_
_
_
_

Astérix: ¿amigo o enemigo de Le Pen?

La exposición en París sobre uno de personajes más populares del cómic mundial y un nuevo álbum reabren el debate acerca de su simbología política

Astérix, Obélix e Ideafix.
Astérix, Obélix e Ideafix.

¿Era Astérix el antecesor del hiperactivo salvador de la patria Nicolas Sarkozy? ¿O quizá el de Jean-Marie Le Pen, el belicoso exlíder nacional populista del Frente Nacional? ¿No sería Obélix el ejemplo y el bigote en los que se fijó José Bové, exlíder de la izquierda ecologista y antiglobalización, para arrasar los McDonald’s como si fueran un campamento romano? ¿No recuerda el pintoresco druida Panorámix al simpático Jacques Chirac? ¿Qué representa Ideafix, con esa etimología (ideas fijas)? ¿Y el bardo Asurancetúrix, pésimo cantante pero excelente camarada? ¿Y Lélosubmarine, con su vertiente Beatles?

A estas preguntas, y a muchas otras más, intenta responder la exposición-autopsia recién inaugurada en la Biblioteca Nacional de Francia y dedicada al universo de Astérix, quintaesencia y feroz parodia del chauvinismo, psicoanálisis del paraíso perdido, orgía del terruño y de la magdalena de Proust, además de ser el cómic más leído, traducido y vendido de la historia de Francia.

En paralelo a la exposición, una edición especial de la revista Le Point ha convocado a una docena de sabios de diferentes especialidades, que han analizado Astérix de la A a la Z (así se titula la muestra) y han llegado a conclusiones que, sin pretender ser definitivas, ayudan a conocer los dobles y los triples sentidos, profundos, ligeros o sorprendentes, ocultos en la obra maestra del humor creada en 1959 por dos franceses muy poco galos: el dibujante italo-francés Albert Uderzo (Fismes, 1927), todavía vivo y dibujando, y el guionista de origen judío René Goscinny, nacido en París en 1926, criado en Argentina y fallecido de un infarto a los 51 años.

Astérix y Obélix se incorporan al debate francés sobre la identidad nacional

El próximo día 24 saldrá a la venta el primer álbum de las aventuras de Astérix que no cuenta con ninguno de los autores originales (Uderzo decidió no implicarse), y todo ayuda a teorizar sobre los valores y los mensajes del mundo Astérix. La responsable de la exposición, Carine Picaud, ha puesto en un panel que cierra la muestra los que ella considera clave: “La resistencia, la solidaridad, la democracia, la libertad y el descubrimiento del otro”.

Según el analista político Alain Duhamel, autor del ensayo Le complexe d’Astérix (Gallimard, 1985), las historietas de la aldea gala de Vercingétorix conforman “un psicoanálisis político de Francia, una parábola de lo francofrancés y una descripción de los comportamientos psicológicos de la sociedad en general y la política en particular”.

Albert Uderzo, junto a un figurín de Astérix.
Albert Uderzo, junto a un figurín de Astérix.JOEL SAGET (AFP)

El libro de Alain Duhamel, escrito cuando François Mitterrand llegó al poder, subraya que Francia se diferenciaba ya entonces del resto de Europa por sus particulares ideas económicas y políticas. Ahora, el país se ha replegado todavía más en sí mismo, y según ha dicho el ensayista “trata de aparecer ante el mundo como el último bastión frente a la globalización, igual que la aldea gala era el último bastión frente al imperio romano”.

Los franceses de hoy, como los galos de Uderzo y Goscinny, rechazan y protestan con fervor contra cualquier pequeña reforma que venga de fuera o de arriba, ya sea en la educación, las pensiones, la gastronomía o el IVA de los libros, y las encuestas muestran que uno de cada tres ciudadanos, según interpreta Duhamel, “cree vivir en un pueblo rodeado de empalizadas en el que la poción mágica es la amargura y el descontento. Los franceses no quieren ver que el mundo ha cambiado. ¿Y qué era Astérix sino el rechazo a un mundo que cambia?”.

La Biblioteca Nacional de Francia acoge a los héroes de Uderzo y Goscinny

Los paralelismos con la realidad actual son tantos que se diría que Uderzo y Goscinny hacían historia y periodismo mientras ingerían mejunjes visionarios. O quizá es que la Francia gala, la revolucionaria, la napoleónica, la colonial, la fascista, la resistente, la poscolonial y la de ahora mismo siguen manteniendo esencias y sabores eternos.

