Fallece Syd Field, maestro de guionistas
Sus paradigmas de construcción narrativa le convirtieron en gurú de la escritura cinematográfica
“El lenguaje del cine es único. Mi trabajo es enseñar las armas de ese lenguaje, las reglas básicas para que luego cada uno pueda expresar sus ideas propias”. Así definía su labor en 2005, durante la visita que realizó a Madrid para impartir un curso, el gurú de la escritura de guiones Syd Field. Field era autor de El libro del guión: fundamentos de la escritura de guiones (Plot Ediciones, 2001), considerado, desde su primera edición en inglés, en 1979, como referencia obligada de la escritura cinematográfica. De él se han vendido millones de copias y, aparte del castellano, está traducido a una veintena de idiomas. James Cameron (Terminator, Titanic, Avatar), Frank Darabont (Cadena perpetua, La milla verde) y otros muchos cineastas y escritores televisivos de renombre han reconocido la impronta que Field dejó en su obra. El domingo pasado, a los 77 años, fallecía de anemia hemolítica en su residencia de Beverly Hills (California).
Para Field, el aspecto crucial de un guion cinematográfico era su articulación en torno a “tres actos” separados por momentos cruciales de la narración, o “puntos de la trama”. Durante el primer tercio del filme —variadamente denominado arranque, inicio o planteamiento— y durante unos 20 o 30 minutos se despliegan y dramatizan los elementos fundamentales del relato. Transcurrido ese tiempo, el protagonista es sometido a un trance que introduce el primer punto de inflexión, que abre el segundo acto, o “fase de confrontación”: la lucha por lograr sus objetivos. Aquí una segunda vuelta de tuerca a la trama (“punto medio”) da paso a una crisis que está a punto de desbaratar los esfuerzos del héroe. Durante el último tercio se sirve el resultado de esos esfuerzos del héroe, su éxito o su fracaso, y las consecuencias de este. Modelos de este tipo de paradigma narrativo eran para Field películas como Chinatown, Thelma & Louise o Matrix.
Pese a su enorme influencia, o debido a ella, las ideas de Field no han carecido de detractores. Unos ven en sus teorías una versión simplona de ideas que ya eran de curso común desde la Poética de Aristóteles. Son también numerosos quienes objetan la monotonía narrativa resultante de esta preceptiva. Field era sensible a estas críticas. Siempre que tenía ocasión dejaba clara su aversión a la deriva que los grandes estudios han impuesto a la industria cinematográfica: “En Hollywood, lo que importa no es el contenido sino la recaudación. La avaricia y el miedo son los dos motores fundamentales del cine de Hollywood”, afirmaba.
Sydney Alvin Field nació en Hollywood en 1935. Mientras estudiaba Literatura en la Universidad de Berkeley nada menos que Jean Renoir le sugirió que se matriculara en la escuela de cinematografía de la Universidad de Los Ágeles. Aunque trabajó durante una temporada como escritor independiente de guiones, no consignó éxitos memorables. Fue en ese periodo, durante el que simultaneaba la escritura con la revisión de guiones ajenos para un estudio, cuando la escasa calidad de gran parte del material que le llegaba le hizo consciente del filón que se le abría como profesor de aspirantes a guionistas. Inició entonces una carrera que le llevó a impartir clases en las universidades de South California, Harvard y Stanford y, a raíz del éxito de su biblia del guion, a dar seminarios y conferencias por todo el mundo.
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