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La celda 81 de Ai Weiwei

El artista reconstruye en el museo Martin-Gropius-Bau de Berlín el espacio donde estuvo recluido

La réplica de la celda donde Ai Weiwei estuvo encarcelado y que ahora expone en Berlín.
La réplica de la celda donde Ai Weiwei estuvo encarcelado y que ahora expone en Berlín. C. Marquardt (WireImage)

El 3 de abril de 2011, Ai Weiwei, el artista y disidente más famoso de China fue detenido en el aeropuerto de Pekín y trasladado a una prisión del ejército ubicada en algún lugar de la capital. Durante 81 días, Ai permaneció encerrado en una celda de 28 metros cuadrados y cada vez que debía acudir a un interrogatorio, le esposaban las manos.

Ai aún no sabe por qué lo detuvieron y tampoco conoce el lugar donde está ubicada la cárcel, pero la imagen de su celda y el recuerdo de las esposas quedaron grabados en su cerebro de artista. Exactamente tres años después de su detención, el museo Martin-Gropius-Bau de Berlín ofrece al público una de las mayores exposiciones individuales del gran artista, un homenaje que mezcla el arte con la denuncia y los recuerdos con las visiones. Una muestra poderosa que revela la fuerza creadora de un hombre que decidió utilizar el arte para denunciar las injusticias de su país.

Una de las atracciones de la muestra es la réplica de su celda, que Ai hizo construir ayudado solo por su memoria. Una cama, una mesa cubierta de espuma de plástico, las paredes también tapizadas con el mismo material, tres sillas y un pequeño baño donde las llaves del lavamanos también están cubiertas con espuma de plástico, una medida destinada, quizás, a evitar que el prisionero se golpeara.

Un visitante observa la reconstrucción de la celda en la que Ai Weiwei permaneció encerrado 81 días.
Un visitante observa la reconstrucción de la celda en la que Ai Weiwei permaneció encerrado 81 días.JOHANNES EISELE (AFP)

La celda, convertida ahora en una peculiar obra de arte que recibió el nombre sugerente de 81 —los días que el artista pasó recluido—, lleva el número 1135 grabado en la puerta y produce claustrofobia después de permanecer un par de minutos en su interior. La exposición también muestra un vídeo de cinco minutos donde se ve a Ai, acompañado de guardas de la cárcel, mientras se rasura la cabeza, come, tomando una ducha y duerme.

Durante su estadía en la cárcel, Ai fue sometido a más de 50 interrogatorios y, en cada ocasión, sus cancerberos le inmovilizaban las manos. Las esposas de su cautiverio se pueden ver ahora en la grandiosa e imponente muestra de Berlín, pero esta vez convertidas en una joya de jade. La represión que ha vivido el artista en su país ha marcado su arte y su forma de ver la vida. En una sala, juntó todos los materiales de oficina (esqueletos de ordenadores, discos duros y cámaras fotográficas) que fueron requisados durante una visita de la policía en su atelier y, en otro salón, Ai adornó una hermosa puerta de madera china con los restos de ladrillo y cemento de un atelier que fue demolido por órdenes superiores.

Fotografía de la instalación 'Stools' ('Taburetes'), del artista chino Ai Weiwei, incluida en la exposición 'Evidence' en Berlín.
Fotografía de la instalación 'Stools' ('Taburetes'), del artista chino Ai Weiwei, incluida en la exposición 'Evidence' en Berlín.KAY NIETFELD (EFE)

La muestra, que recibió el título de Evidence, debía ser inaugurada por el propio artista, pero la tardanza en que Ai recibiera el ansiado pasaporte ha marcado la inauguración con un fuerte contenido político. ¿Una gran exposición en un museo exquisito de la capital alemana, sin la presencia del artista?

Sin necesidad de discursos y gestos, los organizadores dejaron en evidencia la censura que impera en el gigante asiático y que impide que artistas de la talla de Ai puedan abandonar el país. El atelier del artista en Pekín sigue estando sometido a una vigilancia policial, las 24 horas de día y él es vigilado y perseguido.

La instalación 'He Xie' que Ai Weiwei expone en Berlín.
La instalación 'He Xie' que Ai Weiwei expone en Berlín.JOHANNES EISELE (AFP)

Pero la persecución y la represión no han paralizado la capacidad creadora del artista chino de 56 años, quien sigue defendiéndose a su manera. Por ejemplo, con la creación de esculturas irritantes que dejan al desnudo la sinrazón de la fuerza y las tragedias provocadas por el hombre, una colección de trabajos que podrían ser autobiográficos, pero que en el fondo muestran lo que es la China actual.

Para recordar la tragedia del terremoto que azotó Sichuan en 2008 y que provocó la muerte de casi 70.000 personas, el artista envió a Berlín una serie de hierros retorcidos y oxidados que según su visión debían sustentar el hormigón de los edificios. La obra es una fría denuncia sobre la corrupción que impera en China. Ai utiliza el mármol, un material noble y que siempre ha sido usado por los poderosos, para reconstruir una isla que es motivo de disputas entre su país y Japón.

'Very Yao', la obra dedicada por Weiwei a Yang Yia, un chino que fue ejecutado en Shangai por un crimen que nunca cometió.
'Very Yao', la obra dedicada por Weiwei a Yang Yia, un chino que fue ejecutado en Shangai por un crimen que nunca cometió.Christian Marquardt (WIREIMAGE)

La gran exposición de Berlín dedicada a Ai Weiwei, el artista, arquitecto y disidente político, tiene el raro mérito de demostrar que el arte también puede ser utilizado para denunciar las injusticias que reinan en este mundo y muestra con una crudeza poco común el éxito que ha tenido el artista para convertir la persecución política en arte.

Por ejemplo, la escultura que adorna la entrada al museo y que está formada por unas 150 bicicletas de la marca Forever. Aunque la escultura que da la bienvenida al visitante parece ser alegre y simplista, la obra está dedicada a un tal Yang Yia, un chino que fue ejecutado en Shangai por un crimen que nunca cometió. Su error fue haber usado una bicicleta que no estaba registrada.

Incluso los tradicionales taburetes de madera chinos no han dejado indiferente a Ai, quien ideó para la muestra de Berlín una exhibición de 6000 taburetes, la mayoría antiguos, que llenan el patio de luz del Museo. Cada taburete muestra las huellas del tiempo y tienen la misión de recordar las penurias que ha sufrido el pueblo chino a lo largo de siglos.

“Tal vez tenga aun la posibilidad de acudir a la exposición. Espero que sea posible, aunque no sé si será en un futuro próximo”, dijo el artista en un mensaje de vídeo dado a conocer ante la prensa. La muestra permanecerá abierta hasta el 7 de julio próximo.

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