El auge de la extrema derecha, cada vez más inquietante y más agresivo con los diferentes, los homosexuales, los gitanos, la Unión Europea, los mercados y los países emergentes, promete en gran medida a los asustados franceses que todo va a seguir igual: regreso a las fronteras, regreso al franco, regreso a la Francia blanca y cristiana… Duhamel escribió antes que nadie que Astérix era “un tipo de derechas, la encarnación del individualismo, del mito del salvapatrias, el campeón de la aldea, lo que hoy se llama en política el hombre providencial”.

Pero hay docenas de ejemplos de sátira de las mitologías y los clichés celtas y hexagonales (y belgas, españoles, italianos…) en las 34 aventuras y en los 99 personajes de Astérix. El tecnócrata Caius Saugrenos era en Obélix y compañía un trasunto libre del expresidente conservador Jacques Chirac y un émulo criado en la Escuela Nacional de Administración, que hoy copa los puestos clave del Gobierno socialista, incluida la presidencia. En Astérix en Córcega, Caféolix y Ocatarinetabellatchitchix dejaban claro que Córcega jamás aceptará un César “que no haya nacido en la isla”…

Ese desahogo crítico y saludable se fue creando poco a poco, de una forma casi artesanal, con la ayuda del hambre. En el especial de Le Point, Uderzo cuenta que su flechazo con Goscinny fue inmediato: “Queríamos darle la vuelta al oficio practicando un humor diferente al que se hacía en los tebeos de entonces, que era demasiado básico y tarta de nata. Estábamos en pie de igualdad, él escribía y yo dibujaba”.

Y enseguida añade que pasaron ocho años de calvario económico. En 1952, los padres de Astérix colaboraron en el cómic belga Jehan Pistolet, corsario prodigioso, publicado en La Libre Belgique. En 1956, Goscinny, hijo de inmigrantes ucranianos y polacos, se labraría una reputación de guionista prestando su pluma a las aventuras de Lucky Luke. “Pero René no tenía qué comer, y mi madre, como buena italiana, nos salvaba la vida con unas croquetas enormes”, recuerda Albert Uderzo.

Autodidactas puros, decidieron bautizar a su protagonista con un nombre que empezara con la A porque “Goscinny pensó que así estaría el primero en las estanterías de cómic”. Y para su Sancho Panza, Obélix, se inspiraron en Lennie Small, un personaje de una novela de John Steinbeck.

La exposición de la Biblioteca Nacional de Francia es un agradecimiento a la donación, por parte de Uderzo, de 120 planchas originales correspondientes a tres volúmenes de la saga (Astérix el Galo, Astérix en Bélgica y La hoz de oro). La comisaria, Carine Picaud, ha tratado de narrar la gestación del cómic y las influencias que recibieron sus autores desde sus inicios profesionales en los años 40. Impera la intención pedagógica: la muestra compone una especie de tabla periódica con todos los elementos del universo Astérix. El recorrido se inicia con La cuna de Astérix, enfrentando a ambos lados las colaboraciones de Uderzo y Goscinny. De Uderzo se exhiben sus primeros tebeos, escritos por él mismo, para la revista Boum y su tira Zipore, el hombre macaco, cuyo protagonista arrea porrazos con una contundencia que anticipa la resistencia activa de los galos.

La exposición cuenta con un original del primer ejemplar de la revista Pilote en la que apareció la tira de Astérix, compuesta de diez viñetas. En el número cero de esta revista, con reminiscencias del T.B.O. español, se anunciaba en portada “las aventuras de Astérix, el valeroso guerrero galo”. Su nacimiento sería el 29 de octubre de 1959.

La admiración de ambos autores por Walt Disney opone sus respectivas ilustraciones del cuento de Blancanieves y los siete enanitos (entre 1941 y 1943). Goscinny no desdeñó la caricatura política, y retrató a Churchill, Mussolini e Hirohito, entre otros. Años más tarde, la inclusión de las tiras de Astérix en Le Monde aumentó su circulación un 15%. La exposición se completa con objetos históricos, una reproducción de las áreas de trabajo de los autores, documentales, extractos de películas y libros.

Viñetas bestiales

En 1959 nacen, en las páginas de la revista francesa Pilote, las aventuras de los guerreros galos Astérix y Obélix, una creación del dibujante Albert Uderzo y del guionista René Goscinny. Este último muere en 1977.

En 1961 aparece el primero de los hasta hoy 35 álbumes publicados, Astérix el galo.

Desde entonces, cerca de 350 millones de álbumes se han vendido en todo el mundo.

Figura en el Libro Guinness de los Records como el cómic más traducido de la Historia (110 idiomas y dialectos)

El jueves, 24, llegará a las librerías de todo el mundo Astérix y los Pictos, primera aventura no dibujada por Uderzo. Su tirada inicial es de dos millones de ejemplares en Francia y cinco millones en todo el mundo.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_