ello, suele emplear un guion reducido —unas 20 páginas en este caso—, una buena dosis de instinto y mucha improvisación.
Salvo, eso sí, en la elección de los lugares del rodaje, el paso previo imprescindible para sus filmes: “Lo primero que hago es buscar las locaciones y luego encuentro una excusa para poder filmar allí, habitarlas. A veces miro fotos en Internet y cojo el coche y voy a ver sitios, sobre todo en los alrededores de Buenos Aires”. O bastante más lejos, ya que parte de Jauja está rodado en Dinamarca.
Tan pendiente de las fotos, Alonso le presta bastante menos atención al cine. O, por lo menos, a cierto tipo de películas: “Mi trabajo es realizar filmes más que verlos. Y en cualquier caso no hay mucho para ver. Los contemporáneos no me interesan tanto”. Aun así, preguntado por quienes sí le gustan, el cineasta nombra a Miguel Gomes, Amat Escalante o Carlos Reygadas.
“Y ahora cortamos que me quiero ir a celebrar con los chicos”, interrumpe la entrevista Alonso. Muchas preguntas quedan en el aire. Como en sus filmes.
Babelia
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