Un clásico del Cinerama
A comienzos de los años sesenta Hollywood decidió contar su historia a lo grande. 'La conquista del Oeste' fue una superproducción en la que no se escatimaron recursos.
A comienzos de los años sesenta Hollywood decidió contar su historia a lo grande. Mostrar en la pantalla y en un solo filme aquellos intrépidos pioneros que traficaban con pieles y a los que se les llamaba “los hombres de la frontera”; describir en imágenes las penalidades que sufrieron las caravanas de colonos que buscaban nuevas tierras en Texas, Arizona y California; recordar los estragos que causaron la Guerra Civil y las luchas contra los indios; rememorar la fiebre del oro y evocar la construcción del ferrocarril que iba a unir el Atlántico y el Pacífico. Narrar, en definitiva, la gran epopeya de los Estados Unidos. Eso que se llamó “la conquista del Oeste”.
La conquista del Oeste fue una superproducción en la que no se escatimaron recursos. Se filmó para proyectarse en Cinerama, un formato que intentaba hacer frente a la molesta competencia de la televisión. Se debía rodar con tres cámaras para luego exhibirse mediante tres proyectores sincronizados. La pantalla era panorámica y estaba formada por tres paneles; el sonido, estereofónico y la calidad de la imagen, extraordinaria. El Cinerama servía, sobre todo para resaltar la belleza de los paisajes naturales, de ahí que La conquista del oeste se rodara en los más bellos lugares de aquella parte del país, como Monument Valley, las Colinas Negras en Dakota del Sur o la Alta Sierra en California. El único problema fue que los espectadores notaban demasiado las líneas que separaban los paneles, y el sistema, que además era muy costoso, acabó fracasando.
Tres directores se pusieron al frente del proyecto: Henry Hathaway, John Ford y George Marshall. Hathaway dirigió tres episodios; Ford el que se ocupa de la Guerra Civil y Marshall, el dedicado al ferrocarril. A ellos, aunque no figure en los créditos, hay que añadir el nombre de Richard Thorpe, que se encargó de rodar varias secuencias sueltas.
El film cuenta la historia de una familia a lo largo de cincuenta años. A través de sus peripecias, los espectadores van asistiendo a la progresiva colonización del Oeste. El reparto es uno de los más espectaculares de toda la historia del cine: James Stewart, Gregory Peck, Henry Fonda, Debbie Reynolds, John Wayne, Spencer Tracy, que es el narrador, Richard Widmark… Una lista de estrellas interminable a las que hay que añadir miles de extras, entre ellos, un centenar perteneciente a diversas tribus indias.
En la película hay escenas verdaderamente espectaculares, como el asalto al tren o la gran estampida de bisontes. Para rodar ésta última se reagruparon unos dos mil ejemplares procedentes de varias reservas, y unos vaqueros profesionales los guiaron en la carrera. Era, además, una toma difícil y peligrosa que debía filmarse a la primera, sin margen alguno para la repetición.
Se tuvo también un especial interés en cuidar los más mínimos detalles. Los más de cinco mil trajes utilizados se cosieron a mano y se utilizaron telas y texturas habituales en aquella época. Las caravanas son asimismo auténticas. Se reunieron un centenar de ellas que provenían de museos y colecciones.
Curiosamente, un filme tan genuinamente americano no se estrenó en Estados Unidos sino en Londres, en noviembre de 1962. La culpa la tuvo, cómo no, el dichoso Cinerama, ya que las salas estadounidenses preparadas para ese sistema tenían ya contratada la exhibición de una serie de documentales.
La conquista del Oeste fue la gran triunfadora de los Oscar de 1964. Consiguió cinco premios: mejor película, guión original, sonido, montaje y fotografía en color. Obtuvo otras tres candidaturas más, entre ellas la maravillosa banda sonora compuesta por el gran Alfred Newman. Una partitura cuyo tema central, lleno de fuerza y energía, nos transmite inmediatamente la épica de miles de hombres y mujeres que recorrieron centenares de kilómetros surcando ríos, cruzando montañas, adentrándose en las llanuras y viviendo infinidad de peligros. Ellos fueron quienes realmente conquistaron el Oeste.
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