Israel Gutman, guerrero y erudito del Holocausto
Luchó en la Resistencia y luego documentó el horror nazi
Israel Gutman ha fallecido, pero sus 40 años dedicados a investigar y documentar el Holocausto dejan ya en los libros y los archivos una memoria imposible de matar. “Querían aniquilarnos y querían borrarnos de los recuerdos del mundo. Un pueblo, el judío, que nunca existió. Mi lucha en la vida ha sido buscar un hogar para mi gente y hacer saber al mundo lo que supuso la shoa”, decía el historiador en una conferencia en 2010 en Jerusalén, la ciudad en la que falleció el pasado 1 de octubre.
Gutman peleó en la resistencia y en las universidades. Nacido en Varsovia en mayo de 1923, toda su familia, de clase media, quedó atrapada en el gueto. Allí murieron sus padres y su hermana mayor. A la pequeña la llevaron a un orfanato. El chico, solo, con 20 años, se alistó pronto en los grupos subversivos de aquella celda al aire libre y a tiro limpio recibió a las tropas alemanas que entraron para arrasar el gueto. La metralla de una granada le dejó numerosas cicatrices y un ojo ciego.
Pudo evitar la muerte, pero no la detención. Se pasó dos años completos entre tres campos de concentración: Majdanek, Auschwitz y Mauthausen. El trayecto entre los dos últimos lo hizo en una de las llamadas “marchas de la muerte”. “Nos dijeron que no nos fusilarían, que nos llevaban a un campo de trabajo y no de exterminio, pero por el camino disparaban a todo el que se paraba, cansado, a quien se sentaba al borde del camino a colocarse un zapato. Los que sobrevivimos lo hicimos porque nos ayudamos unos a otros a andar y a resistir”, relata Gutman en los vídeos que conserva el Yad Vashem, el centro de estudios y museo de referencia sobre el Holocausto, y del que fue miembro fundador. Vídeos en los que también se le ve testificando en 1961 contra Adolf Eichmann, responsable de la Solución Final en Polonia, juzgado en Israel.
Libre de la persecución nazi, Gutman se instaló en Italia. En Santa Lioka hasta creó un kibutz, uno de esas tradicionales comunidades agrícolas judías. Perfecto modo de vida para ocultar, de paso, el tránsito de sus iguales, a los que una organización en la que colaboraba, Berichah, los sacaba del este de Europa y los llevaba al entonces mandato británico de Palestina. “Era el sentido del deber el que me hacía resistir, aunque sentía que no teníamos ninguna posibilidad de escapar”, repetía con su acento polaco nunca perdido del todo. Unos 250.000 judíos pudieron beneficiarse de esta vía de escape que el propio Gutman tomaría en 1946, dos años antes de la creación del Estado de Israel. Otro kibutz, el de Levanot Habashan (Alta Galilea), fue su casa durante 25 años. Allí tuvo a sus tres hijos.
Pese al entorno agrícola, no dejó de mantener lazos con los supervivientes impulsando boletines como los de Yalkut Moreshet, “que fue atesorando testimonios de víctimas y sembrando el camino para las investigaciones incipientes”, destaca el historiador Boaz Cohen. En 1973 dio el salto a Jerusalén, dispuesto a aplicarse en una carrera académica. En dos años se doctoró en la Universidad Hebrea, luego dirigió su Departamento de Estudios Judíos Contemporáneos, fue profesor visitante en UCLA (EE UU) y se jubiló en 1993 por obligación.
Tenía “mucho por contar” y fundó otro centro de testimonios, vicepresidió el Consejo Internacional de Auschwitz, redactó los cuatro tomos de la Enciclopedia del Holocausto, fue historiador jefe del Yad Vashem… Avner Shalev, su presidente, sostiene que la de Gutman ha sido “una contribución única a la difusión de la conciencia histórica del Holocausto, no solo entre especialistas, sino entre la sociedad, con sus más de 30 libros sobre el tema y sus conferencias para jóvenes”. “Fue testigo de todo, pero escribe con la lejanía limpia del historiador. Un ejemplo del hombre sabio que el horror no pudo matar”, decía de él The New York Times.
Babelia
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