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“El museo arqueológico no está hecho para los intelectuales”

Andres Carretero, director del MAN, explica las claves de la reapertura del centro

T. KOCH
El director del Museo Arqueológico Nacional, Andrés Carretero, en su despacho.
El director del Museo Arqueológico Nacional, Andrés Carretero, en su despacho. Fernando Alvarado (EFE)

Por fin vuelven los usuarios. Así prefiere llamar Andrés Carretero a todos los acudan al Museo Arqueológico Nacional (MAN), que él dirige. “Visitante” no le gusta, porque considera que el público no está de visita, sino que acude a “una exposición diseñada para ofrecerle un servicio”, explica en su luminoso despacho. Seis años han durado las obras para cambiarle la cara tanto al museo como a su exposición, aunque Carretero (Madrid, 1955) solo dirige el centro desde septiembre de 2010. Al principio mantuvieron abierta al menos una muestra temporal. Pero desde el verano de 2011 el MAN cerró sus puertas. Hasta ahora. A partir del 1 de abril, al fin, los usuarios podrán valorar en primera persona el resultado de las obras.

Pregunta. ¿Qué siente con la reapertura?

Respuesta. Alegría. Reformar el museo es estupendo y lo necesitaba. Pero el destinatario final de nuestra actividad es el usuario. Eso sí, montarlo es complicado. Y más para un museo histórico. En uno de arte puedes decir: ‘Pongo la cartela con el autor y el título del cuadro y lo demás lo dejo al espectador’. Una cerámica romana o un objeto lo tienes que interpretar y proporcionar información complementaria.

P. Es decir, que le piden al usuario un rol activo.

R. Puedes recorrer el MAN como un museo de arte y mirar las piezas bonitas. O puedes intentar comprender la historia que narra. Y entonces tienes que implicarte. Con un recorrido pasivo te llevarás una idea, pero poquito más.

P. ¿Cuánto duran un recorrido simple y uno más profundo?

R. Una visita rápida son dos horas, sin ver nada. Una donde ya se pueda explicar algo son al menos tres horas.

P. ¿Por qué es importante que el museo reabra?

R. Es el museo de la historia de los pueblos que desde el inicio de la humanidad han vivido en el territorio de la actual España, lo cual nos puede ayudar a comprender lo que somos hoy viendo cómo hemos evolucionado.

P. ¿Qué cambia con la reforma?

R. A los vigilantes les vamos a dar un curso de una semana porque es otro museo. Ha cambiado por completo. Hemos modificado la circulación, el recorrido es más armónico y se han recuperado los patios.

P. ¿Y en la exposición?

R. Hay tres áreas: la primera es una introducción audiovisual a la historia de la humanidad y a la arqueología como ciencia. La segunda, el bloque central, es la cronología española desde la hominización hasta el siglo XIX. Y en la tercera parte están las colecciones con salas monográficas: Oriente Próximo, Egipto, Grecia, etc.

P. ¿Expondrán el tesoro de la Mercedes este año?

R. Sí. El montaje ya está adjudicado. La duda es cuándo: yo prefiero el segundo semestre del año, para no quemar mucha oferta en pocos meses.

P. ¿Cuántos visitantes esperan?

R. Antes de cerrar el museo recibía entre 200.000 y 250.000 al año. Ahora suponemos que habrá muchísima gente. Confío en que no se baje de 400.000.

P. Su público tradicional son colegios y expertos. ¿Cómo se consiguen otros usuarios?

R. Es complicado. Hemos intentado bajar el nivel de las explicaciones: son asequibles para prácticamente cualquier persona. Y se trata de empezar campañas de atracción de usuarios diversos: organizaremos visitas dirigidas a familias con niños y otras para el público general.

P. ¿Bajar el nivel de las explicaciones es abaratar el nivel del museo?

R. El museo arqueológico no está hecho para los intelectuales. El experto no va a encontrar tecnicismos, pero tampoco incorreciones: es el contenido que hay que dar explicado de manera sencilla y concisa. Los textos están hechos con la máxima seriedad y leídos por muchas personas.

P. Pese a su reapertura, el presupuesto del que dependen, de la subdirección general de Bellas Artes, se reduce en 2014. Parece que no habrá mucho dinero para el MAN.

R. Sabemos los tiempos en los que vivimos. La reforma se ha podido hacer porque el proceso inicia en 2000. La mayoría de las actuaciones estaban realizadas o adjudicadas cuando estalló la crisis. Si hubiera habido que contratarlas en 2011 no habríamos llegado.

P. ¿Cómo van a hacer las campañas de las que habla si hay menos dinero?

R. No se trata de publicidad directa sino de boca a boca, a través de la web, de los contactos, de los niños que vengan y quieran volver con sus padres. Es la única mecánica con la que podemos acceder a otros colectivos. Es un museo difícil también para el turista extranjero, aunque todo es completamente bilingüe.

P. ¿Por qué la inauguración el 31 de marzo?

R. Lo deciden los jefes. La fecha la dan ellos.

P. ¿Quiénes son los jefes?

R. El Ministerio [de Cultura] pasó los informes a Presidencia que supongo que es quien habla con la Casa Real para ver en qué fecha y quién inaugura. Aunque no sabemos todavía quién.

P. ¿No es más importante abrir que esperar a la Casa Real?

R. Es una cuestión de planteamiento. Este museo lo inauguró Amadeo de Saboya en 1871. Y la Reina inauguro las últimas salas del montaje anterior. La Casa Real siempre ha estado muy vinculada.

P. ¿Por qué llevan dos años y medio cerrados?

R. En 2008 empezó la obra de reforma. En 2011 llegó al bloque central, y hubo que cerrar el museo. La obra se dio por acabada en 2012. Pero en paralelo se realizaba el proyecto museográfico, de montaje de la exposición, que terminó en diciembre de 2013.

P. ¿Se ha tardado más de la cuenta?

R. No sé. Sí. Bueno, el trabajo de museografía se ha ido a tres años. Quizás el plazo serían dos y pico.

P. ¿A qué se han debido los retrasos?

R. A cuestiones técnicas. Se ha hablado de los vigilantes, pero afectarían desde el día de la apertura. Y el dinero estaba ya comprometido. Se han planteado problemas con colecciones que se ha aprovechado para restaurar. Y una de las cosas que nos ha retrasado y que aún está sin rematar son los elementos de accesibilidad para discapacitados.

P. ¿Por qué, mientras, se iba hablando de una posible reapertura?

R. Nos planteamos abrir solo una parte del museo. Pero, ¿cuál? Si le enseñara los cronogramas que iba recibiendo de la empresa [Acciona se encargó de la obra civil. La misma compañía, junto con Empty, llevó a cabo el proyecto museográfico]… Uno prometía acabar en seis meses. A los cuatro recibía otro que hablaba de seis meses más.

P. ¿Y por qué no les decía: ‘Acaben ya’?

R. Porque no quiero que el museo esté mal montado. Prefiero emplear un año más pero asegurarme de que esté perfecto.

P. ¿Si una empresa se compromete a unos tiempos no debería cumplirlos?

R. Sí.

P. ¿Entonces lo hizo mal?

R. Para nada. Lo hizo muy bien.

P. Pero lento.

R. Lento. Aunque prefiero que las cosas se hagan despacio a que no se hagan bien.

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Sobre la firma

T. KOCH
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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