Gabriel Axel, director tocado por la gracia de la literatura
El cineasta danés obtuvo en 1988 el Oscar a la mejor película de habla no inglesa por ‘El festín de Babette’
El domingo murió a los 95 años Gabriel Axel, quien en 1988 obtuvo el Oscar a a la mejor película de habla no inglesa por El festín de Babette, basada en un relato de su compatriota, la baronesa Karen Blixen, más conocida por el seudónimo de Isak Dinesen.
Gabriel Axel nació en Århus, la segunda ciudad más grande de Dinamarca, en 1918, pero pasó los primeros 18 años de su vida en París, a donde se trasladó con su familia por el trabajo de su padre. Volvió a Copenhague en 1935 con intención para estudiar carpintería, pero fue aceptado como alumno en la Escuela Real danesa de actores y decidió dejar a un lado sus planes iniciales. Su vida en el cine comenzó como actor. Su nariz aguileña y porte aristocrático le permitieron desarrollar papeles, secundarios la mayoría de las veces, como burgués, galán e incluso agente de la Gestapo. Actuó en diversas obras de teatro tanto en Dinamarca como en Francia, los dos países entre los que vivió y desarrolló toda su obra creativa.
En 1955 dio el salto a la dirección y se estrenó en el teatro con la obra Altid ballade. Trabajó para la televisión pero, sin duda alguna, sus mayores éxitos llegarían a través de su trabajo como director cinematográfico, carrera que inició a mediados de los años cincuenta pero que no le reportó celebridad internacional hasta que, enfilando la setentena, escribió el guion y dirigió El festín de Babette (1987).
La película, apoyada sobre todo en la sutil e inteligente reconstrucción que realiza el guion de Axel del relato de Blixen, narra la historia de una mujer parisina del siglo XIX, interpretada por Stéphane Audran, que organiza en un pequeño pueblo danés un festín para conmemorar el centenario del nacimiento de su padre.
“La perfección, o algo que se parece mucho a ella, está en el filme”, comentó sobre la película el crítico de EL PAÍS Ángel Fernández Santos, para quien la estatuilla de Axel, la primera que recibía un director danés, fue “sin duda el Oscar más merecido” de aquel año.
Sin embargo, a punto estuvo de no rodarse por las reticencias de la productora. El propio Gabriel Axel no fue quien menos se sorprendió cuando los miembros de la Academia de Cine de Hollywood premiaron su obra en vez de la del cineasta francés Louis Malle, que competía con Au revoir, les enfants, y tenía mucha mayor proyección internacional que él. La crítica francesa no perdonó la elección de la Academia y revistas tan influyentes como Cahiers du cinema dispensaron en adelante a Axel un trato poco benevolente.
Su trabajo siguió centrado en llevar al cine temas de inspiración literaria. Ese es el caso de la que, tras El festín de Babette, quizá sea la más conocida de sus obras: La verdadera historia de Hamlet, príncipe de Dinamarca. La obra se basa en la historia del príncipe medieval danés Amlet, inspiración del Hamlet de Shakespeare, y es un curioso ejercicio de reconstrucción casi filológica de la principal fuente sobre la vida del Amlet histórico, la Gesta danorum del cronista danés Saxo Grammaticus, que vivió entre los siglos XII y XIII.
En 2003, el Festival Internacional de Cine de Copenhague concedió a Axel el premio a toda una vida. En 2008, su hija Karin rodó una película sobre él.
Babelia
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