París convoca a la mujer real
Paco Rabanne da en el clavo y vuelve a reencontrarse con la modernidad
París estrena la temporada de la mujer real. En la primera parte de la semana de las colecciones francesas, es la consumidora quien protagoniza las propuestas más relevantes. El prototipo adolescente que primó en los últimos años parece llegar a su fin: en su lugar, arremete una mujer más cerca de los cuarenta que de los veinte y, claramente, más cerca de la capacidad de consumo que requiere el prêt-à-porter de hoy.
En su debut para Rochas, el italiano Alessandro dell’Acqua eligió a las modelos Malgosia Bela y Ann-Catherine Lacroix (ambas de 37 años) para inaugurar la presentación. En una colección que siguió de cerca la estética de su predecesor —el también italiano Marco Zanini— Dell’Acqua apostó por una silueta muy poco púber: la de Mad Men. Una construcción de hiperfeminidad que se evidenció en una paleta cromática desarrollada alrededor del beige combinado con colores sorbete, en cinturas marcadas al estilo de los cincuenta y en ubicuos detalles decorativos como azabaches, cristales y jacquards. El objetivo de Dell’Acqua, seguramente cerca de la misión impuesta a Zanini, fue convencer a señoras de una cierta edad que la venerable maison francesa sigue siendo adecuada para las necesidades de una vida burguesa, elegante y con un leve aire de excentricidad.
El diseñador norteamericano Rick Owens dejó aún más clara la misión de atraer a la mujer real al universo de la moda. Fue la modelo canadiense Kirsten Owen, de 44 años, quien abrió el desfile. La siguió una cohorte de mujeres que colaboran con Owens: la responsable de su tienda en Palais Royal, su agente de prensa, la socia del diseñador, la hija de la esposa de Owens, una de sus patronistas, una admiradora del creador y hasta la exmodelo Nadège du Bospertus, de 46 años. Toda una declaración de intenciones que se correspondió íntegramente con la propuesta de moda. La colección compuesta de holgados monos de shantung, de lana y de cuero, de vestidos ajustables a distintos cuerpos por medio de versátiles cremalleras y de chaquetas directamente derivadas del último desfile de hombre de Owens dejó claro que la intención es incluir —y no excluir— a la mujer de la órbita del planeta moda.
Paco Rabanne, la firma conocida por una estética tan futurista como retro, alcanzó un renovado grado de relevancia gracias a Julien Dossena, de 31 años. El creador galo, en su tercera temporada en la marca propiedad del grupo catalán Puig, hizo del legado de Rabanne una firme sentencia de modernidad. Tras varios y fallidos intentos, Puig parece haber dado en la tecla a la hora de elegir una dirección para la casa marcada por el look space age de los sesenta: Dossena presentó una colección que toda mujer querrá incorporar el próximo otoño. Los factores detonantes para la deseabilidad de la colección son claros. La mezcla de materiales —el neopreno combinado con jersey de lana, la malla metálica asociada con seda—. El espíritu deportivo derivado del universo del surf. Las camisas colegiales asociadas a chalecos de tinte futurista. La libre asociación de referencias que hablan de una mujer desprovista de prejuicios y enriquecida por la información disponible hoy por hoy. Pura modernidad que, en parte, se puede explicar por el hecho de que Dossena es pareja en la vida sentimental del influyente creador Nicolas Ghesquiére (exdirector creativo de Balenciaga) y que colabora con la estilista Marie Amélie Sauvé, exconsultora de la misma casa.
Estos primeros días atestiguó también la primera colección de Ann Demeulemeester sin la participación de su fundadora homónima. Demeulemeester, quien se despidió de su propia marca en octubre del año pasado, brilló por su ausencia. Si bien la propuesta es cien por cien viable, se echó en falta el toque gótico y neopunk de la creadora. Pero atención a toda consumidora: los motivos para consumir moda siguen vigentes gracias a una serie de vestidos, abrigos y pantalones que asegurarán el éxito en todo ambiente corporativo. Sin dudas, la moda no falla a la hora de generar motivos para perpetuar su existencia.
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