Cannes: viaje al epicentro del cine
Cannes pone en marcha su 67ª edición con polémica en torno a 'Grace de Monaco’ La selección, de modesto relumbrón, escasa presencia española y latinoamericana
Al principio, ganaban todos. En las primeras magnánimas ediciones del Festival de Cannes había galardones y sonrisas para la casi totalidad de las películas participantes. Era, quizás, la manera de hacer amigos de un certamen inseguro y recién nacido. Hoy el guion es distinto y pocas decenas de los miles de filmes que se apuntan al festival pasan la selección y llegan a sus salas. Y tan solo un puñado de ellos se lleva algún premio. No es para menos: triunfar en el festival de cine más conocido del planeta abre puertas directas a la fama. También sirve arrasar en la planta inferior de la sede del certamen: allí se celebra, en los mismos días, el mayor mercado de cine del mundo.
Todo ello se pondrá en escena, una vez más, desde el miércoles y hasta el sábado 24 de mayo. La proyección de Grace de Monaco servirá de arranque de la 67ª edición del Festival de Cannes. Aunque, en realidad, el filme de Olivier Dahan viene calentando los motores del festival desde hace meses. El largometraje, que narra seis complicados meses en la vida de la fallecida actriz y esposa de Rainiero III, Grace Kelly, ha sido criticado por la familia real de Monaco, que lo considera “poco riguroso históricamente y excesivamente glamurizado”. De su tráiler, la realeza ha dicho directamente que es una “farsa”. Así, ningún miembro de la familia acudirá a la proyección oficial de una película que, además, ha sufrido también por la pelea entre su director y el distribuidor, el todopoderoso estadounidense Harvey Weinstein.
Cannes proyectará la versión de Dahan, “la única que existe”, en palabras del director del certamen, Thierry Frémaux, y de la que Weinstein aborrece al punto de haber retrasado casi un año el estreno del filme. Mientras, ha estado cortando y pegando hasta montar otra versión, que quiere estrenar en EE UU, y que Dahan ha tachado de “catastrófica” en una entrevista con el diario francés Libération.
También de Estados Unidos procede el otro huracán que se acerca a La Croisette. Entre polémicas, estreno alternativo y dudas sobre su ingreso en la sección oficial, Abel Ferrara ha conseguido que Welcome to New York, que reconstruye el acoso sexual del que fue acusado Dominique Strauss-Khan, sea el otro filme que acaparra portadas y charlas previas. El coproductor Vincent Maraval declaró a la prensa francesa que han recibido todo tipo de presión contra la obra y que ha sido avisado de que Anne Sinclair, la mujer de DSK, le “destruiría”.
El otro foco de interés reside en la fórmula escogida por Ferrara para el estreno. Welcome to New York se verá el sábado 17 por la mañana en el festival, por la noche en cuatro cines de libre acceso de Cannes y a partir de ese mismo día estará disponible en Internet en los portales de streaming legal de medio planeta (incluida España).
Más allá de sus luchas, Cannes se centrará sobre todo en otra pelea, por la Palma de Oro. Al frente del jurado estará la cineasta neozelandesa Jane Campion, única directora de la historia en ganar una Palma de Oro, en 1993, con El piano. Y, ante ella y sus compañeros, 18 películas en competición y un día menos de duración –por mucho que La Croisette mande, las elecciones europeas lo hacen más aún-. El festival ha optado este año por una mezcla de pesos pesados (Cronenberg, los hermanos Dardenne, Loach, Leigh), habituales del certamen (Egoyan, Kawase, Zvygantsiev, Bilge Ceylan) y algún que otro nombre menos conocido, como el mauritano Abderrahmane Sissako y la italiana Alice Rohrwacher, tan emocionada que se echó a llorar cuando supo que estaría en La Croisette. A todos ellos hay que sumar, como viene siendo tradición, la robusta presencia francesa: el veterano Godard lidera una patrulla que cuenta con Assayas, Bonello y Hazanavicius.
Tradicional es también, al menos recientemente, la escasa presencia española y latinoamericana en el certamen. España cuenta en primera línea con dos coproducciones en la sección oficial y con Hermosa juventud, de Jaime Rosales, en Una cierta mirada. En cuanto a Sudamérica, el documental de Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado sobre el padre del segundo, el célebre fotógrafo brasileño Sebastião Salgado, también compite en Una cierta mirada. A la vez, el colombiano Franco Lolli estará en la Semana de la Crítica con Gente de bien y Simón Mesa Soto presenta su cortometraje Leidi. Discurso aparte merece Argentina, la única en sonreír entre tanta depresión: Relatos Salvajes, de Damián Szifrón, en la sección oficial; Jauja, de Lisandro Alonso, en Una cierta mirada; Ardor, de Pablo Fendrik, entre las proyecciones especiales y Refugiado, de Diego Lerman, en la Quincena de realizadores.
Debajo –literalmente- de tanto cine y glamour, se moverán también cantidades industriales de dinero. Durante la celebración del certamen, la industria se traslada a La Croisette para negociar la nueva temporada cinematográfica. Entre productores, distribuidores, agentes, proyecciones flash y pabellones nacionales en los que cada país promociona su cine, en Cannes se vende y se compra el presente y el futuro de las salas. Desde su nacimiento en 1959 el Marché du Film se ha convertido en la mayor plataforma planetaria para pactar coproducciones, encontrar joyas y taquillazos, apostar por el cine de autor de un creador desconocido o por la enésima superproducción repleta de efectos especiales.
Aunque el mercado no es el único lugar de Cannes donde el efectivo fluye a caudales. Capital del cine y de su compraventa, la ciudad acoge también durante dos semanas todo el lujo que uno sea capaz de imaginar. Estrellas, alfombras rojas, alquileres de joyas por miles de euros y de suites por bastantes más miles de euros. Los hoteles exclusivos de Cannes se visten de gala, los precios suenan a ciencia-ficción y los yates parecen salidos directamente de Star wars. Por cierto, no sería raro descubrir nuevas anticipaciones sobre el próximo séptimo capítulo de la saga durante el festival. Porque, hoy en día, en Cannes ya pocos ganan, pero todos quieren estar.
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