Un rompecabezas extraordinario
‘The Beatles (White Album)’, mañana con EL PAÍS por 12,90 euros, es una obra musical de primera categoría, fascinante por sus grandes contrastes
Hubiese sido más fácil que el disco se hubiera ido al traste pero, al final, todo se ensambló de manera maravillosa. De nuevo, The Beatles volvían a dar con la fórmula perfecta, ofreciendo una obra musical de primera categoría, pero, en justicia, esta vez con más dificultades que nunca.
The Beatles, el conocido como Álbum blanco, es el disco doble que mañana se puede comprar junto con EL PAÍS por 12,90 euros en una versión en doble CD remasterizada y acompañada por la caja contenedora de toda la colección. Su nombre popular se debe a su simbólica portada vacía de contenido, diseñada por el artista británico de pop art Richard Hamilton. La grabación mostró distancias y diferencias entre los cuatro fabulosos de Liverpool que hasta entonces apenas se intuían. Fue un rompecabezas, cierto, pero las 30 canciones que componen este doble disco de la banda más famosa de la historia terminaron por encajar como piezas de un fantástico puzle.
A decir verdad, el disco anunciaba el principio del fin de The Beatles. Publicado a finales de 1968, los fab four grabaron el álbum sin dejar atrás todos los fantasmas que les acechaban un año antes cuando murió Brian Epstein. El fallecimiento de su mánager de toda la vida se antojó como la pérdida de una clavija emocional muy importante para todos, pero también dejaba un vacío en el aspecto administrativo. Más que antes, tenían que controlar su propio negocio. Llegaron a ese año acarreando problemas de envergadura como el ambicioso proyecto Magical Mystery Tour, que la prensa calificó de basura, o la creación de su propia compañía comercial, una maniobra financiera desastrosa. Y existía un hecho cada vez más evidente: las relaciones de la banda se deterioraban.
Por eso, en búsqueda de la quietud espiritual, lejos de las preocupaciones, los cuatro, acompañados de esposas, novias y otros artistas como Donovan o el beach boy Mike Love, se fueron a la ciudad de Rishikesh, al norte de India, para iniciar un curso de meditación trascendental impartido por el Maharishi Mahesh Yogi. Pero las cosas fueron a peor: Ringo salió huyendo de todo aquello, seguido de Paul McCartney, mientras John Lennon y George Harrison desvariaban cada uno a su manera.
De toda esta amalgama de tensiones surgió The Beatles (White Album). En palabras de Harrison: “Había participación individual. La gente empezó a aceptar temas individuales. Trabajábamos en tres estudios a la vez”. El resultado: una obra bastante esquizofrénica, hecha por cuatro entes independientes, pero que en conjunto reúne una verdadera colección de estupendas canciones, aunque se incluyan rellenos menores como Don’t pass me by o Good night. Pero se trata del trabajo con más esencia rock de toda la discografía beatle, fascinante por sus contrastes y la lucha artística de sus autores.
McCartney, por ejemplo, está irreconocible, dejando de lado su alma melódica y sacando su parte más dura con composiciones como Helter skelter, que tantos disgustos les daría, o Back in the U.S.S.R. “Solo queríamos sonar fuerte. Hacer que sonasen las guitarras”, dijo Macca al respecto.
Pero aún más salvaje se mostró Lennon, que llegó al delirio inclasificable con Revolution 9, pero a su vez dejó joyas como la intensa Yer blues, la desgarradora Happiness is a warm gun, en la que se afirma que “la felicidad es un arma caliente en tu mano”, o la hipnótica Sexy Sadie, que carga contra el gurú espiritual Marahishi, al que terminó por detestar.
Harrison, ya autoafirmado ante la pareja compuesta por Lennon y McCartney como un compositor de nivel, incluye una de sus piezas más célebres, While my guitar gently weeps, para la que consiguió que el resto le dejasen invitar a su amigo Eric Clapton para tocar la guitarra.
Con su acabado a lo Frankenstein, The Beatles (White Album) es una criatura extraordinaria, confirmando la teoría de que todo caos alumbra una estrella, más cuando de por medio se hallaban nada menos que John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr.
Babelia
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