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Led Zeppelin vende las joyas de la abuela

Imposibilitado de reavivar 'Led Zeppelin', Jimmy Page remasteriza el catálogo del grupo en ediciones ampliadas

Diego A. Manrique
Robert Plant al frente de los legendarios Led Zeppelin en un concierto.
Robert Plant al frente de los legendarios Led Zeppelin en un concierto.

En los anales del rock, fue lo más parecido a la invasión de los bárbaros. Algo más arrollador que el punk rock, por ejemplo: Led Zeppelin triunfó masivamente casi desde el principio. E impuso condiciones imperiales a promotores y discográficas: el grupo rara vez permitía la publicación de singles, para así potenciar la venta de sus elepés y mantener el concepto de obra. Según abundantes libros, el grupo y su tropa se comportaban como hunos calientes, humillando y apalizando a los que se les resistían. Y aquello terminó en un Götterdämmerung: la inesperada muerte del hijo de Robert Plant (1977) y los excesos alcohólicos del baterista John Bonham, que acabaron con su vida en 1980.

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Desde entonces, sólo se han reunido en tres ocasiones, últimamente con Jason Bonham, hijo de John, tocando la batería. Pero, a pesar de que reiteradamente les han colocado ofertas embriagadoras en la mesa (la última, se supone que eran 200 millones de dólares), no ha sido posible una gira del grupo. En medio de la carretera hacia El Dorado, firme como una roca, la negativa de Robert Plant a revivir su histórico papel juvenil: el dios vikingo, lúbrico y fantaseador.

Se trata del único de los tres supervivientes que ha mantenido una carrera continuada, caprichosa pero coherente, con el pico de popularidad que supuso Raising sand (2007), la colaboración con Alison Krauss en clave de Americana music. En julio, Robert Plant tiene 5 conciertos en España. Y anuncia que en esas fechas, durante dos horas, será “el rey del hard rock”. Pero no tiene la misma resonancia Led Zeppelin que el nombre de sus acompañantes actuales, los Sensational Spacee Shifters ¿verdad?

Frustrado, Jimmy Page, verdadero líder del cuarteto, vuelve regularmente a escarbar en sus archivos audiovisuales, para rescatar directos, remasterizar las grabaciones clásicas, recuperar las sesiones para la BBC y, de manera metódica, mantener viva la llama en un bendito ejercicio de mercadotecnia creativa: la reputación de Led Zeppelin sigue creciendo y han superado los 300 millones de álbumes vendidos.

Lo que ahora ofrece son ediciones ampliadas de los nueve títulos oficiales, publicados entre 1969 y 1982. Un upgrade, ya que Page ha vuelto a remasterizar las cintas originales. Van a lanzarse en tandas: el 3 de junio salen las versiones siglo XXI de los tres primeros. Para todos los bolsillos e inclinaciones: CD, vinilo, digital, sin añadidos o con un disco extra (en la versión deluxe), incluso con chorraditas -¡la primera biografía promocional!- para tentar a los coleccionistas obsesivos con, uh, el Super deluxe boxed set.

Así, el disco de debut se podrá adquirir con un concierto de 1969 en el Olympia de París. Para Led Zeppelin II y Led Zeppelin III se han recopilado descartes de las sesiones de grabación. Ya se sabe que el grupo era particularmente eficiente en el estudio. Tanto Page como el bajista/teclista John Paul Jones habían sido sesión men, veteranos de la febril industria pop del Londres de los sesenta, expertos en el arte de rematar dos canciones en tres horas.

Potenciados por la implacable batería de John Bonham, se disparaban en improvisaciones que pasaban por recrear temas clásicos, como el blues Key to the highway. Page tenía hábitos de urraca y reciclaba sin pudor material ajeno. Plant era un coleccionista de discos y gozaba viajando desde el folk hasta el soul.

Las reacciones de ambos, ante la BBC, reflejan los 45 años pasados. Para Jimmy, el sentimiento dominante se llama orgullo: “es indudable que éramos buenos”. Para Robert, la escucha de esas grabaciones provocan cierta vergüenza: “a veces, mi entusiasmo era un impedimento para la finura. “ Una brecha difícil de salvar.

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