Llegar a los Goya con lápiz y papel
Un corto realizado como trabajo de fin de máster se cuela en los premios del cine español La joven animadora Adriana Navarro ha llevado a cabo sola todo el proyecto de 'Vía Tango'
Si Adriana Navarro sube el 9 de febrero a recoger su premio Goya al mejor cortometraje de animación, lo hará sola. Sola ha llevado la dirección de Vía Tango, uno de los nominados al galardón. Sola diseñó sus personajes, sola ilustró sus tres minutos de duración y sola se ha encargado de la distribución de la película. No pensaba, cuando desarrollaba el corto que no iba a ser más que su proyecto de fin del máster en Animación que cursaba, que terminaría optando a un cabezón. Pero el azar, igual que agita a los protagonistas de su historia, ha removido la vida de esta vizcaína de 28 años.
“Ha sido como llevar la batuta y la instrumentación de la orquesta. Aunque eso me ha permitido tener una visión de conjunto de la película en un mundo muy especializado”, cuenta esta licenciada en Bellas Artes. Los 2.400 dibujos a lápiz que componen la pieza (y otros tantos borradores) han sido trazados por sus manos. Únicamente para la música recurrió a la ayuda del compositor Rafa Montañana. Exceptuando el coloreado digital, el proceso ha sido un viaje hacia las técnicas de animación tradicional utilizadas por el estudio Disney en sus comienzos: pasar de un fotograma en papel al siguiente hasta generar el movimiento. Incluso el relato, una historia de amor a ritmo de tango en un nostálgico tren, recuerda a los clásicos.
El cuento de su revisor enamoradizo empezó hace dos años en el metro de Valencia, mientras Navarro trataba de dar con una idea para el trabajo que pondría el punto y final a su máster de la Universidad Politécnica de Valencia. “Habían acabado las Fallas, y un guiri se puso a bailar en el vagón, haciendo piruetas. Le dijo a una señora que tenía que bailar con él, que tenía una ‘sonrisa espectacular”, narra la animadora, imitando el acento inglés. “Y me dije: ‘Esto es un material cinematográfico estupendo”. Desde entonces, el cortometraje ha recorrido más de 70 festivales, desde Estados Unidos a Taiwan, y obtenido siete premios, uno de ellos el del jurado joven el Festival de Cine de Gijón en 2012.
En su solitaria carrera hacia los galardones de la cinematografía española, a Navarro le ha movido un espíritu de exploradora. “¿Por qué no?” ha sido su máxima para armarse con una honda frente a los goliats de la industria. Eso, y el empujoncito que le dio Manuel Cristóbal —productor de Arrugas, de Paco Roca, y ganador de cuatro goyas—, que le aconsejó dar el salto tras ver su corto, a medio hacer todavía, en el festival de animación Animac. “Si alguien como él te aconseja eso, por lo menos te lo piensas”.
Y “sonó la flauta”. Aunque no es la primera vez que un cortometraje de animación salta, contra todo pronóstico, de la escuela a la alfombra roja. En la pasada edición, el galardón fue para El vendedor de humo, de Jaime Maestro, una obra recién salida de la escuela privada Primer Frame, curiosamente también valenciana, que colocó un corto dentro de los candidatos a los Goya 2014, aunque finalmente no resultó nominado. “Me alegré mucho por ellos”, asegura Navarro que, sin embargo, marca distancias entre los dos proyectos. En primer lugar, ella es alumna de la universidad pública, cosa que señala con orgullo. En segundo lugar, su corto es heredero del cine independiente, mientras el de Primer Frame, asegura, “es una animación enfocada al ámbito comercial, de empresa”.
Lo que no sucede desde 1996 es que una mujer reciba el galardón al que ella opta. De los 12 premios otorgados por la Academia en esta categoría, solo dos han ido a parar a mujeres. En el caso del Goya a la mejor película de animación, la proporción no mejora: solo una directora, Maite Ruíz de Austri, se hizo con el cabezón, en 1994 y 1998. “Me llama la atención, porque hay muchas mujeres dentro de este mundo. Y yo soy la única chica entre los nominados”. Quizás en la próxima gala se rompa esta tendencia.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.