Lou Reed: Magia y pérdida
Mientras sonaba esa dichosa guitarra de hierro tu voz decía cosas puntiagudas
Adiós. ¿Qué otra cosa esperabas? Si no te hubiese visto pensaría que solo te había imaginado. En mis sueños hablaba contigo en la Plaza Roja de Moscú y ahora de pronto ya no estás.
Tenía que ser precisamente en Halloween.
Nunca supe si tocabas una guitarra muy rara que sonaba muy bien, o si tocabas una guitarra muy buena que sonaba muy rara, el caso es que sonaba, y mientras sonaba esa dichosa guitarra de hierro tu voz decía muchas cosas puntiagudas. Cosas como que hace falta muchísima fe para seguir adelante, o clávales un tenedor en el culo y dales la vuelta, que ya están hechos. Son tus palabras, no las mías.
Rotten Rita se fue antes y no mucho después nos iremos todos, pero Ramiro Penas guarda el bombo de tu batería desde el día que diste la estampada en Madrid, y Jaime Asúa recuerda todas tus canciones, así que no todo se ha perdido. De tus bandas se hicieron muchas bandas, con tus ideas buenas soportamos muchos otras muy malas ideas. Con mucha fe, eso sí, crecimos en público y a tu lado, con chaquetas negras parecidas y personalidades muy distintas. Algo de lo tuyo nos tocaba, como los ángeles de las esquinas de la cama guardan el sueño de los niños.
Pero Drella ya no estaba.
Cuando creces en un pueblo pequeño, te pones muy nervioso, y piensas: aquí nunca ha nacido nadie famoso.
Eso lo dijiste tú, no yo. Ojalá hubiese sido al contrario.
Muchas veces pienso en ti, o en lo que tú pensaste.
Todo el mundo sabe que la Velvet es el mejor grupo del mundo, John Cale está también de acuerdo.
Hoy, sin ir más lejos, pensé que un precioso domingo extrañamente primaveral para el otoño que nos toca era un día perfecto, pero luego vas y te mueres. Si dios tuviese sentido del humor haría cosas así. No hay miguel ángeles en Pittsburgh. Eso lo escribiste tú, no yo. Ojalá, otra vez, fuese al contrario. Cuando has nacido en un pueblo pequeño, sabes que hay que salir de un pueblo pequeño, y eso (tú lo dijiste) es lo único bueno de nacer en un pueblo pequeño.
Drella ya no está y tú tampoco, este pueblo es muy pequeño, pero seguimos llenos de ideas hermosamente malvadas.
Perdimos a Jean Genet y a Georges Bataille, y ahora encima a Lou Reed. Si dios se acuerda de reírse de nosotros seguro que ríe.
Y tenía que ser precisamente en Halloween.
La magia y la pérdida me la enseñaste tú, mientras la gente indocumentada te pedía más Sweet Jane.
Así son las cosas.
Adiós Lou. ¿ Qué esperabas?
Empiezo a echarte de menos.
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