Vasco Graça Moura, la gracia de ser poeta
El escritor y político era una figura eminente de la cultura portuguesa
El pasado 27 de abril falleció en Lisboa, de un cáncer, el poeta, escritor, intelectual y figura prominente de la vida cultural y política portuguesa Vasco Graça Moura, a la edad de 72 años. Su enfermedad (su estoica lucha contra la enfermedad) no le impidió trabajar hasta el último día, acudiendo a su despacho de director del Centro Cultural de Belem, uno de los más importantes del país, o escribir sus artículos semanales en el Diário de Notícias. Su capacidad de trabajo y su eficacia era proverbial, y él mismo había manifestado en alguna ocasión que su jornada laboral duraba más que la de la mayoría desde siempre.
Nació en Oporto. Y desde muy niño supo que quería ser poeta. En una entrevista aseguró que desde los cuatro o cinco años, casi al tiempo que aprendía a escribir y a leer, confeccionó sus primeros poemas dedicados a su madre, a sus hermanos o a sus primos. Desde entonces publicó más de 30 libros de poesía. El primero fue Modo Mudando, en 1963 y el último O Caderno da Casa das Nuvens, en 2010. Graça Moura fue muchas cosas, amparado en su curiosidad ilimitada y en su cultura ciclópea. Pero sobre todo fue poeta. El pensador y ensayista Vasco Lourenço dijo de él hace muy pocos meses: "Los dioses -o dios- le concedieron a él, a Vasco, la gracia de ser poeta. Haciendo eso le dieron todo".
Pero también fue, entre otras cosas, novelista tardío porque, como él aseguró, sus poemas, al final de su carrera, se iban convirtiendo en historias que necesitaban más espacio y más aliento, ensayista lúcido, experto en Camoens y traductor apabullante que vertió al portugués desde su idioma original, entre otros gigantes, a Dante, a François Villon, a García Lorca, a Molière, Racine, Rilke o Shakespeare.
Asimismo, desempeñó varios cargos políticos, siempre vinculados al partido conservador PSD. Fue, entre otros cargos, secretario de Estado, director de programas de la televisión pública portuguesa o comisario del pabellón portugués en la Expo de Sevilla en 1992.
También, como recordaban muchos escritores e intelectuales portugueses en los muchos artículos póstumos dedicados recientemente a su figura, era un polemista nato que jamás se escondió en su enciclopédica sabiduría para disfrazar su postura sobre cualquier tema que afectara a la vida de Portugal o los portugueses. “Mi objetivo en aquello que escribo, objetivo siempre frustrado pero siempre reiterado, como Sísifo, es que cada texto constituya una plena declaración de amor a mi lengua portuguesa”, dijo en una ocasión. En otra recordó sus orígenes como poeta: “La poesía es una cuestión de técnica y de melancolía. Y no sé lo que predomina más”.
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