Quito vuelve a ser taurino, pero en una plaza portátil fuera de la ciudad
La Feria Jesús del Gran Poder ha sido trasladada a Tambillo después de la prohibición de los toros en la capital ecuatoriana
Y los quiteños volvieron a gritar “¡Viva Quito taurino!”, aunque lo hicieron a 25 kilómetros de la capital, en la comunidad rural de Tambillo, donde este año se realiza la Feria Jesús del Gran Poder. El grito de la afición taurina estuvo contenido durante dos años, desde que se eliminara la suerte suprema o el tercer tercio de la lidia en Quito. La medida fue el resultado de una consulta popular que se hizo en mayo de 2011, en la que se preguntaba a los ciudadanos si estaban acuerdo con que en su lugar de residencia se prohibieran los espectáculos que tengan como finalidad la muerte del animal. En Quito, al igual que en el 57% de los cantones del país, se impuso el sí y se vetó a la tauromaquia.
La Feria Jesús del Gran Poder, que desde 1960 fue el espectáculo central de las fiestas por la fundación española de Quito y uno de los eventos taurinos más apetecidos, tuvo que eliminar la muerte del toro en público para adecuarse a la voluntad popular. Aunque finalmente el ejemplar era sacrificado en los chiqueros. Esta resolución municipal tomada para el festejo taurino de 2011 no dejó contentos ni a taurinos ni a antitaurinos; para los primeros la lidia no estaba completa y para los segundos era una burla porque el animal igualmente moría. Todo esto creo un panorama inviable para la realización de la feria en 2012 y la empresa organizadora, Citotusa, decidió suspender los festejos.
La celebración de la fundación española de Quito sin toros no satisfizo a muchos capitalinosy eso motivó a que el empresario Marco Galindo, que había organizado una feria taurina en 1989, invirtiera cerca de un millón de dólares para revivir la fiesta taurina a la usanza española. El primer desafío para el empresario fue montar una plaza de toros portátil fuera de Quito, para escapar a la prohibición de matar al toro en público. Decidió hacerlo a 25 kilómetros de la capital, en el cantón vecino, donde los ciudadanos no había vetado la tauromaquia en la consulta popular de 2011.
Aunque intentó importar la plaza desde España, al final trajo una de Colombia con capacidad para 4.200 personas. “Hablé con fabricantes de plazas en España pero no me daban tiempo para importar la plaza portátil más grande de España, así que la traje de Colombia”, dijo Galindo al portal Mundotoro. El complejo taurino, que tiene graderíos de madera tratada y soportes de hierro, ocupa cuatro hectáreas de una hacienda. El montaje tardó un mes y lo más compliado fue armar la sólida plataforma; se emplearon retroexcavadoras, motoniveladoras y rodillos para compactar el suelo. La arena fue traída desde la población oriental de El Puyo, se necesitaron 120 metros cúbicos de una arena fina llamada kilo, que absorbe el agua con facilidad.
El matador de toros mexicano, Carlos Rodero, se encargó de las contrataciones y tuvo que vencer el recelo de muchos lidiadores a torear en un coso portátil. Al final el cartel se conformó con una mezcla de ecuatorianos, colombianos, mexicanos y españoles. Entre los nombres más importantes están Guillermo Albán de Ecuador, Iván Fandiño, Antonio Nazaré, y Daniel Luque de España, los diestros mexicanos Diego Silvetti y Arturo Saldívar, y los rejoneadores Pablo Hermoso de Mendoza de España y Juan Rafael Restrepo de Colombia. Para los festejos se han contratado prestigiosas ganaderías de reses como las de Juan Bernardo Caicedo y El Paraíso, ambas de Colombia. Y entre las ganaderías ecuatorianas están El Arriero, Santa Coloma y Peñas Blancas.
Para el estreno de la plaza, que fue el pasado sábado, se organizó una novillada, pero hubo poca concurrencia. El rejoneador ecuatoriano Sebastián Peñaherrera, que tomará la alternativa en esta feria, y los novilleros Brandon Campo de México y Gabriel Cevallos de Ecuador inauguraron la arena. El mexicano Campo, que a sus 19 años ya tiene un historial de 5 cornadas, un puntazo y una luxación de codo, expresó su satisfacción con que se retome la lidia completa. “Estoy contento que se retome la tradición aquí porque es de los países importantes del toreo, es bueno que no se pierda y que la gente siga yendo a las plazas de toros”. Gabriel Cevallos, de 18 años, que viene de estar un año en México, lamenta que se haya trasladado la feria fuera de Quito. “Aquí se ha podido matar, pero no puedo creer que se haya pasado una feria tan importante a la no ciudad, pero bien por el empresario que mantiene el nombre de la feria, aunque sea con sede en Tambillo. La tradición no se puede cambiar, somos colonizados españoles y tenemos algo de ellos”.
Al final hubo varias orejas, un rabo y un toro indultado, y Campo y Peñaherrera salieron de la plaza portátil en hombros. Peñaherera, con 16 años, fue la atracción local porque es nieto de un exvicepresidente de Ecuador y su padre es el presidente de las cámaras de comercio del país. Fue imposible no ubicarlo porque se repartieron fotos de él y también porque su padre corría de un lado a otro del foso mientras toreaba.
Los festejos en Tambillo se mantendrán hasta el 6 de diciembre, cuando terminan las fiestas de fundación de Quito. Esto no solo hace felices a los taurinos, sino también a los lugareños, unos 8.300 habitantes que viven en los 49,8 kilómetros cuadrados de extensión que tiene esta comunidad agrícola y ganadera incrustada en el corazón de los Andes. El que menos espera que la gente que venga a los toros deje algo de dinero. Como un taxista que se ha preparado para recibir a los turistas. “Dicen que vendrán como 5.000 todos los días, seguro nos ocupan para recorrer el pueblo”.
Lo que más se ha montado son puestos de comida para agradar al paladar del visitante. Pero claro los más beneficiados son los que están más cerca de la plaza portátil y han pagado alquileres de 100 dólares por este privilegio. Hay, sobre todo, cerdo horneado y algún puesto que destaca como el de una mujer que ha emigrado de la amazonía ecuatoriana y está haciendo maitos, que son pescados asados envueltos en hojas vegetales. Pero lo cierto es que todo está pensado para que los espectadores lleguen directo a la plaza, al menos así se vio en el primer día de festejo. Algunos llevaron comida en sus bolsos y los de paladar exquisito consumieron las picaditas gourmet que se vendieron en la misma plaza. Y cuando terminó la corrida de toros, la mayoría se subió en sus vehículos y no reparó en ningún puesto de comida, además la Policía imprimió prisas a los conductores para que el tráfico fluyera rápido por los caminos lastrados de Tambillo y llegaran lo más pronto posible a la autopista principal que conecta la parroquia rural con Quito.
Babelia
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